El martes se presentó una Campaña impulsada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, con el objetivo de dar a conocer las “Diez formas de violencia de género digital”. Se sabe que un uso insano de Redes Sociales y mensajería instantánea, puede desvirtuar las relaciones interpersonales, y dar paso a problemas como el sexting o el groominíg. La hiperconectividad “elimina barreras” y facilita la comunicación, pero también ha posibilitado la aparición de nuevas formas de maltrato hacia la mujer.
La campaña tiene como producto principal un vídeo realizado por la organización Pantallas Amigas, que lleva 13 años promocionando el uso seguro y saludable de las nuevas tecnologías, lo podéis ver más abajo. El audiovisual está pensado para que llegue a población joven, dado que (según un estudio realizado por el CIS en 2015; u otras fuentes), las situaciones de violencia de género se manifiestan cada vez más entre adolescentes. Mi intención con este post es lanzar algunas reflexiones, que nos permitan repensar este fenómeno, pero sobre todo la influencia del mundo adulto en personas que están en una etapa de tantos cambios como es la adolescencia.
En primer lugar, manifestar que como mujer, madre y feminista, creo en la igualdad, en una igualdad social que a la vez nos permita ser “humanamente diferentes” (como deseaba Rosa de Luxemburgo). En segundo lugar, como madre, tengo hija e hijo, ambos entre los 10 y los 15 años, o sea: adolescentes; quisiera que mi hija supiera gestionar sus relaciones de forma saludable y mantuviera siempre un criterio propio y la capacidad de evitar personas que la pudieran dominar. Quisiera que mi hijo se construyera como una persona que cree en la igualdad, y convencido que debe respetar siempre a la otra parte en relaciones de amistad o sentimentales.
Esta sociedad tóxica en las que les toca vivir a nuestras chicas y nuestros chicos.
En lo sucesivo, sus vidas estarán condicionadas por múltiples factores, y no tienen por qué ajustarse a mi “ideación”; de hecho, sería deseable que su participación individual fuera muy elevada, aunque no siempre será así. Una vez que el adolescente a des idealizado a los padres, estos “compiten” con los iguales, y en los Institutos pasan cosas que a la mayoría de nosotros no nos deberían gustar, o mejor dicho: deberíamos ser conscientes de determinados detalles que de alguna forma forjan la personalidad de los jóvenes.
Por suerte, tengo tiempo y paciencia (esto último no siempre) para escuchar a los niños, no siempre cuentan, pero cuando lo hacen, estoy ahí. Por suerte también, tengo acceso a otras chicas y otros chicos en la edad de mis hijos, y también les escucho. Algunas de esas cosas que pasan son peleas, agresiones de otro tipo, bullying, e incluso a veces se fomenta el “odio al otro” (por razones de sexo, etnia, religión…). Desconozco el porcentaje de estos incidentes, y por otra parte, también me gusta pensar en todas las cosas buenas que les pueden estar pasando, sí, la educación como la conocemos no es la que deseamos, pero aprenden a convivir, conocen a otras personas, tienen la oportunidad de aprender, etc.
No es responsabilidad de los docentes que chicos y chicas reproduzcan ciertos modelos sociales, puesto que los ven en las series de televisión, o en sus canales de YouTube preferidos, en los video juegos, incluso los reproducen por imitación (hay padres homófobos, cuyas ideas calan en la mente en desarrollo de los hijos, por ejemplo). Lo que después después cuando comparten espacio físico con otros 30 chavales de su edad durante 6 horas, no solo va a depender de la cantidad de estímulos sexistas a los que puedan estar expuestos, pero también estará condicionado por ese factor. Y determinados comportamientos trascienden la relación offline, para manifestarse a través del WhatsApp.
Somos los adultos los principales responsables de comportamientos inadecuados.
Así que tenemos a chicos que controlan a sus parejas, que se enfadan por no tener una respuesta inmediata, que las obligan a estar geolocalizadas. Seguro que alguno de vosotros conoce algún caso, en el que quien desea controlar es la mujer, de hecho yo si tengo constancia, pero en la violencia de género se ejerce mayoritariamente sobre (o contra) las chicas, de eso no cabe ninguna duda.
Conocemos el entorno de los jóvenes, sabemos que las RS pueden servir para socializar o divertirse, pero también para hacer daño, somos conscientes de que están continuamente recibiendo mensajes inadecuados… Incluso hemos leído acerca de todos los cambios por los que atraviesan hasta llegar a la adultez, y de la vulnerabilidad de esta etapa, en la que el cerebro aún no está acabado de formar. De hecho, ¿de verdad los conocemos tanto como pensamos? ¿nos molestamos en saber sobre ellos?
¿Tenemos idea de lo que supone para alguien en estas edades intentar construir la propia identidad encajando a la vez en un grupo? ¿de las contradicciones que viven y sienten? ¿de sus preocupaciones? No hace mucho una niña de 14 años con la que hablaba sobre el tema me contaba que ella si que ve machismo en el insti, pero también ve a chicos presionados por sus amigos para cambiar de pareja continuamente, y muchos no querrían estar en esa situación. Que no se nos olvide que lo que para nosotros es fácil, para ellos no lo es tanto, la experiencia vital es un grado, aunque está claro, que si la adolescencia se caracterizara por tener esa experiencia, no sería tan divertida.
Hay días en los que pienso que realmente la sociedad debe sufrir cambios de raíz para erradicar estos problemas, que solo una campaña servirá de poco; hay otros días en los que pienso que todo lo que hagamos por ellos será bueno. Pero no lo hagamos con una percepción negativa (diciendo por ejemplo “he leído que hay machismo en la adolescencia”, como si nuestro país no fuera machista, y como si no fuéramos los adultos los que les trasladamos el modelo).
En definitiva, nos tenemos que esforzar mucho, pero muchísimo más: escucharles, entenderles, aceptarles, ayudarles (cuando necesitan ayuda) darles ejemplo, ofrecerles oportunidades…. Y ahora sí, os dejo con el vídeo.