Estas son palabras que a veces necesitamos oír. Lo necesitamos cuando nos sentimos mal porque un tipo pensó que nos insinuábamos cuando solamente pretendíamos ser amables. O cuando vemos que la persona que amamos no se comporta de la forma que esperábamos. Cuando se nos trata como objetos en lugar de como personas.
Esas veces en las que dudaron de ti por tu actitud, por tu ropa, por ser mujer y salir sola. Todas esas veces, en las que se nos culpa de algo que se permite a un hombre, necesitamos saber que alguien nos protege, nos entiende y nos apoya.
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La diferencia entre amabilidad y coquetería
Culturalmente está muy aceptado eso de que si sonríes a un hombre, te tocas el pelo o simplemente te ruborizas, estás tratando de llamar su atención. Pero a veces solo pretendes ser amable, no quieres salir con él, ni besarle, ni nada por el estilo. Esto es algo que a algunos hombres les cuesta entender, porque, insisto, culturalmente está aceptado así y no creen estar equivocados.
No, tampoco es por tu actitud, ni tu ropa
En casos de abuso o violación, se tiende a culpar a la víctima por una supuesta actitud provocativa, o por la ropa que lleva puesta. La realidad es que no importa, porque para un agresor puede ser igual de provocativa una sonrisa que un beso de tornillo, una falda ajustada o el camisón de la abuela. Es su mente la que te imagina atractiva para él, no importa lo qué tu hagas.
Educar en el consentimiento
Muchos casos de violación o de abusos, no denunciados, ocurren dentro de la pareja, o con un amigo cercano. Esto ocurre porque también es culturalmente aceptado el hecho de que si una mujer no dice que no, quiere decir que sí. A veces es solo que no ha reaccionado.
Es frecuente que se acepte hacer cosas que no te apetecen, por el hecho de agradar o de ser pareja. Además de ser un error, cualquier cosa que se haga bajo coacción, es por sistema un abuso. No tienes porqué hacer lo que no quieres. Tu pareja o tu amigo, debe entender que callar o quedarte quieta, no es un sí. Solo un sí significa sí.
Cuando la propia mujer se ataca
Es escalofriante ver cómo algunas mujeres adoptan actitudes en contra de su propio género. Culpan a las víctimas en lugar de a los agresores. Juzgan a otras mujeres por su actitud, por su libertad, por no depender de nadie. Es lamentable cuando esto ocurre y es un ejemplo nefasto para nuestros hijos.
Cuando juzgas a otra mujer, estás enseñando a tus hijos a no respetar a los demás. Les enseñas además, que una mujer debe cumplir más normas sociales de las que debe cumplir un hombre. Si tienes una hija pensará que tiene derecho a juzgar a otras mujeres y que estará en constante tela de juicio por sus compañeras. Aprenderá a competir, con el estrés y la presión para su autoestima que ello supone.
Una palabra importante a introducir en el vocabulario es «sororidad», un americanismo, referido a la solidaridad que se produce entre mujeres. Ese sentimiento de camaradería que nos da la comprensión mutua, debido a la similitud de nuestras circunstancias.
La igualdad y el respeto a las personas
Es de suma importancia que eduquemos en igualdad a nuestros hijos, y que no les dejemos asumir roles de género, que pueden hacerles caer en errores muy perjudiciales para ellos. Quiero decir que educar en igualdad es no educar a un niño o una niña, sino educar a una persona.
Todo ser humano merece respeto y debe respetar a los demás, por el mero hecho de ser personas. No importa el sexo biológico, ni su identidad sexual, todos son personas.
El sistema actual no cubre las necesidades de una sociedad diversa. En la que ninguna mujer tenga que luchar el doble, para llegar al mismo punto que un hombre. Una sociedad en la que un hombre, también tenga la libertad de ser él mismo. Donde exista una corresponsabilidad con los hijos y una verdadera conciliación familiar y laboral.
Una sociedad diferente, en la que no haya que creer a ninguna víctima. Esa en la que a una mujer se la respete como persona y no necesite defenderse de nadie, ni de nada.
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