La leche materna se adapta a las necesidades de tu bebé, ¿sabes cuál es su composición?

Bebé tomando pecho

La leche materna es única e inigualable. A pesar de los múltiples esfuerzos por imitarla, no existe ningún alimento que, por sí solo, sea capaz de satisfacer todas las necesidades nutricionales y energéticas como lo hace la leche materna en nuestros primeros meses de vida.  Pero, ¿ qué es lo que la hace tan especial ?

Además de poseer una composición rica en nutrientes y anticuerpos que alimentan y protegen a tu bebé  favoreciendo su desarrollo, la leche materna es un líquido vivo que se adapta a las necesidades de cada niño cambiando su composición según la edad, la hora del día e incluso durante una misma toma.  La capacidad de adaptación de la leche humana es tal que varía incluso cuando el bebé está enfermo o en el caso de bebés prematuros. 

¿Cómo cambia la leche materna para adaptarse a tu bebé?

La leche materna comienza a producirse durante el segundo trimestre de embarazo, pero es en las horas siguientes al parto, cuando comienza la producción a gran escala para poder cubrir las necesidades del recién nacido.

El calostro

Bebé y lactancia materna

Durante los primeros días, el bebé se alimenta de un líquido amarillento y espeso que se produce en muy pequeñas cantidades, pero suficientes para cubrir las necesidades del pequeño estómago del recién nacido.

El calostro está formado por agua, hidratos de carbono, proteínas y anticuerpos que nutren y protegen a tu bebé contra posibles microorganismos patógenos. Además posee ciertas moléculas protegen de infecciones intestinales y se encargan de favorecer la colonización  por grupos específicos de bacterias que forman la microbiota intestinal .

El calostro es  bajo en grasa y de muy fácil digestión, por lo que el bebé hará tomas más frecuentes que favorecen la producción de leche en la madre. Tiene efecto laxante, lo que favorece la eliminación esa primera caca espesa y oscura conocida como meconio. Esto ayuda a prevenir la ictericia del recién nacido mediante la expulsión del exceso la bilirrubina en las heces.

Es de suma importancia que la lactancia comience lo antes posible y se dé a demanda para aprovechar los múltiples beneficios del calostro para tu bebé.

La leche de transición

Más o menos  a partir del cuarto día, el calostro va dando paso a una leche con menos anticuerpos y proteínas, pero más rica en grasas y azúcares.  Es la leche de transición, que se produce en mayor cantidad y cuyo contenido calórico es más elevado. Durante unos diez o quince días, la leche irá cambiando su composición hasta dar lugar  a la leche madura.

La leche madura

Mujer amamantando

Es la que aparece tras la leche de transición . Es más líquida y blanca que el calostro y se produce en mayor cantidad. Está compuesta por un 90% de agua y un 10% de proteínas, anticuerpos, hidratos de carbono y grasas. La elevada cantidad de agua hace que no sea necesario ofrecer al recién nacido otros líquidos siempre y cuando la lactancia sea a demanda.


En cuanto al contenido proteico destacan la lactoferrina y las inmunoglobulinas que protegen al bebé contra las infecciones ocasionadas por virus, bacterias u hongos. Cabe destacar la baja concentración de caseína, una proteína de difícil digestión presente en la leche de vaca. Debido a estas bajas concentraciones, la leche materna es mucho más fácil de digerir para tu bebé.

Entre los hidratos de carbono el principal es la lactosa que proporciona alrededor del 40% de las calorías totales.  Es un nutriente esencial que ayuda a combatir infecciones y promueve el crecimiento de la flora microbiana en el intestino. Además facilita la absorción de hierro y calcio. También promueve el desarrollo de la enzima lactasa en el bebé previniendo posibles intolerancias a la lactosa en el futuro.

Los lípidos presentes en la leche materna  aportan un elevado contenido calórico ( alrededor del 40-50% ) y favorecen la absorción de vitaminas liposolubles. El bebé es capaz de absorberlos casi en su totalidad gracias a la presencia, en la leche materna, de las enzimas lipasas que facilitan la digestión de las mismas. Entre las grasas encontramos ácidos grasos omega 3  y omega 6 que favorecen el desarrollo del sistema nervioso y la agudeza visual. Estos ácidos grasos no son fabricados por el organismo por lo que, la leche materna, es un alimento esencial para que el bebé los obtenga.

Con respecto a las grasas, es importante saber que su contenido es mayor al final de la toma por lo que es vital dejar que el bebé acabe primero un pecho antes de ofrecerle el otro. Así aseguramos, además de hidratación,  un correcto aporte de lípidos imprescindibles para su crecimiento y desarrollo.

La leche materna contiene, además, todas las vitaminas y minerales que tu bebé necesita.  Entre los minerales encontramos hierro, calcio, zinc, sodio, fósforo, potasio, magnesio. Su contenido es mucho menor que en otros alimentos, pero su biodisponibilidad es muy alta. Además, las bajas concentraciones de minerales como el sodio y el potasio promueven un buen funcionamiento renal evitando sobrecargas. Las vitaminas presentes en la leche materna, cubren las necesidades del bebé pero su concentración depende del estado nutricional y el aporte vitamínico que reciba la madre.

La leche materna en situaciones especiales

Prematuros

Lactancia-materna-en-prematuros

Si para un bebé nacido a término la leche materna es fundamental, en el caso de los bebés prematuros es de suma importancia. Las madres de bebés nacidos antes de la semana 37, producen un tipo de leche, llamada leche pretérmino, que está totalmente adaptada a las necesidades del recién nacido. Esta leche se caracteriza por ser rica en proteínas, inmunoglobulinas y factores antiinfecciosos para proteger el sistema inmune del bebé. Además, dado que el sistema digestivo es aún muy inmaduro y carente de enzimas, la leche pretérmino tiene bajas concentraciones de lactosa. La combinación única de nutrientes presentes en esta leche promueve la maduración del tracto gastrointestinal, previene contra infecciones nocosomiales y enterocolitis necronizantes, además de favorecer el correcto desarrollo de nuestro bebé prematuro. La leche pretérmino es, además de alimento, medicina. 

Bebé enfermo

La leche materna es tan versátil que cambia incluso cuando tu bebé está enfermo. Se ha visto que las infecciones en los niños estimulan la producción de anticuerpos hasta en un 94% . Estos niveles se mantienen mientras dura la enfermedad y vuelven a sus valores normales una vez el bebé ha sanado.

Lactancia materna y sueño

A los múltiples dones de la lactancia materna se suma uno que seguro que os va a encantar. La leche materna adapta su composición para favorecer el sueño tanto del bebé como de la madre. La concentración en diversos componentes varía a lo largo del las 24 horas del día, ayudando así al establecimiento de los ciclos vigilia-sueño. Uno de estos nutrientes es el l-triptófano, aminoácido implicado en la regulación de la producción de Melatonina , de vital importancia para el establecimiento de los ritmos circadianos día-noche.  Por otro lado, la prolactina segregada durante la lactancia ejerce un efecto relajante sobre la madre y el bebé favoreciendo el sueño de ambos. El bebé se duerme al pecho y a  la madre le es más fácil volver a conciliar el sueño. Además la prolactina aumenta la calidad de sueño por lo que, aunque haya despertares nocturnos, la madre que amamanta está más descansada.

Bebé durmiendo

Como ves, la leche materna es un alimento muy versátil que se adapta continuamente a las necesidades de tu bebé. No es de extrañar que se la conozca como «oro blanco» ya que su valor biológico es insuperable por ningún otro alimento. La lactancia materna es salud, nutrición, protección y vínculo. ¿Qué más se puede pedir ?


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