Hay bebés que lloran por todo, algunos cuando cumplen 2 o 3 meses se calman y otros siguen toda la vida igual. Son niños y bebés que lloran por cualquier cosa, parece que todo les molesta, continuamente reclaman nuestra atención. Es lo que llamamos un niño llorón.
En muchos casos el constante lloriqueo, acaba convirtiéndose en berrinche, y llega a desesperar a muchas madres. Lo mejor que podemos hacer es mantener la calma, tratar de entender al niño y darle calma a él. Saber si su llanto tiene causas emocionales o físicas. De esto y otras cuestiones hablaremos en este artículo.
Factores físicos y emocionales que influyen en que el niño llore
Si un niño es un llorón, llora por cualquier cosa, casi siempre es por causas físicas o por emocionales. Las primeras son más fáciles de identificar:
- El niño tiene sueño y está cansado.
- Periodo de incubación de alguna enfermedad, o dolor físico.
- El hambre también provoca esta reacción de rabieta y llanto.
Las causas emocionales y afectivas son más complicadas de detectar, algunas de ellas son:
- Por situaciones que superan al niño cuando explora el mundo. Por ejemplo, el niño puede sentir rabia al no poder subir las escaleras, cuando apenas se mantiene de pie.
- Falta de estímulos debido a la superprotección. El niño no tiene los estímulos necesarios para que pueda explorar y adquirir habilidades que le lleven a superar los obstáculos.
- Falta de atención. El niño llora para llamar la atención que los padres le dan y cubrir sus necesidades emocionales.
Diferencias entre las rabietas y el niño que llora por todo
En otras ocasiones hemos hablado de la rabieta en los niños y niñas. A veces confundimos la rabieta con el niño que todo lo pide llorando. Con la rabieta, el niño sí o sí trata de imponerse o de lograr algo que antes se le había negado. Puede ocurrir ante los adultos o ante otros niños, pero con presencia de adultos. Este llanto tiene un volumen e intensidad muy elevados, y puede venir acompañado de pataletas en el suelo.
Cuando un niño es llorón y llora por todo, el llanto es mucho menos intenso. Se asocia a casi cualquier comunicación o solicitud de atención del niño, Se muestra en la comunicación con los adultos, y con otros niños. Son niños y niñas que entre los 24 y 30 meses, no han sustituido el llanto de bebé por el lenguaje como forma más compleja de comunicación.
Esta sustitución se da gradualmente, porque el llanto sigue siendo, durante un tiempo, la vía fundamental de expresión de las necesidades primarias del niño. Lo que ocurre, con estos niños, es que no consiguen utilizar el lenguaje para expresar sus nuevas necesidades de tipo secundario.
¿Qué se puede hacer con un niño llorón?
Podemos darte una recomendación, o truco, que suele ser muy eficaz para los niños que lloran por todo. Cuando el niño esté llorando, no hagas caso a lo que dice, explícale que no se le entiende lo que dice porque está llorando. Pídele que te diga lo que quiere sin llorar, Los niños aprenden con mucha facilidad, cuando lo haga, actúa en correspondencia con lo que dice o quiere. Al poco tiempo el niño dejará de llorar por todo y aprenderá a expresarse no desde el llanto.
El propósito de que un niño deje de llorar es que mejore el control de sus emociones, no que se haga inmune a ellas. No debemos enfadarnos con un niño llorón, sino comprender que lo puede estar pasando mal, y acompañarle. Los abrazos son mano de santo. A veces los niños entran en una espiral de mal humor, sin causa aparente. Para interrumpirla podemos cambia el contexto, inventarnos un juego para distraerle, poner música y que aparezca de nuevo el buen humor.
Sea como sea recuerda que el llanto tiene una importante función comunicativa de la afectividad en las personas, nos ayuda a descargar emociones y en este sentido disminuye el sufrimiento. También en los niños.