Si eres madre sabrás que los días de 24 horas se quedan cortos, que la vida pasa rápido pero los días acaban muy cansados. Las madres intentan llegar a todo y a todos, intentar que todo esté perfecto y que a sus hijos no les falte de nada. Cuando te preguntan cómo estás simplemente sonríes con una sonrisa de medio lado y dices que estás bien. Los demás esperan que estés bien, porque… las madres pueden con todo, ¿verdad? Pues no.
No eres una todoterreno que pueda con todo y que te tengas que olvidar a ti misma. Si bien es cierto que ser madre significa no parar en todo el día, la realidad es que también debes tener tiempo para ti y tu bienestar físico y emocional. Todas las madres saben que el día se pasa corriendo de un lado hacia otro, pensando en todo lo que se tiene que hacer pero olvidando en todo lo que una se debe cuidar.
Entre los niños, la casa, la limpieza, las compras, el trabajo… parece que no tenemos tiempo ni para beber un vaso de agua y cuando lo piensas, entonces, ya ha llegado la hora de dormir. Cuando llega la noche llega la paz y el silencio… y si quieres, también la soledad. Llega ese momento en el que debes detenerte y dejar el ajetreo diario para el día siguiente. Siente esa sensación de que el día se acaba… siente que es el momento de dormir y reiniciarte y que hoy, también lo has hecho bien.
Quizá piensas que no siempre lo haces bien porque cometes errores, ¡pero cometer errores es normal y parte de la crianza! Esos aprendizajes te ayudarán entender que no existen las madres perfectas y que tú, ya eres maravillosa para tus hijos y tu familia… ¡ser madre es maravilloso!