Privación de sueño en adolescentes: un problema que crece

sueño adolescentes

Hablábamos el otro día sobre uno de los trastornos del sueño que hoy en día se presentan entre población adolescente: el ‘vamping’. En el post mencionado introducíamos de pasada la influencia de las hormonas en el sueño de las chicas y los chicos de entre (aproximadamente) 12 y 20 años. Hoy quiero volver a hablar sobre el sueño en estas edades, porque tengo muy reciente una recomendación de la Academia de Pediatría de los Estados Unidos, según la cual los adolescentes sufren privación de sueño respecto de años atrás, y ¡peor aún! duermen menos horas de las que sus organismos necesitan.

Según un nuevo estudio publicado en Pediatrics, el número de niños y niñas en la adolescencia que se ven privados de sueño, ha aumentado en los últimos 20 años. La investigación se titula “The Great Sleep Recession: Changes in Sleep Duration Among US Adolescents, 1991–2012”, y ha incluido a más de 270.000 adolescentes, encuestados entre 1991 y 2012. Fijaros que los investigadores les preguntaban sobre la frecuencia con la que estaban durmiendo un mínimo de 7 horas de sueño. Me resulta llamativo que se ‘ponga el listón tan bajo’ porque la National Sleep Foundation, establece que son necesarias entre 8 y 10 horas diarias en estas edades.

Imagino que si les hubieran preguntado ¿con qué frecuencia duermes por lo menos 8 horas?, los resultados hubieran resultado más chocantes

Desde hace unos pocos años, se oyen más voces de profesionales del mundo de la pediatría, la neurología… cuestionando los horarios de entrada a Institutos de Secundaria, Middle / High School, y como se llamen alrededor del mundo. Si a esas edades les cuesta conciliar el sueño pronto debido a que la melatonina se segrega más tarde, … si para colmo, cientos de adolescentes deben levantarse a las ¡6 de la mañana! (con suerte a las 7) para ir a clase, los ritmos circadianos se verán alterados.

En consecuencia la producción de cortisol (otra hormona) será insuficiente, y con ello el cuerpo tendrá menos energía a la hora de salir de la cama. Sin embargo la culpa no es toda de los horarios escolares, porque se especula con que la continua estimulación que proporcionan los dispositivos móviles con que más de uno se va a la cama, no beneficia en nada al cerebro, que es un órgano que necesita también períodos de descanso.

Añadiendo que todos queremos que nuestra hija / nuestro hijo sea el mejor en música, deporte, matemáticas, idiomas… Definitivamente estamos a punto de ‘perder el norte’ (si no lo hemos hecho ya). Porque un niño de cualquier edad no es sólo estudiante, para formarse como persona, como ser social, necesita más cosas además de aprender; y la solución no es reducir horas de sueño para llegar a todo, sino valorar las necesidades de los adolescentes, sin presionarles en exceso.

Desde hace 20 años venimos asistiendo a una privación de sueño en la adolescencia

¿Podemos ayudarles?

Además de levantar la voz e intentar luchar para que la competitividad no sea la constante que guía nuestras vidas; para devolver un poco de sentido común a este mundo ‘loco’…:

  • Fomenta y permite la actividad física. Fomentas cuando das ejemplo e invitas a tu hijo adolescente a acompañarte en una ruta de senderismo o bicicleta; permites cuando no lo apuntas a tres academias distintas que le van a mantener ocupado cuatro tardes al día. Un poco de libertad facilita que se muevan dónde y cuándo quieran.
  • La habitación es la ‘cueva’ para descansar… nada de permitir el uso de tabletas, portátiles y smartphones. No inhibas sus relaciones sociales a través de Internet, pero plantéate muy en serio límites de tiempo. Cuantas menos distracciones mejor.
  • Descansar no es sólo dormir: pueden estar despiertos pero pensando, escribiendo, dibujando… No des la lata entrando cada cinco minutos para ver si han cerrado los ojos.
  • En las últimas horas de la tarde no se toman bebidas estimulantes, ni alcohol; es raro que diga esto, pero cuenta con que a partir de una edad van a experimentar con drogas legales e ilegales, sin embargo no deben formar parte de la cotidianidad.
  • Da ejemplo: no asumas que por ser padre / madre está bien que te vean los hijos un martes por la noche hipnotizado por la televisión. Igual con las bebidas de que hemos hablado.
  • Incluso en la adolescencia, las rutinas pueden ser buenas, nos las saltamos cuando tienen 16 años y van a un concierto el sábado por la noche, pero la excepción también hace la regla.
  • No pongáis para cenar alimentos difíciles de digerir, y recuerda que entre que cenamos y nos acostamos deben haber transcurrido unas dos horas aproximadamente.
  • Los dormitorios son más cómodos cuando han sido ventilados y están a temperatura adecuada; puede que les cueste entender que incluso en ‘su espacio’ es bueno abrir la ventana de tanto en tanto, no nos agobiemos por ello.
  • El día es para vivirlo con cierta intensidad: nos lo demuestran el resto de los animales que sí que hacen caso a sus ritmos circadianos.
  • Transcribo literalmente de las conclusiones del estudio mencionado: «La falta de sueño es perjudicial para la salud mental y física. Las personas que no duermen suficiente corren el riesgo de desarrollar enfermedades y problemas de salud. Estos incluyen aumento de peso, ataques al corazón, insuficiencia cardíaca, tensión alta, derrame cerebral, diabetes y depresión”.

    Y la conclusión principal es que la disminución de las horas de sueño en adolescentes (según la propia percepción de los participantes en el estudio) es preocupante.

    Imagen – MC Quinn


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