Cuando los hijos tienen entre 18 y 23 años, se espera que tengan un comportamiento responsable, que sepan comportarse y que entiendan que existen reglas que deben cumplir para el buen funcionamiento de la vida. Pero no siempre es así. Los hijos rebeldes pueden aparecer en cualquier momento.
La rebelión comienza a principios de la adolescencia cuando el joven se resiste a la autoridad parental diciendo: «¡No puedes obligarme!» Termina en la última etapa de la adolescencia, la independencia de prueba, con el joven resistiéndose a la autoridad personal diciendo: «¡No puedo obligarme!”
Después de destronar a la autoridad parental por llevar su vida y suplantarla con su propia autoridad, se encuentra rebelando contra ella. Es como si el joven estuviera diciendo: «¡Nadie me va a ordenar, ni siquiera yo!”
Por ejemplo, el joven sabe que tiene que llegar a tiempo a un trabajo, pero no puede levantarse por la mañana. La joven sabe que tiene que estudiar, ir a clase y entregar las tareas, pero no puede obligarse a hacer el trabajo universitario. Tanto él como ella saben que no deberían beber tanto en las fiestas debido a cómo actúan y lo que dejan que suceda, pero en compañía de amigos no pueden detenerse.
¿Qué pueden hacer los padres en este momento? Deben dejar que las consecuencias de las opciones resistentes del joven se desarrollen y no interfieran. Poner fin a esta rebelión contra el interés propio y aceptar su autoridad de liderazgo en la vida es el último desafío de la adolescencia. Debe cumplirse antes de que la edad adulta pueda comenzar realmente…
Los hijos rebeldes deben aprender a que toda acción tiene consecuencias y que en última instancia… sus padres siempre tienen la razón, ¡aunque ellos no quieran darse cuenta en primera instancia! Los jóvenes entenderán poco a poco que sus padres no quieren obligarles, ¡solo guiarles!