Quizá no seas la misma que hace tiempo. Quizá, antes de ser madre pensabas que lo serías de una manera pero en realidad, ahora, lo eres de otra. Eres una madre diferente porque las vivencias de la maternidad te han hecho ver la realidad de ser madre. Es posible que en el pasado criticases (sin saber) la forma de educar o alimentar algunos padres a sus hijos, sin caer en la cuenta de que lo estaban haciendo lo mejor que pueden o saben.
Posiblemente fueses de esas personas que criticaban a los padres que llevaban a sus hijos a un restaurante… ¡porque molestan a los demás! Hoy, sabes que esos padres lo que necesitaban era un poco más de empatía e incluso, ayuda. Sí, te arrepientes de tus críticas, porque hablabas pensando que sabías todo, cuando en realidad no sabías nada.
Ser madre es poderoso y por eso puede que te olvides de cómo era antes de serlo… son muchas las cosas que han cambiado, tanto por fuera en tu cuerpo como a nivel interno. Tu personalidad ya no es la misma, y tus prioridades tampoco.
Quizá pensabas que serías una madre estricta, para después darte cuenta de que una lágrima de tus hijos hacen que te reblandezcas ante ellos. Pensabas que serías una madre distanciada, y te das cuenta de que no puedes vivir sin el amor de tus hijos. Pensabas que te preocuparías a todas horas si no lo tenías cerca, y bueno, esto sí es así y lo seguirá siendo siempre. Aunque tus hijos crezcan, tendrás la necesidad de saber de ellos, de sentir que están bien… aunque hayan volado del nido.
Nadie es mejor o peor mamá, porque lo que importa es SERLO. Cometerás errores y eso no será malo, porque estarás aprendiendo a ser madre, la mejor para tus hijos.
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