No eres una ‘superwoman’, tampoco tienes superpoderes. Quizá te estreses cada mañana porque quieras hacerlo todo en tu vida; tener tiempo para todo, ser la madre, mujer y esposa perfecta, tener la casa impoluta, que a tus hijos no les falte tiempo, ser la primera en el trabajo… Pero, ¿dónde quedas tú?
¿Quién te dice que necesitas hacer todo lo que tienes en mente hoy? Esta forma de culpabilidad es típicamente autoimpuesta por padres que piensan que deben ser padres superhéroes. Además de un súper empleado, súper amigo, súper ama de casa y súper-todo-lo-otro-posible… ¡Pero no es así! Si intentas ser perfecto en todo, ¡acabarás enfermando gravemente!
Si bien es importante vivir una vida equilibrada, un equilibrio trabajo-vida no significa que todo debe ser justo e igual. Puede haber momentos en los que debas centrarse más en tu carrera y en momentos en que tu familia te necesite más de lo habitual. No te sientas mal si un día tienes que hacer más en el trabajo y menos en casa. Tampoco te sientas mal si un día estás cansado/a y no tienes ganas de limpiar. Así es la vida, se trata de priorizar.
Debes aprender a pedir ayuda, estar dispuesto/a a pedir ayuda cuando la necesites o a aceptarla cuando se te ofrezca y necesariamente sea necesaria para ti en ese momento. Si tienes unos ahorros o si te lo puedes permitir, puedes contratar a personas para que limpien tu casa, o personas que vayan a hacer la compra para ti.
Aprende a decir que no a las obligaciones que no te incumben o que te roban más tiempo del debido. Permite que tus hijos vean la televisión de vez en cuando porque tú necesitas un descanso. Eso no les hará ser malos hijos ni tú ser una mala madre o padre.