Mi hijo anda de puntillas

niña andando aire libre

La mayoría de los niños y niñas cuando comienzan a andar lo hacen de puntillas. Lo más normal es que sea lo que se llama marcha de puntillas idiopática. Esta se produce de modo simétrico en los dos pies, es de origen desconocido, pero parece que hereditaria. En general, si se tarta solo del comienzo, cuando el niño está empezando a andar no suele tener consecuencia importante.

Pero, a veces, si se mantiene en el tiempo y no cambia, esta forma de andar de tu hijo, de puntillas, puede estar asociada a ciertas enfermedades. Te contamos cuáles pueden ser, sus causas y consecuencias, y su tratamiento para que lo tengas en cuenta que conviene conocer.

¿Qué es la marcha de puntillas idiopática?

niño saltando

En general es el comportamiento de andar de puntillas cuando los niños comienzan a hacerlo. Es algo más frecuente en los niños, que en las niñas. Por lo general este hábito se da antes de los 2 y 3 años, y luego desaparece a medida que el niño crece. Desaparece más o menos después de 3 o 6 meses de que el niño esté andando. Se trataría de uno de los reflejos primitivos. 

Cuando el niño da sus primeros pasos autónomos suele inclinar el cuerpo hacia delante, con las extremidades un poco flexionadas y separadas para conseguir un mayor equilibrio. En esta etapa, y con esta postura, los niños presentan una marcha de puntillas, porque tienen mayor dificultad para poner el talón en el suelo en la fase de apoyo del ciclo de marcha.

Por tanto, si tu hijo anda de puntillas al principio, es perfectamente normal. Es la capacidad de búsqueda que tiene el ser humano para encontrar el mejor patrón posible en su organización de la postura bípeda. Sin embargo, este patrón debe desaparecer antes de convertirse en equino idiopático. Pero, no te preocupes si tu hijo combina andar de puntillas con el apoyo total de la base plantar.

Andar de puntillas como síntoma de patologías

hermanos

Que un niño mantenga andar de puntillas meses después de haberse iniciado a andar puede ser un síntoma frecuente de ciertas patología neurológica, traumatológica o neuromuscular, así como otros problemas del desarrollo en los que puede alcanzar una prevalencia de más del 40%. En estos casos, la marcha de puntillas se considera de origen médico.

Las patologías que más frecuentemente se relacionan con la marcha de puntillas son la parálisis cerebral, los trastornos del espectro autista, la distrofia muscular, el trastorno por déficit de atención/hiperactividad y los trastornos del lenguaje y del aprendizaje. Asimismo, con ciertos problemas óseos, como el pie zambo, o un tendón de Aquiles corto que impide que el talón llegue a tocar el suelo al caminar.

Cuando no se hay una justificación médica para esta marcha de puntillas, se habla de otros factores de riesgo. Por ejemplo se dice que este tipo de marcha ideopática es hereditaria, tiene antecedentes familiares positivos. Las complicaciones perinatales o el uso de andador también aparece como un factor relacionado con la persistencia este patrón.

Recomendaciones para la marcha ideopática

familia


Si la marcha de puntillas persiste, se recomienda iniciar la intervención con el niño de manera que se favorezca una corrección en el patrón de andar y, evitar así el acortamiento del tríceps sural o la aparición de deformidades. Entre las intervenciones más habituales en estos casos están:

  • Fisioterapia, con estiramientos, fortalecimiento, ejercicios de movilidad del tobillo y entrenamiento de la marcha.
  • Terapia ocupacional, para aplicar estrategias de integración sensorial.
  • Aplicación de plantillas u ortesis en pie tobillo durante el día para favorecer un patrón de marcha más normalizado, o por la noche para aumentar la flexibilidad muscular.
  • Yesos y moldes para aumentar la longitud del tríceps sural. Y por último cirugía ortopédica en los casos más graves.

Por lo demás, queremos recordarte que, en general, se trata de niños sanos, que tienen un desarrollo normal. Y si es el caso de tu hijo, observa si anda de puntillas de una manera más exagerada cuando caminan descalzos por superficies frías, o con peculiaridades, como la hierba. Puede ser un caso de hipersensibilidad.


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