Siempre ha sido difícil criar a un niño. El mundo nunca ha sido sencillo, no importa la época, siempre ha habido desafíos para las generaciones nuevas. ¿Hay un manual de crianza? No, lo cierto es que los niños aprenden con base en la imitación, lo que viven cada día en su entorno les marcará su camino futuro.
La felicidad es un concepto relativo, es posible que tu vida esté llena de logros y aún así no sientas que eres feliz. Cada persona tiene sus metas y sus necesidades para vivir tranquilamente su vida, de cada uno depende luchar por conseguir esas metas. Lograrlas sin embargo, no garantiza la felicidad. La alegría va por otro carril y ahí es dónde podemos pensar que hay buenas posibilidades para que la ecuación padres alegres, niños felices funcione.
La felicidad y la alegría
Dijimos más arriba que la felicidad es un concepto relativo. Otros dicen que la felicidad es simplemente disfrutar de muchos momentos alegres. Lo cierto es que podemos tener todo y aún así, no ser felices.
En cambio la alegría, es un sentimiento rápido, fácil de obtener y de ofrecer con un simple gesto. La alegría tiene el poder de cambiar tu estado de ánimo, la sensación de la alegría tiene el poder de transformar de un plumazo tu día. Ofrecer alegría a otras personas es una misión de cada uno, especialmente para con nuestros hijos. Los niños necesitan y merecen vivir en un ambiente alegre, que les proporcione la maravillosa sensación que produce la alegría.
La vida, a veces, hace muy complicado que tengas la capacidad de mostrarte alegre ante los demás. Las frustraciones laborales, los problemas del día a día y las complicaciones lógicas de los adultos, se transmiten a los niños que ven como su entorno se vuelve gris y oscuro.
Llena de alegrías la vida de tus hijos
Darles a los hijos infancias saludables y felices debería ser nuestra meta. Yo creo firmemente que uno no puede saber qué les deparará el mundo, pero sí puede darles una infancia feliz para que sea un refugio ante esos problemas o situaciones de la vida adulta.
Muchos padres se preguntan entonces cómo pueden criar niños felices en el mundo de hoy. No se trata de darles un placer montaneo o una gratificación inmediata sino, de hecho, todo lo contrario. Un niño feliz podrá hacerse de herramientas permanentes, más allá de las gratificaciones instantáneas. ¿Cómo tendrá esas herramientas? Podemos ayudarles a que adopten hábitos saludables y felices.
Los psicólogos infantiles nos dan algunos tips o consejos:
- La mejor manera de lograr esto es básicamente incluir en sus vidas los juegos al aire libre. Sí, trepar árboles, ensuciarse en el barro o buscar bichos dispara el ánimo en un buen sentido. Puedes insistir para que lea un libro en el jardín o que haga su tarea. También está demostrado que el jugar fuera hace que incrementen su empatía, compromiso y auto control, a la postre habilidades sociales críticas para cualquier persona.
- Limitar el tiempo frente a las pantallas también es algo necesario. Sí, es super difícil, pero necesario al fin. No podemos dejar en sus manos el pasar horas jugando. Hay que hacerles jugar algún deporte, hacer alguna tarea en la casa y esas cosas. No es grato, pero el tiempo frente al ordenador o el smartphone debe ser controlado.
- Practicar la gratitud también ayuda a desarrollar herramientas de felicidad. Podemos mostrar sincera gratitud ante lo que ellos hacen por nosotros o hablar de las cosas por las que estamos agradecidos.
- También debemos tener cuidado con nuestras expectativas en relación a los logros educativos o deportivos de los niños. Debemos valorar el esfuerzo, no el resultado. Si lo hacemos mal los niños terminan trabajando para cumplir nuestras expectativas y no las de ellos.
- Que puedan ejercer el autocontrol también es positivo. Por ejemplo, puedes colocar un bowl para que los móviles se dejen en la hora de la cena o cuando hace la tarea de la escuela, o puedes sacar de los dormitorios los elementos electrónicos.
- El compartir comidas en familia es esencial. Es algo que ya muchas familias no hacen, todos alrededor de una televisión, o peor, en sus pantallas. Si bien los horarios trabajan en contra de las reuniones familiares hay que buscar que al menos una comida al día, preferentemente la cena, sea en familia. Será el momento para conversar, para confiar en el otro.
- También es positivo distribuir tareas hogareñas entre tus peques ya que incentivas la responsabilidad individual y colectiva.
Cualquier gesto amable es suficiente para que un niño se sienta alegre y contento. Un abrazo, un beso sonoro, un juego improvisado en mitad de la cena, romperá la rutina del niño creándole una sensación de alegría que se llevará a la cama. No pierdas la oportunidad de mostrar a tus hijos la cara amable de la vida, ya tendrán tiempo para vivir por ellos mismos los momentos duros que todos tenemos que vivir.
Si tus hijos conviven con la amargura de los mayores, con la pena y la frustración, con gritos y con férrea disciplina, crecerán como niños inseguros, apagados y sin deseos de crecer. Seguramente no seas consciente del poder que tienes sobre tus hijos, ellos que son esponjas que absorben todo lo que ocurre a su alrededor. Haz un ejercicio de respiración cada día cuando vuelvas a casa, deja detrás de la puerta todo lo que el día haya acontecido.
Padres alegres, niños felices
Los niños que viven con adultos alegres y divertidos, crecen felices, desarrollan la capacidad de proporcionar alegría y felicidad a otras personas. Enseña a tus hijos esta valiosa lección de vida, ser amable, saludar a las personas, ofrecer una mirada o una sonrisa, puede ayudar a otras personas a superar momentos de amargura.
Ten en mente que los niños tampoco necesitan estar felices todo el tiempo. De hecho, ellos deben experimentar emociones incómodas como tristeza, enojo o miedo. No es necesario alegrar a tu hijo o intervenir cada vez que ellos pasan por un momento así. Al contrario, uno debe ayudarlos a atravesar esas emociones.
Lo cierto es que no es la culpa de los padres si los niños no son felices todo el tiempo. No es nuestro trabajo volvernos responsables de la felicidad de nuestros hijos sino, como dijimos al comienzo, darles las herramientas que necesitan para administrar sus emociones de una manera saludable.
La clave está en darles durante la infancia y adolescencia un ambiente amoroso. Los niños saben quien los ama y a quienes les importan y si han crecido rodeados de amor, es posible que las sorteen mejor las circunstancias de la vida.