Qué hacer si no me gusta el maestro de mi hijo

maestra enseñando a una niña

Quizá te hayas dado cuenta de que no te gusta el maestro de tu hijo. Es un profesional que estará al lado de tu hijo durante todo el curso escolar y es necesario, por lo menos, que tu hijo esté a gusto en esa clase. Si no te gusta el maestro de tu hijo pero quieres encontrar una solución al problema, entonces tendrás que tener en cuenta los siguientes consejos. Esta situación incómoda no tiene por qué durar para siempre.

Ayuda a tu hijo

Es posible que tu hijo sienta tensa la situación, por lo que es necesario que hables con él para mejorar lo que está pasando y buscar soluciones. Si el maestro no le responde a sus preguntas, ¿puede tu hijo encontrar la respuesta en un libro, compañero de clase, página web o en sus propios apuntes?

Cuando la situación del aula es caótica, ¿puede que tu hijo esté en un lugar más tranquilo para hacer su tarea? Por otra parte, si el trabajo escolar es demasiado aburrido, ¿puedes sugerir al maestro que haga un trabajo por proyectos? ¿Puedes crear un sistema de recompensas en casa par animales a hacer un trabajo escolar más emocionante? Tu hijo puede aprender habilidades de autorregulación.

maestra en clase con sus alumnos

Habla directamente con el maestro

Programa una reunión con el maestro. Lo mejor es hacerlo en persona si es posible. Permite que la maestra sepa con calma que tu hijo no está bien y que tienes dudas sobre su forma de proceder (siempre desde el respeto). No acuses ni culpes. En lugar de decir cosas como: ‘Mi hijo piensa que le tienes manía’, podrías decir algo como: ‘Cuando te pide ayuda para el cálculo le dices que lo haga él solo en lugar de prestarle atención cuando lo necesita, entonces se pierde en matemáticas’.

Quizá el maestro tenga una explicación a su comportamiento, o que no se haya dado cuenta de cómo se sintió el alumno. Un buen docente explicará lo que sucedió y realizará cambios positivos por el bien del tu hijo. Si es un mal maestro y siente que te quejas de su labor, se pondrá a la defensiva.

Habla con el director

Habla con el director si sientes que no hay manera de que puedas resolver el problema de tu hijo con el maestro (y contigo). Esta es la solución de último recurso. Trata a todos los miembros del personal docente como profesionales porque es lo que son, aunque tú puedas tener tus desavenencias con algunos de ellos. Si el director cree que es un problema entre un maestro y un niño o un padre y un maestro solamente, el director tratará de resolverlo en ese nivel.

maestra enseñando en clase a sus alumnos

Si te quejas al director un buen maestro no debería tener resentimientos por la queja de un padre de un niño por su trabajo. Más bien, debería mejorar su trabajo diario para que esas quejas no vuelvan a suceder.  Empezará a ser más cauteloso, y aunque vuestra relación entre padre y maestro no sea muy relajada al principio, cuando veas cambios correctos en su persona dentro del aula, será un paso importante a tener en cuenta.

Es importante que mantengas la clama y te aferres a los datos objetivos que conoces. Empieza   declarando en una o dos oraciones lo que ves como el problema. Prepárate para explicar cómo sabes lo que sabes. Incluye lo que sucedió y los efectos de lo ocurrido. Por ejemplo, ‘La clase del maestro de mi hijo es caótica. Los niños hablan y gritan y el maestro también. Además, cuando mi hijo pide ayuda para resolver sus dudas el maestro no le corresponde ni le ayuda’. El director no te dirá cómo intentarán solventar el problema y es posible que se ponga de parte del maestro, pero es necesario que además de manejarse todo con discreción, estés atento/a para saber cómo se cambian las cosas.

Pedir cambiar a los maestros o cambiar a tu hijo de escuela

Este debe ser el último recurso de todos. Si las cosas no mejoran y sientes que no puedes tolerar más la situación, entonces la mejor opción es que cambies a tu hijo de clase. En caso de que no se esté haciendo nada al respecto para mejorar.


Las altas expectativas de los padres pueden perjudicar el rendimiento académico de los niños

Cambiar las aulas significa adaptarse a nuevos compañeros, un nuevo maestro y las reglas de la clase (que son diferentes). Es posible que algunas escuelas no puedan proporcionar un maestro diferente debido a los límites de personal o las políticas del centro. Esto solo te dejaría la opción de cambiar a tu hijo de escuela, algo que puede tener aún más problemas añadidos.

Si no puedes cambiar de clase o de escuela a tu hijo, entonces haz todo lo posible para tratar de completar cualquier brecha de aprendizaje lo más rápido posible. Consulta con las tutorías que tiene el maestro disponibles, valora las formas en que tu hijo puede aprender la temática fuera de la escuela. Esto le ayudará a estar preparado para el año siguiente, cuando tenga un maestro diferente.

Habla con tu hijo sobre la jornada escolar

Es importante que tu hijo no sepa los sentimientos que tienes sobre su maestro para no condicionar su conducta. Debe respetarle como profesional pero también debe velar por su bien propio.  Es necesario que sepa que debe estudiar en la escuela y que el maestro no debe ser el causante de su bajo rendimiento. Si tiene bajo rendimiento no es culpa del maestro… ¡no es de nadie! Pero hay que buscar soluciones para que no se convierta en una situación problemática. Para mejorar el aprendizaje de tu hijo, haga preguntas que le hagan pensar mejor sobre el aprendizaje que está llevando a cabo en la escuela. Por ejemplo:

  • ¿Cómo te has sentido hoy en la escuela?
  • ¿Puedes enseñarme lo que aprendiste?
  • ¿ Cómo crees que podrías utilizar ese conocimiento en el futuro?

No solo hablar de lo que aprende en la escuela mejorará su aprendizaje, pero sí que le proporcionará la información sobre enseñanza que sucede en el aula. Ten en cuenta que durante un año escolar tu hijo estará con ese maestro y es necesario que la relación entre vosotros sea la mejor posible, a poder ser, cordial y de respeto mutuo. Tu hijo debe ver en ti un modelo sobre cómo manejar una situación complicada. Aprenderá a manejar también a las personas difíciles, una habilidad útil para toda la vida.


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