El Síndrome del Emperador, también llamado el niño tirano o el niño rey es un trastorno de la conducta que presentan algunos niños con conducta de dominación y tiranía hacia sus padres.
Según van creciendo los niños, se abre un proceso donde ponen a prueba los límites de su entorno, aprenden lo que se puede y lo que no se puede hacer, y hasta donde. Necesitan rutinas, reglas y límites claros para un desarrollo sano. Pero en ocasiones los padres pierden totalmente el control y se vuelven los esclavos de sus hijos. ¿Es posible detectar a tiempo?
Características de niños son Síndrome del Emperador
Este fenómeno de maltrato de hijos a padres cada vez es más frecuente. Son los “jefes” de la casa: roban, amenazan, insultan e incluso pegan. Atemorizan a toda la familia.
Presenta unas características comunes:
- Baja tolerancia a la frustración: exigen las cosas que quieren, y si no las consiguen provocan rabietas desproporcionadas. Si lo consiguen tampoco les satisface y se enfocan en otra cosa.
- Escasos recursos para solucionar problemas: o para afrontar sensaciones negativas.
- Falta de empatía: les cuesta sentir culpa o remordimiento por sus actos.
- Desafiantes y agresivos: desafían las normas y las figuras de autoridad. Utilizan el chantaje emocional, los insultos y gritos. Realizan un auténtico maltrato psicológico y en el peor de los casos también maltrato físico.
- Egocéntricos: se creen el centro del mundo, y encuentran justificación para su comportamiento culpando a los demás.
- Baja autoestima: disfrazada de tiranía.
- Estado constante de tristeza, enfado y/o ansiosos.
¿De quién es la responsabilidad?
Siempre se suele echar la culpa a los padres en estas circunstancias por ser demasiado permisivos. Pero este aspecto por sí solo no explica este tipo de conductas. Hay otros factores que influyen que se desarrolle el Síndrome Del Emperador además del estilo educativo permisivo y de sobreprotección, como la predisposición genética de carácter y la influencia de una sociedad consumista, individualista y hedonista.
Cómo detectarlo a tiempo
Como en cualquier trastorno la detección a tiempo es fundamental para que se pueda poner remedio a la situación. Para poder hacerlo se necesita la colaboración de la familia para el tratamiento con profesionales.
Hay ciertas pistas que se dan entre los 6-11 años que nos pueden servir de aviso:
- Incapacidad para desarrollar emociones morales auténticas (amor, empatía, compasión…). Esto les impide que puedan conectar y para relacionarse con los, ponerse en el lugar del otro, e incapacidad para sentir arrepentimiento o culpa. Son lo que se llamaría insensibles.
- Busca su propio beneficio. No aprende de los errores ni castigos.
- Sentido de pertenencia exagerado. Todo es suyo, no comparten las cosas y si alguien las toca pueden reaccionar violentamente.
- Desafían las normas y las rompen frecuentemente.
- Son expertos manipuladores para dar la vuelta a la situación y echar las culpas a los demás para no ser castigados.
Cómo frenar estos comportamientos
Educar no es fácil, y en ocasiones la conducta de los hijos se va de las manos sin saber cómo afrontarla. Para erradicar estas conductas es necesario un tratamiento individual y familiar con un profesional.
También existen unas pautas que te pueden servir de ayuda ante estos comportamientos tiranos:
- Consensuar las pautas educativas en el hogar. Ponerse de acuerdo en las pautas a seguir para que el niño no aproveche ese desencuentro para hacerse con la suya. Hay que buscar una coherencia.
- Crear normas muy claras en casa. Este punto es fundamental para una base de disciplina en el hogar. Se deben establecer reglas y normas muy claras dentro de la estructura familiar.
- Crear rutinas. Desde la hora de levantarse, comer, responsabilidades…
- No amenazar. Además de que no funcionará, solo agravará su conducta.
- Involucrar al niño en responsabilidades en el hogar según su edad.
- Recompensar las conductas adecuadas, y a su vez no recompensar con atención las negativas. Si grita o patalea lo mejor es ignorarlo hasta que se calme.
- Sé firme. No caigas en sus chantajes, recuérdale cuales son las normas y quien manda.
Por que recuerda…una educación con límites es necesaria para educar adultos sanos.