Mi hijo tiene un tic nervioso, ¿debo preocuparme?

Mi hijo tiene un tic nervioso

Observar que tu hijo tiene un tic nervioso puede resultar preocupante, especialmente si es algo que aparece de forma repentina. Los tic son movimientos involuntarios que pueden ser motores, como un parpadeo, un movimiento en el hombro o el cuello. Y también pueden ser sonoros, un carraspeo constante, la repetición de palabras o ruidos. Estos tics son muy frecuentes en niños y adolescentes.

A menudo empeoran ante situaciones de estrés, cuando los niños están estudiando ante un momento de mucha concentración, el tic involuntario suele empeorar. Aunque también puede ocurrir cuando el niño pasa mucho tiempo frente a una pantalla, el ordenador, un teléfono móvil o la televisión. Los tics en niños y adolescentes son muy habituales, pero, ¿son preocupantes?

Por qué se produce el tic nervioso

Tic nervioso por exceso de pantallas

El tic nervioso puede estar causado por diversos motivos, por cuestiones psicológicas, factores ambientales e incluso, en los tics existe un componente genético. Esto significa que si tu hijo tiene un tic, es muy probable que uno de sus progenitores también lo tuviera en la infancia, incluso que lo siga manteniendo en la madurez. Para diagnosticar el tic y encontrar una posible causa médica, es necesario consultar con el pediatra.

Observa muy bien a tu hijo para detectar cuándo se produce el tic, si está relacionado con determinadas circunstancias y si empeora en momentos concretos. Toda esta información es muy importante para que el pediatra pueda realizar un estudio y obtener un diagnóstico. Ya que, aunque en muchos casos es algo que de la misma manera que aparece se va, es posible que esté relacionado con problemas neurológicos y otros problemas médicos, como patologías oculares.

Cuando un tic nervioso se alarga mucho en el tiempo, más de un año, pasa a determinarse como tic nervioso crónico y es cuando adquiere una consideración más seria por parte de los especialistas. Esto es porque este tipo de movimientos involuntarios, pueden tener relación con trastornos como el TDAH, el Síndrome de Tourette o el Trastorno Obsesivo Compulsivo.

¿Qué hago si mi hijo tiene un tic nervioso?

Revisión oftalmológica en los niños

Principalmente es fundamental mantener la calma y evitar comentarios que puedan empeorar el tic. Es posible que el tic del niño te altere, te preocupe y te lleve a intentar controlarlo a la fuerza. Debes ser consciente de que el niño no puede controlar ese acto involuntario de su cuerpo, ya sea físico o sonoro. Por lo que en lugar de alterarte e intentar que el niño lo controle, busca posibles causas.

El tic nervioso es un movimiento involuntario, lo que implica que no se puede controlar. Lo que se puede es trabajar para reducir la frecuencia y la intensidad, pero esto requiere de tiempo y paciencia. Cuando se trata de niños, más importante es aún ser paciente y comprensivo, ya que para ellos es algo totalmente normal. Sentir la presión sobre algo que no pueden controlar, no hará más que complicar la situación.

Una de las más frecuentes suele encontrarse en los problemas de visión. Si tu hijo tiene un tic en el ojo, acude a la consulta del oftalmólogo como primera opción. Limita el uso de las pantallas, porque en cualquier caso no son beneficiosas. Intenta localizar el foco, lo que causa el tic en tu hijo, así podrás distraer al niño antes de que empeore la situación.

En el caso de que el tic nervioso se alargue demasiado, pasen unos meses y además observes otras características como cambios de humor, falta de concentración o tu hijo desarrolla muchas manías, acude a la consulta del pediatra. También debes prestar atención a los hábitos de sueño de tu hijo, si tiene terrores nocturnos, le cuesta alcanzar el sueño profundo, presenta dolores de cabeza o cambia su rendimiento escolar.


Todas estos signos pueden ser una señal de alerta, observa a tu hijo, anota todo lo que pueda ser relevante y consulta con el médico lo antes posible. Lo más probable es que se trate de algo poco o nada preocupante y que desaparezca naturalmente con el paso del tiempo. Tómatelo con calma, observa a tu hijo y ante la menor duda, acude al médico.


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