10 preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo

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Mejorar la comunicación con los hijos no siempre es una tarea fácil o sencilla. Son muchos los padres que sienten que no son capaces de sacar más de dos o tres palabras a los hijos para mantener una conversación normal o algo fluida. Aunque es cierto que los niños hacen muchas preguntas, no siempre quieren contestar a las preguntas de sus padres. Pero siempre hay caminos por descubrir y muchas herramientas para entablar un hermoso diálogo con los pequeñines. Por eso es que hoy os proponemos 10 preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo.

¿Os habéis sorprendido con la propuesta? Es que aquí lo que vale no es que son diez preguntas sino que se trata de una decena de interrogantes que hay que resolver cada día? ¡Menudo trabajo esto de entablar conversación! ¿Por qué esta condición? Sigue leyendo y descúbrelo.

Compartir preguntas a diario con tu hijo

Los niños pequeños son capaces de hacer más de 300 preguntas al día. Habéis leído bien: 300. Hay muchas cosas que quieren descubrir y saber en esos primeros años de vida. Pero esta carrera del conocimiento no finaliza pasada la primera infancia. Los niños crecen y se desarrollan, comienzan a desarrollar argumentos y establecer inferencias, a cuestionar las situaciones, a redescubrir objetos, adquirir nuevas miradas. Las preguntas nunca tienen fin si hay un buen diálogo establecido.

Por esta razón, es necesario que respondas a las preguntas que te hace tu hijo -a todas y cada una de ellas-, para poder trabajar un buen canal de comunicación con él. Canal que irá fortaleciéndose a medida que vaya creciendo. Cuando le contestas a sus preguntas, estarás modelando una buena estructura de conversación con la que te irá bien en el futuro, cuando quieras mantener una conversación fluida con tu hijo.

Igual que nosotros como padres y madres contestamos a las preguntas de nuestros hijos, ellos deben aprender a contestar a las nuestras, para que la conversación sea algo recíproco. Los niños imitan las palabras, los patrones, las rutinas y los comportamientos de sus padres. Por eso, es buena idea pasar del clásico; ¿qué tal el día? Y tener otras preguntas en retaguardia para poder hacer a los hijos y potenciar una buena comunicación.

Los escenarios para las preguntas

¿Necesitas ejemplos? No pierdas detalle, hay muchas fórmulas para mejorar la conversación con los peques y estas diez preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo impone una rutina cotidiana muy amorosa y fácil de implementar. Y cuando hablamos de fórmulas hacemos referencia a pequeños espacios preservados para que el diálogo se nutra.

Es posible crear momentos especiales para dar vida a ese plan. Cuando se trata de niños de poca edad, el momento del baño es ideal para comenzar con las diez preguntas. El baño compartido es un espacio lúdico en el cual los niños están serenos y disfrutando el momento. Es un capítulo muy interesante para abrir el juego al diálogo, preguntar acerca del día, de sus rutinas diarias, de la escuela o el jardín de infancia. Es el momento en el que si habéis notado algo extraño en la mirada o el comportamiento del peque, podéis indagar con algunas preguntas que os ayudarán a dar cuenta de alguna situación. Más allá de que los padres busquen indagar en ciertas cuestiones las preguntas no tienen por qué dejar de ser divertidas.

La importancia de establecer diálogo

Incluso es más sencillo entrar en tema para luego virar hacia otro tipo de diálogo. El juego siempre es un buen camino para ahondar en el diálogo. Tanto si se trata de navegar conversaciones más profundas como más simples. Es importante dejar de creer que para hablar cosas serias hay que establecer preguntas serias y al punto. Muchas veces se preciso aprender a regular, en especial cuando hablamos del universo de la infancia.  Hay niños que se cierran cuando algo les ocurre y sólo a través de preguntas amables y hasta «juguetonas» logran ir abriendo el juego.

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Para establecer un buen diálogo con los niños es preciso crear primero un lazo de confianza, ese famoso «hilo rojo» del que tanto se habla. Y ese lazo se crea en el día a día, con preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo, con diálogos que aborden la vida cotidiana pero también vayan mucho más allá de la vida cotidiana. Y ese camino hacia el diálogo comienza desde edades tempranas hasta que los niños se vuelven adultos. Pues una vez establecido el vínculo, y el tipo de «contrato conversacional» es difícil volver atrás. Puede ocurrir que durante la adolescencia, los jóvenes se retraigan un poco pero lo más probable es que si hay un lazo fuerte establecido previamente luego retome su cauce.

Ideas para  hacer preguntas divertidas

¿Os faltan ideas? ¿Queréis algunas propuestas para luego pensar en otras? Pues bien, aquí hay algunas de las preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo que podéis implementar:


  • ¿Te gusta lo que soñaste anoche?
  • ¿Qué te ha hecho más feliz hoy?
  • ¿Cómo se llaman tus amigos?
  • Si pudieses hacer cualquier cosa ahora mismo, ¿qué harías?
  • ¿Qué dibujos gustan más?
  • ¿Qué has hecho en el cole hoy que te haya gustado más que otros días?
  • Si tus animales de peluche pudiesen hablar, ¿qué te dirían?
  • ¿Qué te hace sentir agradecido hoy?
  • ¿Qué te gustaría hacer para sentirte mejor ahora mismo?
  • ¿Qué tres cosas te gustaría hacer en el fin de semana?

Como podéis observar, son solo son 10 preguntas, preguntas sencillas pero con gran potencial para iniciar una conversación con tu pequeño. Si observas bien, notarás que se trata de preguntas abiertas. Las preguntas abiertas son aquéllas cuya respuesta no dan lugar a un simple «sí» o «no». Por el contrario, abren el juego a explayarse sobre una temática. Inclusive dan lugar a nuevas preguntas para continuar el tema. Las preguntas abiertas son grandes aliadas a la hora de preguntar cada día y entablar diálogo con tu hijo ya que permite generar temas cada día. Incluso es posible que ante una respuesta, puedas guardar una nueva pregunta para el día siguiente.

Escogiendo preguntas abiertas, el diálogo nunca acaba y da lugar a una nueva conversación. Incluso notarás que hay días en los que no llegas as cumplir con las diez preguntas planeadas pues una de ellas ha derivado a otras preguntas espontáneas. En esos casos, guárdalas para el día siguiente.

Aprender a comunicar con preguntas

Y si de lo que se trata es de profundizar en ciertas preguntas, puedes comenzar siempre con esas diez preguntas para hablar cada día con tu hijo para luego indagar otras cuestiones. Como las capas de una cebolla, la comunicación no es otra cosa que un vínculo, una relación entre un emisor y un receptor a través de un mensaje. Lo más importante entonces no es tanto cuál es el mensaje sino el vínculo que se establece entre emisor y receptar a través de ese mensaje, de ese diálogo. En este sentido, es muy importante la observación, en especial de quien pregunta.

De acuerdo a la teoría de la comunicación, si pensamos al diálogo como un vínculo entre emisor y un destinatario, es importante prestar atención al destinatario, ya que ocupa un lugar central en este diálogo. Es la persona de la que queremos obtener información, la persona a la que queremos que le llegue nuestro mensaje o pregunta, la persona con la que además estamos intentando profunizar el vínculo.

En este sentido, es tan importante lo que decimos cómo el cómo lo decimos. Nuestro cuerpo, nuestra mirada, el tono de voz, las palabras que elegimos, el momento que escogemos, son todos detalles que hacen a la comunicación. Por otra parte, es importante observar muy bien las reacciones del destinatario: ¿cómo reacciona ante las preguntas? ¿Qué gestos hace?, ¿cómo coloca la voz? ¿Habla fuerte o responde despacio? ¿Contesta enseguida o se toma su tiempo? Son muchas las variables puestas en juego en la comunicación y mucho más cuando se trata de establecer un vínculo entre padres e hijos. Cuanto más observemos a los peques más probabilidades de ir ampliando el diálogo día a día.

Preguntas divertidas y adolescentes

¿Y este esquema se repite cuando se trata de adolescentes? Esta pregunta es muy recurrente. A partir de los 11 o 12 años es muy común que el vínculo entre padres e hijos se modifique, producto de la entrada en la preadolescencia y  posterior adolescencia. A partir de esa etapa, muchos niños sienten las preguntas como dagas y hasta las viven con cierta sensación de intromisión en sus vidas privadas. Más que nunca hay que tener cintura para escoger el momento, el lugar, la forma de preguntar.

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Pero esto no quita el juego establecido. Incluso en esta etapa, puedes partir de este juego de las 10 preguntas divertidas para hablar cada día con tu hijo. La diferencia en este caso es que quizás habrá que ser más cuidadoso al momento de pensar cuándo y dónde hacerlas. Para que el juego tenga lugar en un momento en el que los hijos puedan estar receptivos y abiertos a entrar en diálogo. Se me ocurren algunas ideas en esta etapa cargada de desafíos.

Escenarios posibles para hacer preguntas a tu hijo

Lo primero es pensar en aquéllas rutinas que se repiten en la vida con nuestros hijos. Puedes hacer un listado con algunas de ellas. Quizás sea el viaje en coche hasta la escuela cada mañana. O los sábados en los que los peques juegan al fútbol o al hockey y el momento compartido luego del partido. Hay padres que acostumbran salir a pasear regularmente con sus hijos adolescentes o bien comparten alguna actividad específica.

Lo importante es crear ese momento especial en el que ambas partes, aún y quizás sin palabras, sepan que es el momento de conversar abiertamente. Si, por el contrario, sientes que el niño se cierra ante las preguntas, por muy divertidas que sean, no insistas. Espera a otro momento más adecuado. Cuando esta pequeña rutina de la vida cotidiana está establecida es probable que a pesar de los vaivenes propios de la adolescencia, los niños y niñas se abran a este diálogo compartido porque ya es parte natural del vínculo establecido con sus padres.

Es posible hacer preguntas diversas, puedes hablar de música, de temáticas que hablan los youtubers, de sus anhelos, de cómo ven el mundo o cómo les gustaría que fueran sus amigos. Puedes hacerlo divertir convocándolo con preguntas que lo inviten a elegir opciones entre propuestas extremas y dar las razones de la elección o bien hacerle preguntas para que él o ella diseñe otras preguntas en un ping pong de preguntas y respuestas alocadas que ambos deben responder. Lo importante es que el diálogo pase por la diversión, pues desde ese punto de partida luego es posible ahondar en temáticas más profundas o personales. Pero si primero no se rompe el hielo con una conversación amena y divertida que el adolescente reciba de buena gana, será muy difícil luego poder ir hacia otros horizontes.


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  1.   Corazonnegro dijo

    Excelente artículo, muy ilustrativo.
    Tengo un niño de 4 años, que aunque es un parlanchín, y tiene un vocabulario bastante amplio, aún presenta problemas para pronunciar la letra R
    ¿Alguna sugerencia de qué puedo hacer para ayudarle?

    1.    Maria Jose Roldan dijo

      ¡Hola! A los 4 años es normal que aún presenten dislalia. 🙂 Pero con juegos, canciones y rimas seguro que le ayudarás a mejorar.