La violencia obstétrica, una forma silenciada de violencia de género

Violencia Obstétrica

Falta de información, medicalización o intervenciones protocolarias sin justificación médica, separación madre-bebé, trato despectivo o paternalista. ¿Te suena?. Si eres una de las miles de mujeres que han pasado por una o varias de estas situaciones, has sido víctima de Violencia obstétrica.

Cuando hablamos de violencia de género, todos tenemos en mente los golpes, el abuso verbal o emocional, el acoso sexual etc. Pero  a nadie se le ocurre cuestionar las decisiones de personal sanitario durante un parto. Ni  pensar que los procedimientos sean contrarios a la evidencia científica y a las recomendaciones de la OMS o el Ministerio de Sanidad.

Sin embargo, la Violencia Obstétrica existe. Y ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud, como una forma de Violencia de Género por violar los derechos de las mujeres.

¿Qué es la violencia obstétrica?

Es aquella que sufre la mujer, durante sus embarazos  y partos, por parte de profesionales sanitarios que consideran estos procesos fisiológicos , como algo patológico y a la mujer incapaz de decidir sobre su propio cuerpo.

Según la OMS «En todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación».

¿Qué prácticas son consideradas violencia obstétrica?

Se crea el Observatorio de la Violencia Obstétrica para cambiar nuestra realidad

  • Tactos innecesarios durante los días previos al parto o durante el mismo
  • Inducciones y cesáreas innecesarias y muchas veces programadas a conveniencia del profesional que va a atender el parto.
  • Maniobra de Hamilton para ayudar a desencadenar el parto. Esta maniobra se suele realizar en un tacto haciendo un movimiento circular del dedo para separar las membranas y favorecer a maduración del cuello del útero.
  • Episiotomías de rutina. Corte del perineo (piel y músculos entre la vagina y el ano) durante el trabajo de parto para agrandar el canal vaginal.
  • Obligar a la mujer a parir tumbada o imposibilitar el movimiento
  • Maniobra de Kristeller. Una maniobra desaconsejada por la OMS y por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Consiste en presionar el útero para facilitar el descenso del bebé.
  • Prohibición de ingerir alimentos o bebidas
  • Falta de intimidad
  • Malas respuestas, trato vejatorio e infantilización de la mujer.
  • Separación madre-hijo
  • Falta de empatía y de apoyo emocional.

Estos son solo algunos ejemplos de la violencia que sufren algunas mujeres en un momento tan delicado. Muchas mujeres quedan con secuelas, no sólo físicas, sino también emocionales por sentir sus derechos vulnerados y sus sentimientos ignorados. Por si fuera poco, muchas mujeres ni siquiera son conscientes de haberla sufrido ya que se trata de algo normalizado, algo que se hace «por el bien de nuestros bebés y el nuestro propio».

Pero la violencia obstétrica, por mucho que la neguemos, existe y no es normal. El embarazo y el parto no son una enfermedad. Son procesos fisiológicos que, en la mayoría de los casos, no requieren de intervenciones innecesarias y alejadas de la evidencia científica.  La violencia obstétrica también es violencia de género y no debemos consentirla.


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