Una duda frecuente al hablar de la lactancia materna está relacionada con la calidad de la leche materna. Si será suficiente alimento para garantizar el correcto crecimiento del bebé o por lo contrario, necesitará una “ayudita”.
Recordemos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Española de Pediatría: lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses y combinada con otros alimentos hasta los dos años o más. Serán la madre y el bebé quienes decidan hasta cuándo dura la lactancia.
La leche materna contiene todos los nutrientes que el bebé necesita durante sus seis primeros meses de vida. A partir de esa edad comienza la introducción de la alimentación complementaria pero el alimento principal, continua siendo la leche materna.
Las dudas sobre la calidad de la leche materna pueden presentarse en cualquier momento del periodo de lactancia.
Al principio, durante los primeros días, la inexperiencia nos pasa factura. Por esta razón, tenemos que asegurarnos que nuestro bebé está mamando de forma efectiva, que nuestra técnica de amamantamiento es correcta. Para esto, la madre puede recurrir a profesionales sanitarios formados en lactancia materna o a asesoras y consultoras de lactancia.
Los llantos contribuyen a aumentar las dudas. Se tiende a pensar que cuando un bebé llora, es porque tiene hambre. Y sí, a veces un bebé llora porque tiene hambre, pero otras veces llora porque necesita que lo cojamos en brazos, otras porque está incómodo, tiene frío, está cansado…
Pero, le ofrecemos el pecho y se calma. Puede que fuera hambre, o que necesitase el contacto con el pecho materno para sentirse seguro. Recordemos que el pecho materno no es sólo alimento, también es contacto, afecto y placer.
Hay que tener en cuenta que el recién nacido no nace hambriento. Hasta el momento del corte del cordón umbilical, todas sus necesidades de alimento han estado cubiertas. A partir de ese momento, la producción de leche en los pechos se pone en marcha. El calostro de los primeros días es suficiente para calmar el apetito del bebé.
Si nuestro bebé pierde peso durante los días inmediatos al nacimiento y la técnica de amamantamiento es correcta, no es porque no tenga bastante con el calostro. Sino porque es algo fisiológico. Casi todos los bebés pierden entre el 10% y el 12% de su peso por la expulsión del meconio y líquidos y por la inexperiencia en la succión. Empezaremos a ver cómo nuestro bebé gana peso a partir de los diez días de vida aproximadamente.
Pasados estos primeros días, y con cierta periodicidad, pueden producirse crisis de lactancia. No significa que nuestra leche ya no sea suficiente, sino que el bebé necesita más cantidad por eso suele aumentar la frecuencia de las tomas. No tiene más que mamar más veces para que el pecho de la madre produzca más cantidad de leche.
Tampoco significa que pase hambre el hecho de llevarse las manitas a la boca. Hay que tener en cuenta que para los menores de 3 años, la principal herramienta para explorar el mundo es la boca. Si el bebé se lleva las manos a la boca no es porque tenga hambre, sino porque así está conociendo su cuerpo y disfrutando con ello.
Conforme va creciendo el bebé, la composición de la leche va variando, adecuándose a las necesidades. Y siempre alimenta, hasta cuando el bebé ya es un niño de 3 años.