Embarazo, riesgo de trombosis: pruebas y terapias

Trombosis en el embarazo

En general, la trombofilia representa una condición genéticamente determinada o adquirida por la cual la sangre tiende a coagularse más fácilmente, provocando así eventos trombóticos graves o, durante el embarazo, complicaciones obstétricas peligrosas.

Este último grupo incluye el retraso del crecimiento fetal, los trastornos hipertensivos gestacionales, el desprendimiento de placenta y los abortos espontáneos recurrentes. Esta predisposición se suma a un estado de hipercoagulabilidad propio del período de embarazo.

¿Quién debe hacerse el examen?

La búsqueda de mutaciones que predispongan a la trombosis venosa profunda debe realizarse fuera del embarazo, porque muy a menudo enmascara una situación por lo demás normal, determinando así diagnósticos de falsos positivos.

En general, las mujeres que se someterán a exámenes de detección serán aquellas que hayan tenido eventos trombóticos graves, abortos espontáneos recurrentes, retraso del crecimiento uterino, muerte fetal intrauterina, hipertensión gestacional y desprendimiento de placenta.

Estos pacientes se definen, de hecho, como «sintomáticos». Finalmente, independientemente de la presencia de los síntomas enumerados anteriormente, existe una indicación para realizar el cribado también en aquellas mujeres asintomáticas, pero que tienen familiaridad con los eventos tromboembólicos profundos o familiaridad con la trombofilia.

Qué exámenes y qué terapias se realizan en casos de sospecha de trombosis durante el embarazo

Las pruebas para la detección de trombofilia en el embarazo son:

  • estudio del factor de coagulación V,
  • antitrombina,
  • Proteína C,
  • Proteína S,
  • resistencia a la Proteína C activada,
  • G20210A mutación de protrombina,
  • Anticuerpos antifosfolípidos de homocisteína.

La terapia está sujeta a heparina de bajo peso molecular. La única excepción es la hiperhomocistinemia aislada que se beneficia del ácido fólico. Cuando se decide intervenir farmacológicamente, el tratamiento debe iniciarse lo antes posible durante el embarazo y continuarse durante al menos 6 semanas después del parto.

Mayor riesgo de trombosis

El riesgo relativo de contraer trombosis venosa profunda y/o venosa pélvica durante el embarazo y en el período inmediatamente posterior es de 5 a 6 veces mayor que en mujeres no embarazadas. Los datos sobre la frecuencia de las trombosis son muy diferentes entre sí, ya que los procedimientos diagnósticos objetivos, como la flebografía o las pruebas de fibrinógeno radiactivo, suelen utilizarse solo con gran confidencialidad en el embarazo. Además, los signos clínicos de la trombosis no son del todo fiables y, a menudo, es difícil distinguir entre la tromboflebitis superficial y la trombosis profunda.

La incidencia máxima de trombosis en el embarazo ocurre en el segundo trimestre del embarazo. La pierna izquierda se afecta con mucha más frecuencia que la derecha, probablemente porque la arteria ilíaca derecha comprime la vena ilíaca izquierda, atravesándola.

Patogenia de la trombosis en el embarazo

Los tres factores patogénicos de la tríada de Virchow también son determinantes para la aparición de trombosis en el embarazo:

  • cambios en el flujo sanguíneo normal
  • cambios en la composición de la sangre
  • integridad vascular

La trombosis en el embarazo puede resultar de alteraciones en el flujo sanguíneo normal en las extremidades inferiores, causada por la obstrucción del retorno venoso por el útero en crecimiento.

El riesgo de trombosis se ve incrementado por las correspondientes alteraciones del sistema de coagulación, ya que a menudo se observa un marcado aumento en la síntesis de factores de coagulación y plaquetas.

En particular, puede haber un marcado aumento en los niveles de fibrinógeno de aproximadamente el doble de los niveles normales (400 – 650 mg/dL) en las etapas terminales del embarazo. Además, también se observa una disminución de los factores del sistema de fibrinólisis.

La trombosis venosa profunda y venosa pélvica observada después de una cesárea asciende aproximadamente al 3-8% en ausencia de profilaxis anticoagulante, es decir, son 4-8 veces más comunes que después del parto vaginal. La tasa de muerte (mortalidad) por embolia corresponde al 2-3% y, por lo tanto, es 10 veces mayor que la del parto espontáneo.

Como causa se puede considerar el traumatismo quirúrgico de los vasos y tejidos, con mayor presencia de material tromboplástico en la circulación. Las mujeres que desarrollan una infección de los segmentos periuterinos de los vasos están particularmente en riesgo.

¿Cómo se puede tratar la tromboflebitis?

La tromboflebitis es una inflamación superficial que aparece con especial frecuencia a lo largo de las venas safenas mayores y menores. Por regla general, los coágulos son pequeños y su desprendimiento no es común en venas profundas, debido a la conformación de las venas y la anatomía de las válvulas.

El tratamiento consiste en medidas físicas locales, es decir, medias de compresión y movilización del paciente.

La terapia de compresión favorece la eficiencia del bombeo muscular en las piernas y, por tanto, el retorno venoso, lo que a su vez evita la progresión de la trombosis.

Prevención

Los riesgos epidemiológicamente probados relacionados con la aparición de trombosis durante el embarazo y en el período inmediatamente posterior son:

  • mujer embarazada en la vejez
  • eventos tromboembólicos previos
  • obesidad
  • humo
  • venas varicosas
  • cesárea previa

Las mujeres embarazadas que corren un riesgo particular de sufrir complicaciones tromboembólicas deben registrarse lo antes posible.

Además de la profilaxis física (prendas de compresión) y la fisioterapia, dependiendo de la gravedad del riesgo, puede ser necesaria la profilaxis antitrombótica farmacológica.

La heparina de bajo peso molecular (p. ej., Fragmin P o fraxiparina) suele utilizarse porque es segura y sencilla de administrar. Estos medicamentos se administran una vez al día con una jeringa precargada.

Hipercoagulabilidad en el embarazo

Toda una serie de enfermedades congénitas y adquiridas conducen a una mayor incidencia de complicaciones tromboembólicas en la vida normal y, por tanto, más aún en el embarazo.

Además del tratamiento de la enfermedad subyacente, durante el embarazo se requiere una prevención física y farmacológica particularmente exhaustiva de la trombosis.


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