Durante la lactancia, muchas madres experimentan un problema en sus senos que, aunque doloroso, es tratable: la mastitis.
La mastitis es la inflamación de las glándulas mamarias y se denomina mastitis puerperal cuando ocurre durante la lactancia. Si ocurre fuera de este periodo se denomina mastitis no puerperal. Es más común en las primeras semanas tras el parto, pero puede suceder en cualquier etapa de la lactancia.
Causas de la mastitis durante la lactancia
La principal causa de la mastitis puerperal es la retención o estasis de leche. Esto ocurre cuando la leche no se extrae del pecho de forma eficiente, lo que puede derivar en una obstrucción de los conductos lácteos. Esta obstrucción, si no se resuelve, puede predisponer al ingreso de bacterias que encuentren en la leche estancada un medio propicio para su proliferación. Estas bacterias pueden entrar a través de grietas en el pezón o microtraumas.
Las principales causas de la retención de leche incluyen:
- Mala técnica de lactancia que provoca un vaciado insuficiente del pecho.
- Conductos obstruidos: Cuando la leche no fluye adecuadamente, se acumula, lo que puede provocar inflamación e infección al no liberar completamente las mamas.
- Bacterias: Las bacterias, como el Staphylococcus aureus, presentes en la piel o en la boca del bebé, pueden ingresar al pecho a través de las grietas en los pezones.
- Factores externos como el estrés y la fatiga, que pueden reducir la capacidad de la madre para amamantar eficazmente.
- Presión en los senos debido al uso de ropa ajustada o sujetadores con aros, lo que puede obstruir los conductos.
Síntomas de la mastitis
Los síntomas de la mastitis pueden aparecer de forma repentina y a menudo incluyen:
- Dolor o sensibilidad en el pecho afectado, generalmente acompañado de enrojecimiento y una sensación de calor en la zona.
- Fiebre: En muchos casos, la fiebre puede superar los 38ºC.
- Malestar general que se asemeja a una gripe, como dolores corporales, fatiga y escalofríos.
- Inflamación del seno afectado, que puede estar acompañado por un bulto o dureza.
- Grietas en los pezones que permiten la entrada de bacterias e incrementan el riesgo de infección.
Es importante diferenciar la mastitis de una simple obstrucción de conductos; en la mastitis, además del dolor, suele haber fiebre y enrojecimiento de la piel en la zona afectada.
Factores de riesgo
Existen algunos factores de riesgo que predisponen a la aparición de mastitis en madres lactantes, como:
- Pezones agrietados o lastimados, que permiten el ingreso de bacterias.
- Uso de prendas ajustadas, como sostenes muy apretados o con aros que compriman los senos.
- Mala técnica de lactancia, lo que lleva a un agarre inadecuado del bebé y una pobre extracción de leche.
- Un episodio previo de mastitis puede aumentar el riesgo de recurrencia en el futuro.
- Fatiga y estrés, que pueden afectar negativamente la eficacia de la lactancia y contribuir al estancamiento de la leche.
Tratamiento de la mastitis
El tratamiento de la mastitis es esencial para prevenir complicaciones y asegurarse de una rápida recuperación. Las siguientes medidas pueden ayudar a aliviar los síntomas:
Amamantar frecuentemente
Es vital continuar amamantando durante un episodio de mastitis, ya que vaciar el pecho alivia la congestión y reduce la inflamación. Dejar de amamantar solo empeorará la situación al acumular leche en el seno afectado.
Compresas térmicas
- Utilizar compresas cálidas antes de cada sesión de lactancia ayuda a dilatar los conductos y mejorar el flujo de leche.
- Aplicar compresas frías después de la toma reduce el dolor y la inflamación.
Masajes suaves
Realizar masajes circulares suaves sobre la zona afectada puede ayudar a desobstruir los conductos bloqueados. Es más eficaz si se hace antes o durante la extracción de leche.
Antibióticos
Consultando a un médico, puede ser necesario comenzar un tratamiento con antibióticos cuando los síntomas no mejoran en 24-48 horas, o si se presenta una infección grave.
Complicaciones de la mastitis
Si no se trata adecuadamente, la mastitis puede derivar en complicaciones como:
- Absceso mamario: Se produce cuando la infección avanza y se desarrolla pus en la zona afectada, lo que requerirá drenaje quirúrgico.
- Mastitis recurrente: Si la técnica de lactancia no mejora o los conductos no se vacían de manera eficaz, puede reaparecer la infección.
Seguir el tratamiento médico indicado es crucial para evitar complicaciones graves.
Prevención de la mastitis
Existen medidas sencillas que pueden prevenir la mastitis durante la lactancia:
- Mejora la técnica de lactancia: Asegúrate de que tu bebé tenga un buen agarre para evitar que la leche se estanque en los conductos.
- Drena completamente el pecho durante cada toma para evitar la acumulación de leche.
- Evita el uso de sujetadores ajustados o con aros, ya que pueden comprimir los conductos lácteos y obstruir el flujo de leche.
- Alterna las posiciones de lactancia para garantizar que todos los sectores del seno se vacíen correctamente.
Estos simples consejos, puestos en práctica desde el inicio de la lactancia, pueden reducir significativamente el riesgo de mastitis.
La mastitis no solo es dolorosa, sino que también puede ser una experiencia muy desafiante emocionalmente para las madres lactantes. Sin embargo, es importante recordar que con un tratamiento adecuado, la gran mayoría de los casos de mastitis se resuelven rápidamente y sin mayores complicaciones. Al mantener un buen vaciado del pecho y seguir las recomendaciones médicas, se puede continuar con la lactancia de manera saludable.