¿Cuándo hablas con alguien y no te está escuchando cómo te sientes? Seguramente te sentirás mal, abandonado emocionalmente… que otra persona no te haga caso no es un plato de buen gusto para nadie. ¿Te imaginas que esa persona que te hace no sentirte escuchado fuese la persona más importante en tu vida? Seguramente el sentimiento de abatimiento sea enorme…
A tus hijos les pasa exactamente igual. Si no les escuchas cuando te están hablando o aunque les escuches, si no se sienten realmente escuchados y comprendidos, se sentirán en tensión y las emociones negativas e intensas que tengan puede que les lleve a tener comportamientos poco deseados.
No se sienten escuchados, y se sienten empujados
No podemos HACER que los niños obedezcan, a menos que estemos dispuestos a lastimar sus cuerpos y romper sus espíritus. Tienen que QUERER cooperar. Afortunadamente, nuestros hijos generalmente nos dan el beneficio de la duda y siguen nuestras reglas, siempre y cuando se sientan escuchados y tengan al menos un poco de control o elección.
Reconoce SIEMPRE su perspectiva. Si es posible, dale una opción. Los niños tienen que aprender a tener un pensamiento crítico y saber que su pensamiento y sus decisiones también cuentan… Dile algo como:
«Te escucho. Lo estás diciendo fuerte y claro: ¡NO BAÑO! Realmente no quieres bañarte. Apuesto a que cuando seas mayor NUNCA te bañarás, ¿verdad? … Y esta noche necesitas limpiarte en el agua. Tienes una opción. Puedes elegir un baño o una ducha o un baño de esponja. ¿Cuál es el más divertido para ti?»
A veces, escuchar la perspectiva de tu hijo puede incluso convencerte de comprometerte o cambiar tu posición. Está bien. Simplemente explica tu razonamiento, para que tu hijo sepa que fue tu solución lo que le hizo cambiar de opinión, no la obstinación… ¡Todos saldréis ganando!