Gritos a los niños, así les afecta

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A nadie nos gusta que nos griten, y a los niños además de que tampoco les gustan afectan negativamente a su desarrollo. Las pérdidas de paciencia, el estrés, los errores en la educación y los patrones heredados de nuestra infancia pueden llevarnos a gritarle a los niños. Hoy os vamos a contar como afectan los gritos a los niños para que seamos más conscientes a la hora de hacerlo.

Gritar no es educar

Seguro que habrás oído más de una vez a algunos padres decir “es que solo a gritos me entiende”. Los gritos lo único que hacen es llamar la atención la primera vez pero no tienen nada de educativo ni de bueno. Tus hijos no te respetarán más porque grites, sino todo lo contrario, te tendrán miedo. Además tiene unos efectos completamente negativos y no tienen ningún tipo de eficacia educativa.

Los niños aprenderán es que una forma de relacionarse y de comunicarse, desde los gritos. Lo verán como algo normal y una forma de conseguir lo que quieren. Te ven a ti haciéndolo, ¿como no lo van a aprender ellos? Recuerda que eres su máximo ejemplo, y lo que hagas tus hijos lo copiarán. Por eso es importante que adaptemos hábitos de educación y comunicación más saludables, eficaces y sanos tanto para nosotros como para nuestros hijos.

Una cosa es que lo hagas de manera puntual tras perder la paciencia y otra que lo utilices como recurso para cambiar un comportamiento. Créeme, hay técnicas mucho más eficaces y positivas para tus hijos.

¿En qué afectan los gritos a los niños?

  • Afectan igual que un castigo físico. Los gritos tienen el mismo efecto en la mente que el castigo físico. Por no dejar moratones en su cuerpo no significa que no le hagan daño. Aumenta su nivel de estrés y ansiedad, así como es más probable que tenga problemas de conducta o incluso depresión. Tenemos asimilado que es malo pegar a los niños, pero no lo tenemos tanto con los gritos. Los tenemos más normalizados, como un recursos para conseguir que tus hijos te hagan caso.
  • Gritas hace que los niños dejen de escuchar. Puede que la primera vez te fuera útil por qué llamaste su atención, pero al segundo grito dejan de escuchar las palabras y solo sienten los gritos.
  • Les enseña a cómo NO gestionar las emociones. Si gritamos cuando estamos enfadados, airados o estresados les estamos enseñando a los niños a que la mejor forma de gestionarlo es a gritos. Recuerda que eres el espejo donde se miran tus hijos, tu ejemplo es más valioso que cualquier lección.
  • Los gritos dejan huella. No dejarán cicatrices visibles pero si se utilizan de forma habitual estaremos dejando una huella de dolor en su desarrollo y se convertirán en personas inseguras, indefensas, asustadas, impotentes y pasivos. Es decir, afecta al desarrollo de su autoestima que se irá formando sobre todo en nuestros primeros años de vida.
  • Aleja a nuestros hijos. Es imposible estar cerca emocionalmente de alguien que se pasa el día gritándote. Tus hijos se educarán desde el miedo y no desde el amor. No confiará en ti, te perderá el respeto y habrá una distancia entre vosotros emocionalmente.

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Educa desde el amor y no desde el miedo

Como ya vimos antes, hay formas mucho más educativas y beneficiosas tanto para los niños como para los padres. Estar gritando todo el día tampoco es bueno para nadie.

Lo primero que tendremos que aprender es a gestionar nuestras propias emociones para así poder enseñar a los niños a hacerlo también. Así dejaremos de ser unos títeres reaccionando frente a nuestras emociones, en lugar de ser nosotros quienes las gestionemos. Saber respirar, irnos de la habitación si hace falta, relativizar y saber que son niños nos permite ser más pacientes, comprensivos y menos impulsivos.

Por que recuerda… tu hijo no hace cosas para sacarte de quicio, solo son niños.


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