Invitaciones para el cribado de cuello uterino: fallos, aclaraciones y cambios pendientes en Andalucía

  • Casos detectados en Andalucía: invitaciones al cribado de cuello uterino enviadas a personas fuera de la población diana.
  • Posición del SAS: recordatorios a los 3 meses y selección automática por sexo registral y edad (25-65).
  • Brechas identificadas: historiales incompletos (histerectomías) y exclusión de hombres trans por el criterio registral.
  • Mejoras urgentes: depurar datos, validar elegibilidad por órganos presentes y comunicación más inclusiva.

invitaciones para cribado de cuello uterino

En Andalucía han aflorado en las últimas semanas varios episodios que ponen el foco en las invitaciones para el cribado de cáncer de cuello uterino. Se trata de comunicaciones remitidas a personas que, por distintos motivos clínicos o administrativos, no deberían estar recibiendo estas citaciones.

Mientras se revisan los procedimientos, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) defiende que los recordatorios forman parte de su estrategia para reforzar la participación y recordar la importancia de acudir al ginecólogo, y que la población diana se selecciona de forma automática por sexo registral y franja de edad 25-65 años. A la vez, voces afectadas y colectivos señalan huecos del sistema que podrían estar provocando errores y exclusiones.

Casos que han encendido las alarmas

cartas de invitación al cribado de cuello uterino

Uno de los episodios más comentados fue el de un vecino de Algeciras (Cádiz), de 55 años, que recibió en su móvil una notificación de AviSAS el 28 de abril invitándole a pedir cita para el programa de cribado de cáncer de cuello uterino. El afectado ironizó con la situación, subrayando el absurdo de convocar a un hombre a una prueba dirigida a personas con cérvix.

Otro caso destacado es el de María Ángeles Prieto, diputada y portavoz de Sanidad del PSOE andaluz, que el 21 de octubre recibió una carta para participar en el programa pese a haber sido sometida a una histerectomía total hace 25 años. La misiva, además, indicaba que ya se le había invitado previamente y no había solicitado cita, extremo que la afectada niega con rotundidad al recalcar que nunca recibió una primera invitación.

Estos episodios apuntan a posibles fallos en la identificación de candidatas y en la actualización de datos clínicos relevantes (por ejemplo, intervenciones como la histerectomía), así como a una comunicación que, cuando llega con formato de recordatorio, puede interpretarse por las destinatarias como una amonestación innecesaria.

Cómo funciona el envío de invitaciones, según el SAS

Fuentes de la Consejería de Salud explican que existe un recordatorio a los tres meses de la primera carta para fomentar la participación en el Programa de Detección Precoz de Cáncer de Cuello Uterino (PDPCCU). Ese segundo envío no sería una nueva captación, sino una reiteración destinada a incrementar la adhesión.

El sistema de selección identifica a la población diana por la variable sexo registral (femenino) y la edad (25-65 años). Con esa base se emiten invitaciones por carta y, en algunos casos, a través de canales digitales como AviSAS. Esta automatización agiliza el proceso, pero exige que los datos de salud estén actualizados y correctamente vinculados para evitar citaciones improcedentes.

Cuando intervenciones quirúrgicas o antecedentes clínicos no constan en la base poblacional empleada para el cribado, pueden generarse invitaciones que no tienen sentido para la persona receptora. De ahí que distintos profesionales insistan en cruzar, de forma sistemática, la información del historial clínico con el censo de cribado antes de enviar cada remesa.

Efectos colaterales: exclusiones de personas trans y no binarias

El criterio de selección por sexo registral y edad tiene otra consecuencia: hombres trans que han cambiado su sexo registral y conservan el cuello uterino pueden quedar fuera del circuito automático de invitaciones, pese a mantener el riesgo y la necesidad de cribado.

Colectivos y profesionales recuerdan que, por seguridad y equidad, la elegibilidad debería guiarse por los órganos presentes y los factores de riesgo, más que por el sexo legal. Además, señalan barreras de acceso adicionales (formularios binarios, lenguaje no inclusivo o vías de citación que no contemplan realidades diversas) que desincentivan la participación.


Guías y posicionamientos técnicos recientes en España abogan por adaptar los programas y crear entornos más inclusivos, sin perder de vista la evidencia sobre riesgos y beneficios del cribado en cada caso. En la práctica, esto se traduce en ajustar los algoritmos de invitación y en reforzar la formación de los equipos.

Qué cambios se están reclamando

Primero, una revisión exhaustiva de las fuentes de datos que nutren el censo de cribado para incorporar marcadores clínicos críticos (p. ej., histerectomía total) y evitar invitaciones inadecuadas. Este filtro debería aplicarse antes de imprimir o notificar cualquier carta.

Segundo, habilitar un canal ágil para que la ciudadanía pueda corregir datos y comunicar circunstancias clínicas que afecten a su elegibilidad, con confirmación de que dichas actualizaciones impactan en el sistema de invitaciones.

Tercero, revisar el contenido y el tono de las cartas de recordatorio para que no generen sensación de reproche. Un mensaje claro y empático, que explique el porqué del cribado y cómo pedir cita, mejora la adherencia sin culpabilizar.

Cuarto, avanzar hacia un modelo de selección que contemple criterios clínicos y no solo registrales, con especial atención a las personas trans y no binarias. Incluir la verificación por órganos en la lógica del sistema reduciría tanto errores como exclusiones.

Por último, reforzar la transparencia: informes periódicos sobre invitaciones enviadas, devoluciones, tasas de participación y motivos de exclusión ayudarían a detectar temprano incidencias y a priorizar mejoras.

Los casos conocidos en Andalucía muestran que, aunque la estrategia de invitar y recordar es esencial para captar a la población diana, el sistema necesita depurar datos, afinar criterios y cuidar la comunicación para que nadie quede fuera por un fallo administrativo ni reciba una carta que no le corresponde.

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