NUNCA digas esto cuando disciplines a tus hijos

Niño abrazando a su madre

Las palabras tienen un gran poder en la mente de los niños, y aunque lo que realmente les enseña son tus acciones, hay palabras que se pueden clavar en su alma durante mucho tiempo, causando una herida emocional que no es fácil sanar. Por lo tanto, las palabras que les digas a tus hijos tendrán un gran impacto en la forma en que tus hijos se sientan consigo mismos y también contigo.

Cuando tu hijo tenga un mal comportamiento (que como niño que es, lo tendrá porque es necesario para su desarrollo), tendrás que escoger las palabras que les dices de forma muy cuidadosa. Hay algunas cosas que NUNCA tendrás que decirles cuando estés disciplinándoles porque si lo haces, será tirar duras piedras sobre tu propio tejado.

¡Actúas como (el nombre del otro progenitor)!

Decirle a tu hijo que se comporta igual de mal que su padre o madre o que le recuerda a otra persona (cuyo comportamiento no aprecies), no es para nada útil. Las comparaciones siempre son odiosas y un problema, porque incluso las que quieras hacer con un carácter más positivo pueden ser realmente dañinas. Nunca compares a tu hijo con otra persona porque no es como otra persona. Tu hijo es único en el mundo y tiene su propia idiosincrasia, por lo que jamás le compares con otra persona que no sea él mismo.

Eres un (etiqueta negativa)

Si etiquetas a tus hijos de forma negativa y les llamas cosas como por ejemplo: ‘pesado’, ‘malo’, ‘nervioso’, ‘travieso’, ‘monstruo’… Esto se convertirá muy a tu pesar, en una profecía autocumplida… De hecho, incluso las etiquetas positivas también pueden tener un impacto negativo en la autoestima de los niños, sobre todo aquellas que no son realistas.

Es necesario que no pongas etiquetas a tus hijos de ninguna manera, si le dices que es un niño malo, pensará que realmente lo es y por tanto, como padre o madre que eres, siempre tienes razón… Por lo que su papel será el de comportarse mal porque tú tienes razón.

actuar falta respeto niño

Deja de llorar de una vez

¿Por qué tiene que dejar de llorar si realmente se siente mal en ese momento? Como padre o madre, debes aprender a separar la emoción que siente tu hijo/a en ese instante con el comportamiento que ha tenido o tiene. Para disciplinar a los hijos hay que centrarse en el comportamiento, pero las emociones se deben respetar al máximo y hablar con los hijos para que entiendan cuál es la emoción que están sintiendo.

Esto es algo que los niños deben aprender a comprender, deben entender que sus emociones son aceptadas y se respetan, pero que un mal comportamiento es inaceptable y no se puede tolerar. Si tu hijo llora porque se siente triste, no le digas que se debe sentir de una manera diferente porque sino, comenzará a bloquear sus emociones.

Sin embargo, sin tu hijo está gritando y se comporta mal, hazle saber cuáles serán las consecuencias de su comportamiento si sigue así. Es necesario que le enseñes a tus hijos a tener habilidades de afrontamiento sanas y así, poder hacer frente en otros momentos a las emociones que más le incomodan, como el enfado, la ira o la frustración.

niñso embobados viendo la misma película siempre

¿Has aprendido la lección?

La disciplina no consiste en enseñar de forma punitiva a los niños las cosas que deben mejorar, es un trabajo de reflexión donde los niños deben darse cuenta por ellos mismos de los errores cometidos y de esta manera y una vez interiorizados, serán capaces de modificar su propia conducta. Nunca podrás obligar a un niño a aprender una lección, es un trabajo interno que deben hacer ellos, pero con tu ayuda.


Para conseguirlo nunca tendrás que avergonzarlo por hacer algo mal y ni mucho menos hacerle sentir culpable. Si le preguntas si aprendió su lección, estarás diciéndole que ha hecho mal y que tiene que sentirse mal por ello. Lo mejor que podrías hacer es decirle cosas como: ‘¿Qué podrías hacer de manera diferente la próxima vez?’ Así te estarás asegurando de que entiende que en el futuro es él quien escoge cómo comportarse mejor en una misma situación y que si no lo hace, también habrá sido él quien escoja acatar con las consecuencias que ya conoce por el mal comportamiento.

Al sentir el control de la situación, tu hijo se sentirá más respetado y comprendido, y aunque las normas y las consecuencias estén establecidas por ti, él sentirá que tiene cierto control en la situación al poder escoger si comportarse mal y aceptar las consecuencias que habrán después o comportarse bien y tener consecuencias positivas. A nadie le gusta estar mal, por lo que de forma interna será capaz de reflexionar y saber que el buen comportamiento le hará sentir bien, que exista mayor armonía en el hogar y por tanto, se sentirá más motivado a hacer las cosas bien en otro momento.

No te lo voy a repetir más

Repetir las indicaciones una y otra vez es un mal hábito, pero recordarle que no se lo vas a decir más es un hábito aún peor. Quizá tu hijo necesita que se lo repitas un poco más porque no ha entendido bien lo que le dices, o que se lo digas con otras palabras o simplemente, tocándole el hombro y mirándole a la cara en lugar de gritarle desde otra habitación de la casa.

En realidad, cuando le das una orden a tu hijo está bien que le des una advertencia una vez que te hayas asegurado de que te ha escuchado y comprendido lo que le has dicho. Pero las amenazas son como los gritos… No educan en absoluto.

Espera que tu (padre o madre) llegue a casa

¡Cuidado con estas palabras! Si le dices esto a tus hijos estarás desacreditándote y estarás transmitiendo a tus hijos que tú no tienes autoridad suficiente sobre ellos. Tus hijos verán que no tienes autoridad suficiente para manejar su mala conducta y no respetarán tus normas. Esto creará una dinámica familiar tóxica y tus hijos te recibirán como incapaz y al otro padre como un ogro.

Las consecuencias al mal comportamiento se dan de inmediato, en el momento. No esperes a que otro llegue a casa para ‘arreglar tus papeletas’.


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