Sarcasmo, ¿realmente lo entienden los niños?

¿Alguna vez te ha herido una frase? ¿te han dicho algo con sarcasmo y te has sentido ofendido?, pues quizás ahí es dónde razonadamente nuestra cabeza detecta este tipo de palabras y nos hagan sentir mal. Cuando somos adultos este hecho le podemos recibir con amargura y por lo tanto el hecho de emitirlo lo podemos ejecutar de la misma forma, con sarcasmo.

¿Pero qué pasa en los niños? El hecho de hablar con sarcasmo a otros niños puede resultar ser algo real, una especie de imitación o un acto que se está realizando con todas las consecuencias. Un sarcasmo es hacer un comentario que hiere y ofende, puede parecer una burla pesada, una ironía malintencionada, por lo tanto las palabras maltratan y su forma puede desencadenar en un hecho cruel.

No debemos de confundirlo con la ironía pues su expresión puede dar a entender algo contrario de los que realmente se pretende expresar, en este caso la burla está disfrazada. Además dentro del sarcasmo encontramos todos estos conceptos: ironía, burla, desprecio, socarronería, pulla, mordacidad.

El uso del sarcasmo en los niños

¿Saben los niños usar el sarcasmo?

Seguramente sí sean capaces de saber usar el sarcasmo, pero habría que analizar las edades y su psicología. La forma de interactuar verbalmente entre unos niños y otros con habilidad mental y pragmática es un acto que se va desarrollando poco a poco a lo largo de los años. Es a partir de los 5 años aproximadamente cuando son capaces de actuar usando las mentiras, ironías y bromas. No es algo puntual, porque la psicología desarrollada a buen término en cada niño puede ser inusual.

¿Son capaces de entender este tipo de comportamiento?

Dependerá de la inocencia del niño y de la edad pero bajo este punto de vista es más o menos común que a quien no entienda el sarcasmo usualmente como tal, se le considere una mente inocente, con poca malicia y sin tener la experiencia necesaria para detectarlo. Por lo tanto puede ser un hecho comprobado que los niños no parezcan ser capaces ni de comprender ni de formar por sí mismos un comentario con esta intención.

Dado el caso y como padres viendo interactuar así a los niños podemos seguir unas pautas que se pueden regir como un trabajo diario a realizar para que no actúen de tal forma:

  • Entre ellas podemos explicarles que algunas frases, formas y palabras pueden convertirse en sarcasmos e ironías y que pueden resultar ser hirientes para otras personas, por lo que hay que ser adecuado de cómo decirlas.
  • Tienen que aprender a reconocer cuando las palabras se manifiestan con una mala intención pues pueden llegar a transformarla en una ironía con humor.
  • Hay que añadir que otro de los trabajos es la idea de que no es correcto el uso de la mentira y sobre todo de las mentiras piadosas.

Pero otro de los muchos de los trabajos les encontramos dentro de la psicología de los padres. Muchas veces sin darnos cuenta, el hecho de que hagan uso de ello es porque realmente lo encuentran en nuestra forma de interactuar con ellos. Para ello debemos de mirarnos a nosotros críticamente y analizar nuestros actos. Si crees que eres portador de usar el sarcasmo habitualmente en tu medio social y sobre todo con tus hijos, debes saber que este hecho interactúa en su psicología sin darnos cuenta y los casos pueden ser:

  • Puedes herir sus sentimientos: cuando lo utilizas el mensaje real que transmites es negativo, y según la frase que utilices puedes herirlo, se puede usar muchas veces frases famosas como: “¿es que eres tonto o qué? Cuando su forma correcta hubiera sido: “espero que me entiendas”.
  • Usarás frases con falta de respeto donde más tarde ellos también las emplearán. Un ejemplo: “Qué feo estás” cuando quisiste decir “estás guapísimo”; esta forma la usará con su entorno se le puede complicar su comunicación.
  • Esto hará que con el tiempo tus hijos se alejen: el uso de la ironía disfrazará tus verdaderos sentimientos. En este sentido el niño dudará de cómo él tiene que expresarse y se le enseñará a mentir con humor. De hecho aprenderá a tener poca empatía con los padres.
  • Puede crear inseguridad: sobre todo si tu cara y tus gestos no reflejan lo que quieres decir realmente. En este punto el niño, especialmente si es muy pequeño, puede que no entienda tu mensaje y lo malinterprete. Seguramente se sentirá confundido y no sabrá si es una broma o realmente está haciendo algo mal.
  • Destruye la empatía y hará que te sitúes por encima de él: no es un buen acto para comenzar un diálogo, especialmente si queremos que nuestros hijos aprendan algo.


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