Muchos padres guardan su tono severo para «situaciones de emergencia». Cuando la seguridad es un problema, a menudo cambian su estrategia de crianza hacia un enfoque más rígido. Esto obviamente tiene sentido. Si tu hijo de cuatro años se dirige a la carretera, ¿deberías gritar? Sí, SIN DUDARLO.
Tu intención, sin embargo, no es castigar. El propósito de gritar debe ser llamar su atención. Si no gritas regularmente, esto debería ser muy efectivo. Si siempre gritas debilitas el poder de tu voz en situaciones de emergencia.
Siempre responde al peligro inmediato. Sin embargo, la disciplina de seguimiento se ejecuta mejor con «una voz empática y preocupada. Eso no significa que no levantes la voz en estas situaciones peligrosas para llamar su atención de inmediato. Pero toda interacción después de llamar su atención tendrá una genuina empatía y preocupación en tu voz.
Cómo permanecer empático cuando estás frustrado
Incluso si quieres cambiar tu tono, los niños no siempre lo hacen fácil. Entonces, ¿qué pasa cuando estás completamente exasperado? Antes de abordar el cambio a un tono empático, concéntrate en mantener la calma. Respira profundamente o incluso toma un «tiempo de espera» para recordar. Cuando hablas, usar una voz cantarina puede ayudarte a sonar positivo cuando no lo sientes.
Luego, aprovecha realmente el amor por tu hijo. La disciplina describe nuestra tarea de enseñar a nuestros hijos cómo tener éxito a medida que crecen y maduran. Sabemos muy bien lo difícil y desafiante que puede ser aprender de nuestros errores. Sé genuino con tu empatía. Recuerda lo mucho que cuidas a tu hijo. Cuando realmente lo sientas, será más fácil comunicar la empatía a través de tu tono de voz.
Recuerda que tu tono de voz es muy importante a la hora de disciplinar a tus hijos. Ellos aprenderán a regular su tono de voz teniendo en cuenta cómo la regulas tú.