¿Que por qué escribo algo tan obvio? Porque hace unos días leía un par de columnas en las que se exponía una cruda crítica a las mujeres que elegimos vivir la maternidad como más bonita nos parece. Yo me pregunto si acaso amamantar o dedicarse a la crianza de los/as hijos/as no es feminista o si es que yo no soy libre para tomar estas decisiones. Me pregunto si, verdaderamente, ¿es necesaria una reflexión sobre la libertad de la maternidad?
Sobre la lactancia
La leche materna es el mejor alimento para un bebé. No digo nada nuevo si hago esta afirmación. Todas las mujeres que tienen bebés en nuestro país en este siglo disponen de esta información. Las madres que deciden, a pesar de todo, dar biberón a sus hijos/as toman su decisión libremente y son respetadas y no juzgadas. Afirmar que la leche materna es el mejor alimento para un bebé no es juzgar la decisión de ninguna madre, es simplemente aportar un dato objetivo, real; creo que no caben dialécticas sobre leche materna o leche de fórmula. He leído términos como «iluminati» o «esclava» de la teta que, sinceramente, ni comparto ni entiendo: dar el pecho a demanda es la única manera de dar el pecho, eso no te hace prisionera, te hace mamá lactante.
Sobre la crianza
Las opiniones son diversas sobre cuándo es el mejor momento, el más oportuno, para que un bebé vaya a la escuela infantil. Algunas mamás, desafortunadamente, tienen que llevar a sus bebés a las escuelas infantiles con apenas cuatro meses; y escribo «desafortunadamente» porque no concibo que una madre se separe de su bebé con apenas cuatro meses; como ya dije en un artículo anterior, considero que el mínimo deben ser los seis meses de lactancia materna exclusiva; yo lo ampliaría hasta el año al menos. Pero la sociedad nos impide que la rueda deje de girar porque considera, erróneamente, que es más importante producir y generar riqueza que la crianza de los/as hijos/as, lo cual es un tremendo error; así nos va. Pero ¿qué ocurre si yo decido –porque tengo la suerte de poder hacerlo; es una pena, pero así es– quedarme más tiempo con mi bebé?, ¿qué ocurre si decido dedicarme de forma exclusiva a la crianza? ¿Y si no lo hago? ¿Y si lo hace mi pareja?
Sobre la libertad
¿Soy libre para decidir o mis decisiones son estas condicionadas por el patriarcado? ¿Por qué amamanto? ¿Por qué me ocupo a la crianza de mi hijo/a? Creo que es oportuna la reflexión sobre todo esto. Yo respondo, personalmente, a esas preguntas: como madre, lo que hago lo que hago por el bienestar de mi bebé, por su felicidad y, en consecuencia, allí donde esté su calma, está la mía.
En los últimos años el feminismo ha conseguido que las mujeres nos hagamos más fuertes, en grupo, unidas. No se trata en la maternidad, como en ningún otro aspecto de nuestras vidas, de competir por ser la mejor (bueno, sí, la mejor mamá para mi bebé sí quiero ser), se trata de ayudarnos las unas a las otras. Invito a la reflexión, a dejar atrás las críticas, cambiarlas por empatía y abrazos. Abrazadas, juntas, valientes, lograremos más.
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