Seguramente descubras por primera vez que existe otro tipo de parto y a la vez tan sorprendente. Se trata de los bebés enmantillados, una forma de nacer y de llegar al mundo cubiertos de la bolsa amniótica intacta, sin que ésta haya sufrido todavía su rotura. Es un tipo de nacimiento muy extraño y debes saber que ni el bebé ni la madre tienen que sufrir por ello.
Es un parto muy especial y algunos lo juzgan como único y mágico, dónde muchas creencias podrían incluso decir que estos niños serán diferentes y afortunados en su futuro. Lo normal y antes de parto es que este tipo de membrana que recubre el cuerpo del bebé rompa al iniciar las contracciones, pero por algún motivo especial no se ha producido llegando a acontecer este tipo de nacimientos.
¿Por qué se les llama bebés enmantillados?
Se les llama bebés enmantillados por nacer con la bolsa amniótica sin romper, y sin llegar a desprenderse el líquido amniótico. Son los llamado partos velados o denominados “el velo veneciano”. Esta membrana que les rodea durante el embarazo se vuelve frágil y susceptible, pero por otras razones puede llegar a ser mucho más resistente de lo que pensamos.
Motivos por los que ocurre este suceso
No se sabe a ciencia cierta por qué ocurre. Una mujer antes de dar a luz suele romper aguas de forma natural, pero por otras razones no lo hace y durante el parto se suele romper. Por otras razones y éstas menos explicadas es cuando nos encontramos con la bolsa amniótica intacta y este caso se vuelve en sí muy especial.
No se encuentran razones. pero sí que hay sucesos que derivan a tal hecho, bien sea porque por razones médicas se ha acelerado el parto o se han realizado cesáreas apresurados dónde no se ha tomado en cuenta la rotura de su bolsa. Otras y más poco ocasionales es el aumento de partos naturales en casa dónde se ha podido acontecer este tipo de hechos al ocurrir de forma natural. Ahora y debido a las grandes tecnologías podemos ver este tipo de nacimientos grabados y fotografiados con más frecuencia.
Los bebés enmantillados son poco recurrentes, estos nacimientos suceden de 1 por cada 80.000 nacimientos por lo que traer al mundo a un bebé así es sinónimo de magia y de futura suerte. A estos niños se les atribuye por algunas creencias en que serán personas con grandes dones, con altas capacidades de curar y serán protegidas por el agua.
La importancia de la bolsa amniótica
Este saco amniótico se forma entre el octavo y noveno día de la fecundación. Está formado por dos membranas, una interior llamada amnios y otra exterior llamada corion. El amnios es la que principalmente protege al embrión y está llena de un fluido salino llamado líquido amniótico. Esta membrana ofrece confort al feto, ya que le amortigua de golpes, regula su temperatura corporal y ayuda a que pueda moverse dentro de su espacio. Este líquido hace que las sustancias de desecho ingresen a la circulación materna para poder ser excretadas.
Este líquido alcanza de 600 a 800 ml de capacidad, aumenta su tamaño a medida que el feto va creciendo. Aquí el bebé tragará e inhalará este líquido y lo expulsará por la micción, incluso ayudará a que se desarrollen sus pulmones.
Durante el parto esta bolsa amniótica se romperá para permitir el paso de aire a los pulmones del bebé. Su respiración se realiza mediante el intercambio de gases a través de la placenta, dónde después de la rotura de esta bolsa sus pulmones expulsan este líquido y ya comienzan a prepararse para su primera inhalación de aire.