Depresión Post Parto

Luego de dar a luz, es muy común que las madres comiencen de golpe a llorar, a sentir desgano, estar irritables ante cualquier cosa, estar muy sensibles ante todo…

Este período comienza desde el parto hasta que se regule totalmente el ciclo menstrual de la madre, esto es aproximadamente 45 días luego del nacimiento del bebé.

También hay casos, que los hombres también experimentan una sensación similar, algo que todavía hoy no se puede explicar con exactitud.

¿Cuáles son las causas de la depresión post parto?
El parto, más allá de lo hermoso del acto de dar vida a un nuevo ser, es también equiparable a un corte en lo real del cuerpo de la mujer.

El bebé se gesta como un órgano más dentro del cuerpo de la madre y como tal se alimenta de sus entrañas. Esta fría -y un tanto desgarrante- descripción es para entender el clima de pérdida real que acompaña cualquier parto, el cual en general y gracias a la función que cumple el amor pasa inadvertido como tal para la mujer que está dando a luz.

La depresión sobreviene cuando la madre no cuenta con recursos psíquicos que le permitan superar esta pérdida producida en su cuerpo. Estos «recursos» son inconscientes y no es posible prevenir que estén o no hasta el desencadenamiento de la depresión.

¿Debe requerir apoyo profesional inmediatamente? ¿O depende de la duración del estado depresivo?
En estas situaciones la mujer no debe temer solicitar ayuda a un profesional de la salud mental. No se trata de que esté volviéndose loca ni tampoco someterse a heroicas soluciones basadas en el «yo puedo salir sola» porque, como vimos, la falta de recursos es inconsciente y esto requiere la consulta con un profesional especializado.

¿Cuál es el rol que debe adoptar el padre en este proceso?
En principio aceptar que por más voluntad que ponga es imposible entender qué le sucede a su mujer en ese momento.

La depresión suele generar en el compañero mucha impotencia , cuando no un monto importante de fastidio. Dado que es muy común confundir un estado depresivo con una `ñaña` o capricho, el hombre muchas veces se ve tentado a decir cosas como «déjate de jorobar que no hay nada grave en lo que te está pasando» o «pensá que tenemos un hijo/a hermoso/a».

A partir de estas pequeñas aclaraciones sólo nos queda aceptar la angustia que produce un cambio de semejante magnitud en la vida de una mujer y compartirla con la pareja en lugar de minimizarla o negarla, precisamente por no poder entenderla.
Esto es fácil de decir pero suele ser muy difícil de hacer, de ser así nunca está de más consultar con un profesional de la psicología, puede ser de pareja o individual según el conflicto.

¿Qué le pasa al hombre?
La aparición de la panza en la pareja produce diferentes efectos, algunos conscientes y otros no tanto.
El hombre se confronta con una mujer que, de pronto, comienza a convertirse en madre, lo cual generalmente había sucedido desde el primer momento, pero bajo el disfraz de esposa o pareja. La aparición de la panza expone y denuncia una situación que ya existía: él ocupaba en gran medida el lugar de hijo y ella el de madre.


Ahora, algo anuncia que ese lugar comienza a tener un dueño, digamos más lógico y real.
El hombre suele manifestarlo con celos, distanciamiento, ciertas conductas que hacen pensar en lo que sucede cuando alguien trata de elaborar alguna pérdida irreparable. Las cuestiones que se juegan son múltiples desde la sensación de quedar afuera del proceso, de inutilidad cuando no de pérdida del amor de su mujer.

Esto último puede derivar en un incremento anormal de los reclamos sexuales sabiendo que no siempre van a ser correspondidos y en muchos casos la inhibición aparece en ellos.
Ellas por su parte, comienzan a interpretar esta situación exactamente en espejo, se sienten menos queridas y suelen pensar cosas como: «solamente les interesa eso», «no comprenden el estado en que estoy», «mi cuerpo deforme ya no le atrae».

¿Cuándo se supone que el hombre deja de sentirse «desplazado»?
Esta es una respuesta absolutamente individual ya que depende del tipo de relación que tenía la pareja al momento del embarazo.

Cuanto más volcada estuvo la relación del lado de lo materno filial, más difícil será para él aceptar la llegada del intruso/a que le quitó su lugar de hijo.

Del mismo modo será la necesidad de pedir ayuda profesional o no. Son muchas las cuestiones internas que remueve la llegada de un hijo, tanto a ellas como a nosotros. Quiero decir que los afectos, angustias y emociones abrevan en múltiples fuentes de la historia de cada sujeto y muchas de ellas ni siquiera sabíamos que existían hasta ese momento.

¿Qué hacer frente a la metamorfosis de la pareja en familia?
Lo más sano es proponer el diálogo, pero no para reclamar ni verificar quién de los dos tiene razón, sino para escuchar lo que le pasa al otro con esa situación.
De ser posible, no deberían ponerse las opiniones propias en el lugar de verdades absolutas.
En síntesis, la idea es aceptar la angustia que produce un cambio de semejante magnitud en la vida de un sujeto y compartirla con la pareja en lugar de ocultarla y/o disfrazarla. O -peor- negarla echándole la culpa al otro.

Infobae


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