Violencia de Género: Somos el modelo de nuestros hijos

¿La ves? Se trata de Violencia de Género

La violencia de género puede darse en cualquier sociedad, incluso en las de los países más ricos y democráticos. Esto constituye un grave problema social y de vulneración de los derechos humanos de las mujeres. Según datos de la ONU, aproximadamente un 35% de las mujeres sufren algún tipo de violencia física o sexual a lo largo de sus vidas. En algunos países la cifra asciende al 70%.

Las cifras son alarmantes y, aunque muchos gobiernos ya están adoptando medidas para erradicar la violencia de género, cada año se siguen produciendo miles de muertes de mujeres en el mundo a manos de hombres. Pero esta es solo la punta del iceberg, la cara más terrible y visible de un problema que muchas veces comienza a gestarse de manera mucho más sutil e invisible.

La violencia contra las mujeres tiene muchas formas. Los asesinatos, las palizas o los abusos sexuales, son las formas más evidentes de maltrato, pero hay otras muchas formas no tan visibles y socialmente aceptadas que pueden llegar a conducir a casos más graves. Pero, aún sin llegar a casos extremos, ninguna mujer tiene porqué soportar ningún tipo de acoso o maltrato por leve que este sea.

Educar contra la violencia de género es posible y necesario

Como sociedad, se hace imprescindible que trabajemos para que no se sigan repitiendo y perpetuando el maltrato y las muertes de mujeres a manos de hombres. Pero no basta con dejar todo el trabajo a los gobiernos. La educación comienza en la familia y nosotros, como madres y padres, tenemos una enorme responsabilidad para prevenir que nuestros hijos protagonicen o sean cómplices de situaciones violentas.

Una buena parte de los adultos en los que se van a convertir nuestros hijos, dependerá del modo en que se hayan criado. Muchos comportamientos violentos o de sumisión, no son más que la repetición de patrones establecidos en la infancia que el maltratador o la persona maltratada viven como algo natural. Por ello, es sumamente importante, que nuestros hijos vivan una infancia basada en el amor, la igualdad y el respeto tanto hacia otras personas como hacia ellos mismos.

La tarea no es nada fácil, sobre todo porque a pesar de los avances, seguimos viviendo en una sociedad predominantemente machista, en la que los mensajes recibidos son muchas veces todo lo contrario a lo que queremos inculcar a los niños. Nosotros mismos, llevamos interiorizadas muchas ideas, prejuicios y normas machistas. Por lo tanto y, dado que somos un referente para nuestros hijos, debemos empezar a cuestionarnos y ser conscientes de ello en nuestra vida diaria.

¿Qué podemos hacer para educar a nuestros hijos en la igualdad de género?

Mostrar a nuestros hijos que les amamos por encima de todas las cosas.

Un niño criado en el amor y el respeto, aprende que cuando alguién le ama le cuida, le mima y le sostiene, sin malos tratos, amenazas o castigos. De esta manera se establece un vínculo seguro que les hará confiar en nosotros como madres y padres y saber distinguir en la vida adulta, lo que es el amor verdadero de lo que no lo es. Así mismo, tendrá una mejor autoestima que favorecerá el que se sienta merecedor de ser amado y sea capaz de poner límites o rechazar situaciones en las que no se sienta cómodo.

Que vean que mamá y papá son iguales y se respetan.

Un padre que respeta a la madre está enseñando a sus hijos varones a hacer lo mismo y a sus hijas a no aceptar relaciones de otro tipo. Una madre que se hace respetar o sabe cuándo cortar una relación, está enseñando a sus hijos de lo que es o no aceptable en una pareja.

Si los niños ven que tanto papá como mamá les cuidan, preparan comidas, realizan las labores domésticas y ambos son responsables de su educación o cuestiones sanitarias, están creciendo en un ambiente de igualdad y cooperación.


Evitar los castigos físicos o de cualquier otro tipo.

Cuando pegamos o castigamos a nuestros hijos les estamos mostrando que para resolver conflictos, hay que  recurrir a la fuerza, la manipulación o la venganza, en lugar de hacerlo mediante la comprensión y el diálogo.

Apreciar y valorar su identidad personal

Enseñar a los niños a quererse tal y como son y que como personas tienen un valor único, independientemente de su sexo, aspecto físico u otras características, les va a ser muy útil de adolescentes y de adultos, ya que no sentirán la necesidad de buscar modelos o referentes en los que encajar. El amor propio y la autoestima son una valiosa herramienta contra la violencia.

Huir de los roles de género.

Analizando la violencia de género entre adolescentes: una revisión de los estereotipos de género

No hay más que ojear cualquier catálogo de juguetes o ver la publicidad en televisión, para darse cuenta de lo arraigados que están los estereotipos y los roles de género, en nuestra sociedad. Las páginas dedicadas a las niñas están llenas de colores rosas, de muñecas, cunas, cocinitas y fregonas, mientras que en las páginas dedicadas a los niños suelen predominar los tonos azules y juguetes como coches, enseres de bricolaje u otros mucho más agresivos incluso las armas.

Muchas veces somos los propios padres los que perpetuamos esos estereotipos con acciones tan aparentemente inocentes como, por ejemplo,  apuntar a nuestras hijas a ballet o gimnasia rítmica y a nuestros hijos a fútbol o karate.

El cine tampoco contribuye a eliminar estos roles. es frecuente que los protagonistas masculinos sean hombres fuertes que van al rescate de alguna chica o princesa desvalida, mientras que los personajes femeninos suelen ser mujeres, monísimas, con cintura de avispa y a la espera de ser rescatadas por su héroe.

Por eso, es importante que hablemos con nuestros hijos. No se trata de que les prohibamos todo ya que, por suerte o por desgracia, este es el mundo en el que nos ha tocado vivir, pero sí de enseñarles a ser críticos y a saber tomar sus propias decisiones independientemente de los patrones que la sociedad nos dicta.

Validar sus sentimientos, deseos y emociones

6 maneras de hablar con los hijos de forma eficaz

Debemos dejar a nuestros hijos expresar sus emociones, preferencias o enfados. Frases como los hombres no lloran o las chicas deben mostrar dulzura, no hacen más que seguir perpetuando clichés y fomentar la desigualdad.

Hay que permitir que los niños conecten con sus sentimientos y los expresen desde la infancia. Enseñarles que el miedo, la vergüenza, el enfado o la inseguridad son emociones válidas y naturales en el ser humano.  Así les enseñamos a expresar sus necesidades y a que aprendan a pedir o rechazar cosas, aunque estas entren en conflicto con las necesidades de los demás.

Fomentar la independencia y la interdependencia.

Es importante que nuestros hijos aprendan a ser independientes y a resolver situaciones por sí mismos. Pero también es imprescindible que sean conscientes de cuándo necesitan pedir ayuda y no estar esperando a que los demás se den cuenta y se la presten.

Enseñarles que nadie debe hacer con su cuerpo algo que ellos no deseen hacer.

Debemos enseñarles a nuestros hijos que su cuerpo es suyo y que nadie más. Nunca se les debe obligar a hacer algo que ellos no quieran, ni siquiera un inocente beso a un familiar si a ellos no les apetece. Del mismo modo, ellos deben saber que no tienen que hacer nada a nadie que no les haya dado permiso para hacerlo.

Fomentar la toma de decisiones.

No es fácil sobreponernos a nuestros miedos y afán de protección y dejar que nuestros hijos decidan por si mismos. Pero es un proceso necesario para que se conviertan en adultos independientes y conectados con sus propias necesidades. 

Dejar a los niños que elijan su ropa, decidan a qué actividades apuntarse, cómo gestionar su tiempo de manera responsable o cuando expresar o no afecto, constituyen pequeños entrenamientos que fomentan la capacidad de tomar decisiones en la vida adulta. 

Comunicarnos con nuestros hijos.

prevenir la violencia de género

La comunicación es la base de cualquier relación sana. Por eso es necesario que hablemos con nuestros hijos, que les hagamos partícipes de nuestras conversaciones y pongamos en común nuestros puntos de vista con los suyos

Observar el entorno.

Conocer la sociedad en la que vivimos y los mensajes machistas que desde ella nos llegan quizás no nos ayude a evitarlos completamente, pero sí a criar hijos conscientes de cómo es la realidad y a ofrecerles las herramientas necesarias para afrontarla. 

Cuidar nuestras lenguaje

Estamos tan acostumbrados a escuchar expresiones machistas del tipo «mujer tenía que ser» que a veces no les prestamos atención. Sin embargo, cuando bromeamos sobre los distintos sexos, criticamos  o aplicamos ciertos roles a hombres y mujeres, esto va calando en el subconsciente de nuestros hijos y terminan por considerarlo normal. Por eso es importante hablar con ellos y explicarles que este tipo de expresiones no son graciosas ni ciertas.

Que sepan que mujeres y hombres somos diferentes pero tenemos los mismos derechos

Hay que huir de la igualdad mal entendida. Hombres y mujeres somos diferentes, no solo físicamente sino también emocionalmente. Pero eso no implica que no podamos optar a los mismos puestos de trabajo o realizar las mismas actividades. Una cosa son las diferencias y otra muy distinta la desigualdad. Hombres y mujeres somos iguales ante la sociedad y tenemos los mismos derechos y deberes. Pero ante todo, tanto hombres como mujeres,  somos personas libres, merecedoras de amor y respeto.

Hablar con ellos sobre sexualidad.

Es importante hablar con nuestros hijos sobre sexualidad. Mostrarles las diferencias entre hombres y mujeres. Hablarles sobre los ciclos femeninos, la menstruación y sobre el deseo sexual. Dejarles  claro que no es lo mismo amor que sexo y que estos no siempre tienen porqué ir de la mano, siempre y cuando exista respeto y consentimiento mutuo.  Además, deben ser conscientes de que la prevención de embarazos es algo que no solo atañe a las mujeres sino que debe ser una responsabilidad compartida.

Como veis, son muchas las cosas que podemos hacer desde la familia para evitar la violencia de género. Como madres y padres podemos poner nuestro granito de arena criando a nuestros hijos en igualdad y respeto, contribuyendo a que el día de mañana sean adultos conscientes, empáticos y respetuosos.


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