Todos los padres se enfadan con sus hijos a veces, es algo normal y parte de la educación y disciplina. Pero una cosa es enfadarse y otra cosa actuar mal a causa de ese enfado. Padres estresados con mucha presión social es posible que sientan que no son capaces de controlar todo su enfado, o al menos, no tan bien cómo les gustaría.
Todos sabemos que desde un momento de calma es más fácil disciplinar a un niño que en un momento de estrés, aunque el contexto sea el mismo. Quizás cuando tienes una tormenta de ira delante de tus hijos o con ellos, crees que estás en todo tu derecho de ponerte así. Lo Justifica diciendo que tu hijo se comporta de manera irresponsable, desconsiderada, desagradecida o incluso cruel. Pero tu comportamiento no tiene justificación alguna.
Puedes tener en momentos de este tipo cascadas de pensamientos negativos que hace que te comportes de esta manera algo violenta. Porque no puedes soportar esos sentimientos. En este sentido crees que la mejor defensa es una buena ofensa y actúas de mala manera con tu hijo accionando el enfado y la ira. Todo este proceso dura apenas un par de segundos.
Tu hijo puede ponerte nervioso pero si no causa respuesta la conducta remitirá, en cambio, si produce una conducta por tu parte aunque sea negativa, posiblemente la conducta empeore en el futuro… Porque ha obtenido tu atención. Aunque quizá pierdas la capacidad de pensar con claridad en momentos de este tipo… y creas tus propias rabietas.
Todo esto es normal
Todos nos encontramos en un momento de sentirnos como padres heridos y atormentados después de comportarnos negativamente ante nuestros hijos. También es posible que recuerdes después de cómo te has comportado cómo lo hacían tus padres y todo lo que te dolía que se comportasen de ese modo contigo.
Puedes esperar que tus hijos actúen de las mismas formas que harán que te sientas muy mal. Pero es nuestra responsabilidad como adultos no caer en estos momentos de desesperación y descontrol emocional.
¿Por qué te enfadas con tus hijos?
Los padres y los niños tienen la capacidad de enfadarse mutuamente como nadie más puede hacerlo. Incluso cuando somos adultos, a menudo somos irracionales en relación con nuestros propios padres. Tus padres tiene la capacidad de hacer enfadar de tal manera que actúes como un niño y tus hijos tienen la capacidad de tocarte la ‘tecla’ que haga que tu ‘yo’ irracional salga al escenario.
Este fenómeno ocurre casi a diario y te darás cuenta cómo tus hijos hacen que se activen intensos sentimientos de cuando eran niño, por eso, actúas recreas inconscientemente un pasado grabado en tu memoria y te olvidas en muchos momentos, la importancia de comportarte como un adulto racional que debe cuidar y criar a sus hijos. Cuando ocurren temores y existen miedos desde la infancia, entonces esto puede afectar en tu vida adulta. Es necesario poder soluciones las emociones no resultas de la infancia para poder educar con amor y cariño a nuestros hijos.
Qué le ocurre a tu hijo cuando le gritas
Los niños cuando sufren los gritos o incluso los golpes de sus padres, lo pasarán muy mal emocionalmente. Imagina que tu pareja ha perdido la paciencia y que comienza a gritarte, ¿cómo te sentirías? Ahora imagina que tu pareja mide tres veces más que tú, que tiene mucho más poder que tú y que dependes totalmente de esa persona… Imagina también que es tu fuente principal de protección, de amor, de seguridad, de confianza, de información en el mundo y que no tienes a nadie más en el mundo a quien recurrir… Ahora, piensa de nuevo, ¿cómo te sentirías?
Bien, ahora toma estos sentimientos que has sentido y amplíalos por 1000 veces más. Pues esto es lo que sienten tus hijos cuando tú te enfadas con ellos. Asusta, ¿verdad? Pues imagina cómo se sienten ellos cuando te pones de esa manera descontrolada.
Está claro, que todos tus hijos pueden enfadarse contigo por multitud de factores, y también, tú puedes enfadarte con ellos también… e incluso, enfurecerte. El desafío de la crianza es recurrir a tu madurez como persona adulta para controlar esa expresión de ira y minimizar así el impacto negativo hacia tus hijos y hacia ti mismo. Las emociones existen y deben sentirse para saber qué significan y qué debemos cambiar para estar mejor. Pero en cambio, los comportamientos que se crean a partir de los sentimientos y las emociones, eso, sí que lo puedes cambiar y controlar para que tus hijos puedan crecer dentro de un amor incondicional sin agresividad de ningún tipo.
La ira da miedo
La ira da miedo. Gritar, el abuso verbal, tu rostro enfurecido, hablar de forma irrespetuosa… hará que tu hijo comience a temerte. Pero recuerda que el respeto de tus hijos nunca se ganará a través del miedo. El coste emocional de que tu hijo te tema es demasiado alto como para pasarlo por alto. Los efectos negativos duran demasiado tiempo en el corazón de tus hijos y le alejarán de ti emocionalmente para siempre.
Si tu hijo empieza a tener miedo de tus enfados, es una señal más que clara para que comiences a controlar esas emociones intensas y negativas que solo están estropeando el vínculo emocional que tenéis. Tu hijo puede tener un peor rendimiento académico, empezar a tener problemas sociales, convertirse en una persona más retraída e incluso, en el futuro podría abusar de sustancias por culpa de no haber recibido el amor que realmente necesitaba recibir de ti.
Está comprobado además que los niños que sufren violencia física, sufren efectos duraderos que llegan a su vida adulta y que perjudican gran parte de su vida. Incluso pueden tener problemas intelectuales, sociales y mucho más. Si te comportas mal con tus hijos, ellos no querrán comportarse bien a tu lado, se distanciarán de ti emocionalmente y es probable que esté más abierto a ser influenciado por otras personas más que por ti. Esto significa que habrá llegado el momento de mirar dentro de ti y de buscar ayuda profesional si es necesario. Tu ira puede hacer que tus hijos pasen realmente miedo y eso no lo necesitan en su vida.