Qué no hacer cuando se regaña a un hijo

Madre regaña a su hijo por su mal comportamiento.

Hay una serie de normas y valores que los padres deben poner para que el niño sepa cuál es el límite de sus acciones.

El niño tiene determinados comportamientos que como padres hay que reprender y modificar. Regañar al niño es normal y con ello se pretende que mejore una actitud que no está bien. Conozcamos a continuación qué no hay que hacer cuando se regaña a un hijo.

Regañar al hijo para educar

Como padres la labor principal con el hijo es educarle. Cuando se le regaña se hace porque hay algo que no hace correctamente y se busca que no se repita. Hay modos de hacerlo sin herirle ni dañar su autoestima. La función de las regañinas debe basarse en la coherencia. Cuando se le regaña de un modo violento puede afectar a su desarrollo personal. El niño puede sufrir, sentirse menos válido en un futuro y tener inseguridades.

El hijo poco a poco debe aprender a hacer las cosas de un modo correcto. Hay una serie de normas y valores que los padres deben poner para que el niño sepa cuál es el límite de sus acciones. Los pequeños pueden aprender que sobrepasar la raya traerá consecuencias. No obstante el niño no ha de vivir sumido en el miedo y sentir que la regañina será un castigo severo. Ciertamente lo que el niño vea en casa lo imitará.

El hecho de que un padre se enfade en exceso en un momento puede justificarse aunque no excusa de ninguna forma comportamientos violentos. El padre en determinadas ocasiones y sometido a estrés puede alzar la voz, no así llegar al extremo de insultos, vejaciones o maltrato físico. Con las regañinas el padre o madre puede lograr que el hijo reflexione sobre su actitud y pueda corregirla.

Cuando se regaña a un hijo

Niño pensativo y triste tras la regañina de su madre.

Con más de tres años será más fácil dialogar y razonar con el hijo tras alguna actuación incorrecta.

Para regañar a un hijo hay que saber hacerlo y por un motivo concreto. Hay padres que no dejan ni respirar al niño. No puede tocar nada, no ensuciar, no descolocar, apenas moverse de su rincón. Esas actitudes son demasiado estrictas para un niño pequeño que está descubriendo el mundo. Si se lastima física o emocionalmente al niño por determinados comportamientos, en un futuro puede ser él quien haga daño a otros y le parezca normal. Qué no se debe hacer a la hora de reprenderle por una acción o actitud:

  • Regañarle con ira, brusquedad y violencia física o verbal. Insultarle.
  • Causarle daño físico o mental. Respirar y si es necesario, relajarse en otra habitación donde no esté el niño.
  • Reñirle tiempo después de haber hecho algo inapropiado. En este caso el niño quizás ni se acuerde y no esté ante aquello que no debía haber hecho. Las explicaciones por hacer algo incorrecto no tendrán valor alguno para él.
  • Decirle que no es bueno o no se le va a querer si hace eso o aquello. No utilizar el chantaje emocional para que se porte mejor o deje de hacer lo que esté haciendo mal. No hay que procurar que se sienta mal, pésima persona o culpable.
  • Infravalorarle, ridiculizarle o criticarle ferozmente. El niño no merece sentirse inferior, malo, poco inteligente o incapaz para hacer bien las cosas.
  • Fomentar el miedo en él. Cuando uno alza la voz no debe hacerse para atemorizar al pequeño. El niño debe ver el gesto serio, el tono firme de la madre o padre, pero no debe sentir odio hacia él. Si no comprende bien lo que ocurre, en el caso de modificar su conducta lo hará por miedo.
  • Regañarle un día por comer patatas en el sofá y manchar todo y otro día no. Si hay algo que hace mal hay que avisarle siempre que lo haga sino no comprenderá el mensaje.
  • Compararle con amigos, compañeros de clase, vecinos o hermanos. No servirá de nada e infundirá celos y desconfianza.

El niño necesita calma y estabilidad en casa

No vale de nada decirle al niño que no actúe de un modo violento, que no levante la mano a sus compañeros de guardería o colegio, cuando él lo ve en casa.  El niño es una esponja y absorbe lo que ve. A la edad de tres años será más fácil dialogar y razonar con él. Se le puede escuchar y no descargar con él un mal día. Hay que ser razonable y no magnificar un fallo puntual y saber decir no pero con sentido y coherencia, sin hacer daño gratuito.

Si observa calma, un ambiente de paz en casa, se sentirá más seguro y comprenderá determinadas frases que se le digan o comportamientos que se le pidan. Se pretende favorecer la maduración en el hijo y formar a un niño sano y estable. Como se actúe con él en la infancia así será en el futuro. Un hogar con orden, cooperación entre sus miembros, disciplina…, dará al niño seguridad y estabilidad emocional.


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