La necesidad de poner límites en la infancia y adolescencia es de vital importancia para el adecuado funcionamiento familiar, social y afectivo. Cuando hablamos de límites nos referimos a establecer de forma clara y sin tapujos aquello que debe o no hacer nuestro hijo. Las normas han de ser lógicas, reflexionadas y consensuadas cuando así sea posible.
Los límites no son inamovibles, se tratan de normas flexibles que han de ser modificadas en función de la situación particular de la familia, así como la edad del hijo. Pero lo más importante en los límites es la necesidad de establecerlos.
La sobreprotección parental dificulta el establecimiento de límites claros. Es frecuente la aparición de normas vagas y difusas que se adaptan más a las necesidades momentáneas de los niños que a la lógica de los padres y madres. Esta visión excesivamente protectora es altamente perjudicial para el desarrollo de los hijos. De esta forma, pueden aparecer problemas de conducta en la pubertad y adolescencia, en numerosas ocasiones.
Cuando le decimos “no” a nuestro hijo le damos un mensaje de amor. “Te quiero tanto, quiero un futuro de aceptación personal y social para ti, que tengo que enseñarte a tolerar tu frustración.” Esto es difícil para los padres, ya que es mucho más doloroso ver como aparece la rabia, la tristeza y el llanto. Pero no podemos olvidar que la aparición de emociones negativas son tan importantes como los momentos de gozo y alegría. A lo largo de la vida tenemos que aprender a vivir todas las emociones. El manejo de la rabia y la frustración es necesario gestionarlo de forma adecuada desde la infancia.
Padres y madres, digamos no a nuestros hijos cuando sea necesario y digamos sí cuando también lo sea. Digamos no con amor, afecto y cariño. Animemosles, motivemosles, hagamosles sentirse capaces de enfrentarse a cualquier dificultad. Todo ello, permitirá ir controlando los difíciles momentos de “noes” que vendrán a lo largo de la infancia, adolescencia y vida adulta.
Pues sí, tienes razón: el NO a veces es necesario y saludable, y no pasa nada si los niños se acostumbran a escucharlo. Siempre he pensado que darles a los peques cosas materiales ‘solo por que lo pidan’ no es nada bueno. A cambio el afecto les fortalece.
¡Gracias por este post, Marina!