Cuando somos niños parece que los padres estarán siempre a nuestro lado, que su piel no se arrugará y que sus mentes se mantendrán lúcidas durante todo el tiempo. Desgraciadamente ésta no es la realidad que ocurre en la vida de las personas. Todo lo que nace, crece, envejece y muere. También los padres y las madres. Es una realidad que nadie quiere aceptar pero que es evidente a medida que el tiempo pasa. Pero esto no es fácil de entender ni para los niños, ni para los hijos adultos.
El envejecimiento es sin duda algo natural, pero que duele en el corazón de las personas que lo ven con sus propios ojos. Envejecer significa estar más cerca de la muerte, y de la muerte, nadie se escapa. Pero, ¿cómo explicar esto a los niños para que no lo vean como algo negativo?
Es importante que los padres hablen desde siempre y con naturalidad a los hijos sobre el envejecimiento y el paso del tiempo. El envejecimiento no ocurre de un día para otro, no es algo que pase de repente, es progresivo y deben pasar muchos años para que llegue a la vida de las personas.
Es necesario respetar los sentimientos de los niños y que entiendan que todo tiene un ciclo vital, no solo las personas. Que las personas mayores se merecen nuestro respeto y todo el amor y cariño del mundo, porque su lucha durante toda su vida merece que sea valorada y recompensada de algún modo. No hay que mentir a los niños, hay que decirles la verdad sobre el envejecimiento, decirles la verdad sin negarles la realidad.
Ten en cuenta las palabras que utilizas para que tus hijos sientan que tú también crees lo que dices, que envejecer es algo natural que no hay que temer. Y sí, mamá también envejecerá.