En la mayoría de los embarazos la placenta se sitúa en la parte anterior o en la posterior del útero.
Durante el embarazo puede producirse placenta previa, pero el concepto suele causar cierta confusión. A continuación vamos a profundizar en aspectos en torno a su nombre.
La placenta
La placenta es un órgano imprescindible para la supervivencia y protección del bebé, no obstante, acercándose a final del embarazo, disminuye su función de aportar nutrientes que se mueven por el torrente sanguíneo materno, al bebé. Al bebé le aporta oxígeno y facilita la eliminación de sus heces. Gracias a la placenta puede subsistir en el interior de su madre hasta el momento de su nacimiento. La placenta se encuentra en el útero y está formada por una parte del feto y otra de la madre.
Por norma general, cuando se inicia el embarazo, la placenta se encuentra situada en la parte inferior del útero. Según van avanzando los meses puede moverse y situarse arriba. Debe su nombre de placenta previa, por el motivo que cuando esto no ocurre, y no se desplaza, se queda situada en la parte inferior, sobre el orificio cervical interno y cubre parte o todo el cuello del útero. Cuando el cuello del útero se abre durante el parto, la placenta puede llegar a separarse de la pared.
En la mayoría de los embarazos la placenta se sitúa en la parte anterior o en la posterior del útero. El que se indique que está colocada así especifica su localización, pero no da detalles de que exista complicación alguna. Hay madres que la tienen en la cara posterior o lateral. En ocasiones la placenta previa, que generalmente no suele detectarse hasta la realización de la ecografía que se produce entre la semana 24 y 26 del embarazo, llega a confundirse con la placenta anterior.
Placenta previa
La realización de una ecografía dará por válida la existencia de placenta previa en la madre.
Tener placenta previa es un problema que en principio no reviste gravedad para que el embarazo se produzca normalmente y llegue a buen término. Sin embargo, debe tratarse debidamente para que no persista hasta el tercer y último trimestre, ya que en tal caso sí podría suponer dificultades para madre e hijo. Esta complicación afecta a 1 de cada 200 mujeres. Su incidencia es mayor en mujeres que:
-Tienen una edad superior a 35 años.
-Han tenido varios embarazos.
-Han sufrido varios abortos.
-Tienen antecedentes de cirugía en el útero.
-Tienen un útero formado de un modo anormal.
-Presentan un consumo habitual de tabaco y cocaína.
-Tienen antecedentes de placenta previa.
El hecho de que el parto sea vaginal o por cesárea viene determinado por el tipo de placenta previa que exista. Estos tipos son los siguientes:
- Placenta oclusiva parcial: La placenta cubre solamente parte del orificio cervical.
- Placenta oclusiva completa: La placenta cubre en su totalidad la abertura del útero.
- Placenta previa marginal: La placenta llega al cuello del útero, pero sin cubrirlo.
- Placenta previa lateral: La placenta se encuentra cerca del cuello uterino, pero no llega a los márgenes.
¿Cómo se detecta y trata la placenta previa?
Lo más habitual que ocurre si con placenta previa, es el sangrado, normalmente de un color rojo intenso. La realización de una ecografía y posterior ultrasonido transvaginal dará por válida la existencia de placenta previa en la madre y su posición. Si el sangrado es abundante ha de ingresarse a la madre y se sopesará la idea de extraer al bebé por cesárea. Si el sangrado es leve lo normal es programar la cesárea para la semana 36. No es habitual que se produzca dolor, pero sí pueden suceder calambres en el útero. El diagnóstico de placenta previa puede confirmarse también, si:
- Ocurren contracciones antes del tiempo normal.
- El bebé viene en posición transversal o de nalgas.
- El tamaño del útero es mayor de lo que debiera en un momento determinado del embarazo.
Además del sangrado, cesárea, contracciones prematuras…, la placenta previa puede generar parto prematuro. Diagnosticada la placenta previa en un momento temprano, lo habitual es que el médico recomiende reposo a la paciente. El reposo debe ser a nivel pélvico, es decir, la mujer no debe hacerse tactos vaginales, mantener relaciones sexuales y limitar sus viajes hasta el final del embarazo.
Si una madre conoce el diagnóstico de placenta previa puede sentirse abrumada y frustrada. Existen grupos de apoyo a los que poder asistir, para que pueda resultarle más fácil afrontar y pasar el trance. El médico o matrona también serán un punto clave para guiarla durante esa etapa. Otras madres con el mismo problema pueden lograr que no se sienta sola y sepa como gestionar la situación y exponer sus miedos con ellas.
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