Los bebés nacen con una necesidad innata de succionar. Los recién nacidos confían en este «reflejo de succión» no solo para sustento sino también para calmarse. Los bebés pequeños no tienen otro mecanismo para controlar su angustia, no pueden tomar una bebida, no pueden pedir una manta, no pueden usar sus manos para controlar las cosas.
Chupar les proporciona una forma de calmarse y por eso muchos padres optan por este recurso cuando ven que sus pequeños están angustiados. Por lo tanto, los bebés succionarán, si no con un chupete, con un pulgar, dedo, biberón o pecho.
Si un bebé necesita amamantar más veces durante dos horas, está usando a mamá como chupete. En tales casos, un chupete puede ayudar a satisfacer las necesidades de succión no nutritiva del bebé mientras se da a la mamá un descanso necesario.
Solo tienes que asegurarte de que la lactancia materna esté bien establecida antes de introducir el chupete. Para los bebés que tienen problemas para aprender a amamantar , el chupete puede enseñar malos hábitos, por lo que lo recomendable es esperar de 6 a 8 semanas hasta que la lactancia esté bien establecida.
Una vez que el bebé es un experto en la lactancia y se establece el suministro de leche materna (generalmente en unos pocos días), está bien dejarle el chupete al pequeño para que pueda regular su propia angustia y darle un respiro a los padres cuando el pequeño se ha calmado.
Un chupete no tiene que ser nada malo y menos si se le retira al pequeño antes de los dos años, ya que de esta manera su dentadura no tiene por qué sufrir ningún tipo de deformación. El problema está cuando se usa más tiempo y el niño tiene más edad. Aunque de forma natural los niños pueden dejar el chupete a los 3 o 4 años, cuando encuentran otras estrategias para calmar su angustia.