No siempre es así, pero hay veces que ocurre. Pareja que llevan mucho tiempo juntos y que se llevan muy bien, cuando pasan a tener hijos y ampliar la familia, todo cambia. Tener hijos es muy fácil pero educarles y criarles mientras crecen no lo es tanto. Se requiere un espíritu de equipo y sobre todo, ir en el mismo camino de la crianza.
Tener hijos pone a prueba a una pareja de manera constante. En cansancio y la distancia emocional durante los primeros meses de vida de un hijo pueden hacer mella en una relación de pareja. Nadie avisa a una pareja lo difícil que es criar a los hijos y esto puede debilitar a una pareja que se esperaba que ser padres fuese más fácil.
Ser padres significa no volver a dormir nunca más igual de bien, estar preocupado todo el tiempo y lidiar en la crianza con adversidades continuas. Esto puede hacer que una pareja feliz se resienta porque han pasado de ser pareja a ser padres. No es fácil tener obligaciones cada día y tener que luchar por ellas cada día. Esa pareja que se enamoró sigue enamorada, pero no se dan cuenta de que ahora deben ser un equipo para poder lidiar con la familia de forma amorosa.
Es necesario que no se dejen pasar los días, las semanas, los meses y los años como calcos de un día a otro. Dedicar la energía a los hijos está bien, pero también hay que ser algo egoísta y buscar momentos de pareja para que no se apague la chispa del amor. Porque si hay algo que los niños necesitan más que el respirar es que sus padres además de ser buenos padres, también se quieran y sean una buena pareja. Una pareja que sea un ejemplo del amor sano que se tienen el uno por el otro. Un ejemplo de asertividad y amor constante.