Notas escolares: ¿cuánta importancia se le da a una calificación?

Recuerdo como si fuera ayer unas palabras (para mí muy sabias) que me dijo mi madre cuando iba a tercero de primaria: «hija, saques las notas que saques, no te olvides que por encima del número eres una persona. Y las personas son más que una calificación de una asignatura». Esta semana, los profesores dan a los alumnos el boletín con las notas escolares. Una semana que para algunos crea ansiedad, agobios, miedo y rechazo.

Una parte de la sociedad (más de la a que muchos nos gustaría) está obsesionada con los aprobados y con los suspensos. Con los nueves y con los ochos. Hay profesores que únicamente dan importancia a las notas escolares y que en base a eso es su trato con los estudiantes. Es decir, si un alumno ha sacado un diez es un alumno brillante mientras que, un alumno que ha sacado un cuatro y medio no lo es tanto y no se merece tanta atención.

Pero, ¿qué podemos decir de las reacciones de los padres y de las madres?

Pues como todo en esta vida, hay de todo. Hay familias que se enfadan porque sus hijos hayan suspendido alguna y proceden a los castigos por «malas notas escolares» (curiosamente, las malas reacciones de los padres es en muchas ocasiones lo que provoca la ansiedad, el malestar y el agobio de los estudiantes). Y hay familias que dialogan con los niños o jóvenes, que se comunican de manera asertiva con ellos, les escuchan e intentan comprenderles.

Precisamente, en el post de hoy se me ha ocurrido hablar de las reacciones que no se deberían tener al ver las notas escolares de los estudiantes e hijo frente a las que sí se debería tener. ¡Vamos a por ello!

Educar en el miedo no funciona

¿Qué quiero decir con esto? Pues que hay padres y docentes que amenazan con «pues si no apruebas todas las materias vas a repetir curso» «pues si apruebas todo vas a tener más regalos» «pues ya veré yo si has estudiando cuando traigas las notas escolares» «pues si te queda alguna asignatura nos vamos a enfadar mucho contigo». Esas frases son amenazas. Amenazas que hacen que los estudiantes aprendan de manera forzada y no por voluntad propia. Amenazas que como decía antes, crean ansiedad, malestar y agobio en los niños y jóvenes.

Sin embargo, si familias y profesores se olvidan de esas amenazas podemos conseguir que el aprendizaje de los estudiantes fluya de manera activa, sin miedo y sin ninguna presión. Se trata de apoyar a los estudiantes e hijos en su trayectoria no de ir poniéndolos más obstáculos en la primera caída que tengan.

Gritar y enfadarse por las notas escolares no es la solución

Hay padres (y también profesores) que se enfadan con estudiantes e hijos por haber sacado malas notas escolares. ¿Qué sucede? Que gritan y hablan mal. De esta manera, los alumnos se frustran, se decepcionan con ellos mismos, se entristecen y dudan muchísimo de sus habilidades y de sus capacidades. Es decir, pierden confianza en sí mismos, baja su autoestima y la energía positiva que podían tener antes va disminuyendo poco a poco.

Si padres y docentes mantienen una comunicación asertiva y de diálogo, una actitud positiva y una escucha activa, tanto estudiantes como hijos se sentirán seguros, cómodos, relajados y libres de ansiedad. Es momento de apoyar a los alumnos para que mejoren y para fomentar su espíritu de superación. Personalmente, creo que con enfados y gritos no se consigue absolutamente nada más que crear un malestar innecesario y un tenso clima escolar y familiar.

Centrarse únicamente en un número es un error

Las notas escolares suelen evaluar siempre un único aspecto y simplemente dos inteligencias: el intelectual y las inteligencias-lógico matemática y lingüística. En los centros educativos se debería tener en cuenta el lado emocional-social y personal de los estudiantes y también el resto de las inteligencias para formar de manera íntegra a los alumnos.


Cuando doy vueltas por foros educativos o escucho conversaciones de algunos padres casi siempre me encuentro con esta frase: «bueno, si has sacado un siete en matemáticas y un cuatro en educación artística no pasa nada». De esta manera, se está metiendo a los estudiantes e hijos en un saco de obsesión por las calificaciones increíble. Además, dar más importancia a una materia que otra a mí personalmente me parece un error.

Sin embargo, si los alumnos y los hijos son conscientes del apoyo de padres y profesores y saben que son personas y no simples números de las notas escolares, tendrán más motivación para esforzarse a hacerlo mejor, su autoestima seguirá equilibrada y su autoconcepto no se volverá pobre.

Basar el aprendizaje en la notas escolares

«¡Es que no has aprendido nada por haber sacado un cuatro!» «¡Veo que lo has comprendido todo porque has sacado un ocho!». En muchas ocasiones, he tenido que escuchar esas frases. Realmente, sacar un diez o un nueve no asegura a padres y profesores que los estudiantes e hijos hayan aprendido ya que la memorización y la repetición está a la orden del día. De hecho, hay bastantes alumnos que aseguran que después de una semana se olvidan de lo que han aprendido.

Lo más adecuado sería fomentar el aprendizaje activo y significativo en las aulas. Y sobre todo, no creer que por haber sacado buena nota el alumno lo ha comprendido todo a la perfección. Los padres, a su vez no deberían obsesionarse tanto con lo que puedan encontrar en las notas escolares. Hay que tener en cuenta que ni exámenes ni calificaciones evalúan de forma íntegra a los estudiantes. Por lo tanto, si hay algún suspenso en el boletín de notas, no hay que ponerse nerviosos, ni alterarse. No hay que olvidar que tanto niños y jóvenes están aprendiendo y cada ritmo de aprendizaje es diferente y único. Simplemente, hay que tratar de respetar eso.


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  1.   Macarena dijo

    Hola Mel, cuanta razón tienes … Creo que nos centramos demasiado en los resultados, sin tener en cuenta que el propio proceso es un indicador de cómo le van los estudios a la niña o el niño. Nuestros hijos deben ser felices y deberían estar satisfechos con la educación que se les da, y es el sistema educativo el que debe estar adaptado a las necesidades de los niños, no al revés. Si no veo a mis hijos contentos, si no les veo motivados… algo falla.

    Para mí el resultado numérico es solo una parte, de hecho es una pequeñísima parte, porque al final se puede conseguir un aprobado haciendo media, o recuperar (si están en Secundaria), y repetir, aunque estoy convencida de que no es demasiado útil, no es ningún drama. En cambio un niño desorientado, o frustrado, o con dificultades no atendidas… esa es una situación que se podría cronificar. Sin contar con que en ocasiones presionamos para el «Excelente» y no prestamos atención a los signos de depresión, por ejemplo.

    En fin, que soy madre de dos hijos, y si ellos están contentos con el resultado, yo también, si suspenden no me estiro de los pelos ni les pego la bronca… Que la vida es muy bonita para amargárnosla; lo que tenemos que hacer es ponernos de su lado.

    Un abrazo, y gracias.