¿Realmente quiero ser madre?

Mujer en la cocina reflexionando sobre su posible maternidad.

Una mujer debe pensar qué siente y qué desea, visualizándose con un bebé en su regazo y en su día a día.

A las mujeres, habitualmente, nos gustan los niños. En su mayoría tenemos mayor capacidad de empatía, somos más emocionales y sensitivas, no obstante, no todas las mujeres tienen ese deseo de conocer lo que es la maternidad o dudan. Conozcamos cuáles son los motivos que causan incertidumbre en algunas de ellas.

Ser madre es, sin vacilación, una de las decisiones más relevantes de la vida de una mujer. Por norma general, las personas dan por supuesto que por el mero hecho de ser mujer ya has de ser madre o al menos desearlo. Sin embargo, cada mujer es diferente y desde luego es totalmente respetable que sopese esa posibilidad y se plantee si ese cambio la va a hacer feliz o no.

En la vida uno debe actuar en base a lo que entienda que le va a aportar y no en lo que se supone ha establecido la sociedad como normal. El balancear aspectos como la responsabilidad, tiempo y dedicación que requiere un hijo con el momento que se está viviendo, puede llevar a optar por una decisión u otra. En suma a esto no todas las mujeres tienen ese instinto maternal pese a lo que se crea, el caso es que en la mujer está peor visto que en el hombre.

Aspectos a tener en cuenta

Mujer meditando sola sobre la idea de ser madre.

Por la cabeza de una mujer ronda la idea de que todo cambiará, pese a quienes digan lo contrario.

Una mujer debe optar por ser madre porque quiere, porque siente esa necesidad en sí misma y no porque se vea obligada. Se es madre por muchos motivos, pueden gustarte los niños (pero un hijo no solamente es parque y mimos), porque quieres conocer la sensación, porque quieres estar acompañada y/o formar una familia con o sin pareja… Pero sobre todo porque deseas dar todo de ti a ese nuevo ser y amarle incondicionalmente. Muchas veces el hecho de que familia y amigos pregunten continuamente para cuándo el bebé resulta estresante y coactivo.

Por la cabeza de una mujer ronda la idea de que todo cambiará, pese a quienes digan lo contrario, y debe ser muy consciente de ello. Una persona cuya rutina y estilo de vida le hacen sentirse a gusto, no dispone del tiempo suficiente, le agobia que alguien dependa totalmente de ella y que no quiera verse atada, lógicamente no sentirá esas ganas irrefrenables de apostar por esa etapa.

Atendiendo al aspecto laboral, muchas mujeres priorizan, comprensiblemente, sus obligaciones profesionales. Con puestos de mucha responsabilidad y deseos de crecer o ascender, plantearse bajas, reducciones de jornada u otros cambios, no les merece la pena y a la hora de sopesar, priman su estatus individual al rol de madre. Y obviamente sí limitas tu carrera profesional ya que ejerces como madre 24 horas al día, al menos los primeros años, de un modo más extenuante.

El ocio, la libertad, los pequeños deseos que suponen un coste económico…, pasan a un segundo plano. La mujer si se convierte en madre deja de ser solo ella misma para ser el bebé y ella, y si existe pareja ésta pasa a tercer lugar, normalmente. En el caso de la maternidad la responsabilidad y madurez debe acentuarse, no caben momentos para frustrarse ni tirar la toalla. El bebé depende de ti y tus actuaciones. Las madres no pueden decir, lo dejo y se acabó, eso con un bebé no funciona.

Mujer en la naturaleza sopesando pros y contras antes de elegir ser madre.

Una mujer, si realmente desea ser madre, no se parará ante impedimentos.

Una mujer debe pensar qué siente y qué desea, visualizándose con un bebé en su regazo y en su día a día. Un bebé son noches sin dormir, comidas, cambios de pañal, llantos, peticiones, enfados, estrés, miedos, dudas…Has de tomar decisiones que nunca antes te habías planteado. Debes velar por los intereses de otro en su totalidad y decidir haciendo uso de tu intuición en muchos casos.

Por supuesto por la mente de una mujer se pasa también todo lo bueno y bonito que aporta. Un hijo lo es todo. Es trabajo y lucha, pero es amor. Cuando antes se pensaba en sentir algo por cosas, por sueños anhelados profundamente, el día que se es madre adquiere un cariz nimio. Lo que sientes por un hijo sobrepasa todo. Todo lo que hagamos recompensa con una mirada o un beso.


Cuando realmente sientes la llamada de la maternidad, cuando lo deseas por encima de otra cosa, no encuentras obstáculos ni excusas. Entiendo entonces que una mujer, si realmente desea ser madre, no se parará ante impedimentos. Todo es organizarse mentalmente, pese a lo duro que resulte en un primer instante, no obstante, se logra. Dicho esto, es opcional y para nada reprobable. Todas tenemos nuestras prioridades, y entre ellas obligatoriamente, no ha de estar ser madre. La maternidad no es solo un acto fisiológico.

La presión social, el reloj biológico que juega a la contra, la falta de estabilidad económica, la falta de pareja (para quien represente un obstáculo), las dosis de paciencia, afecto y comunicación…, el estrés y sobrecargo emocional que implica…Todos son aspectos que una mujer analiza antes de ser madre. Con lo que hay que renunciar, a muchas personas no les merece la pena.

Desde tiempos atrás se nos ha colgado el cartel de poder con todo y además hacerlo a la perfección. Hoy en día esto se ha acabado. Somos conscientes que con un hijo ni se puede ni se tiene que hacer todo a la perfección ni en soledad. Un hijo absorbe el tiempo, se debe pedir ayuda y delegar.

Si se tienen dudas y se necesita hablar y ser escuchada, la psicóloga perineal puede servir de apoyo. Con esta figura profesional puede llegarse a tomar una decisión y dejar a un lado los miedos o inseguridades. Pese a todas estas ideas, la decisión última que tome la mujer será la correcta.


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