Con frecuencia escuchamos que los bebés, los niños y niñas tienen que aprender a tolerar la frustración.
Pero ¿a qué nos referimos exactamente? ¿a tolerar la frustración causada por no poder comer otro helado, por ejemplo? ¿o a tolerar la frustración causada por la negativa a ser tomados en brazos después de estar andando por la calle?
La frustración puede estar causada por un deseo no cumplido o por una necesidad no cubierta. Existe mucha confusión cuando se trata este tema porque por norma general, no se diferencia entre un tipo de necesidad u otro.
¿Cuáles son estas necesidades?
Los bebés y niños tienen necesidades primarias y necesidades secundarias. Las primeras, las necesidades primarias son innatas. Están relacionadas con el bienestar, con la supervivencia. Son las necesidades más básicas: alimentación, higiene, sueño… pero igual de básicas son las necesidades afectivas, la necesidad de sentirse amado, seguro, la necesidad de juego, de exploración …
Las necesidades secundarias en cambio no son innatas sino que están creadas por la sociedad en que vivimos: Consumir televisión, dulces, objetos… no es imprescindible para vivir aunque nuestra cultura diga que sí.
No dar respuesta, frustrar las necesidades más básicas no tendrá las mismas consecuencias que frustrar las necesidades creadas por la sociedad.
Así pues, frustrar la necesidad de contacto, de afecto, de ser comprendido … genera sufrimiento en el bebé o niño. Además, debemos tener en cuenta que la calidad de la relación entre el adulto y el niño depende de la respuesta que dé el adulto a las necesidades del niño. No atender estas necesidades tan básicas afecta de forma negativa a la formación del vínculo afectivo.
En cambio, las consecuencias de frustrar las necesidades creadas por la sociedad no son tan nefastas. Esto no significa que podamos hacerlo de cualquier manera. Como en el resto de aspectos relacionados con la crianza, la forma de hacer o decir las cosas es determinante. Nuestra pequeña necesita que seamos empáticos y comprensivos con su frustración. Necesita sentirse acompañada, necesita que acojamos su emoción, sea la que sea, y que le ofrezcamos consuelo.
Las necesidades básicas no deben ser frustradas ni limitadas de ninguna manera. En cambio, las necesidades secundarias ofrecen una magnífica oportunidad para negociar, siempre en función de la edad.