La vida está para vivirla y en ocasiones a los padres llenos de horario y trabajo, puede que se les olvide. Para los adultos la vida está llena de normas y responsabilidades… Pero la vida también está llena de cosas maravillosas que se deben disfrutar, siempre que seas capaz de parar en seco y ver lo que tienes a tu alrededor. Tu hijo tiene que aprender a disfrutar de la vida gracias a ti.
Todos los padres del mundo quieren que sus hijos sean felices en la vida, y para conseguirlo es imprescindible enseñarles a vivir y a disfrutar del momento. Todos los niños son felices, a menos que sus padres les hagan sentir mal. Los padres pueden informarse para que sus hijos sean más obedientes, sean más creativos o aprendan más rápido, pero, ¿dónde queda el que aprendan a ser más felices?
El primer paso que debes seguir es que tú tienes que aprender a disfrutar de la vida también. Eres su mayor ejemplo y es importante que aprendas a combinar tu tiempo de trabajo con tu tiempo de familia (que éste último sea prioridad). Disfruta de la familia y crea experiencias para vivir juntos. Enseña a tus hijos a experimentar el presente y apreciarlo, ya sea degustar un menú delicioso u oler un melón cuando lo abres para tomarlo de postre.
Dale besos a tu hijo cada día, abrázale, dile lo mucho que le quieres, siente su cuerpo cuando te dice que te quiere y te abrazada… permite que las horas sean para disfrutarlas y no para que se escapen de vuestras vidas.
Céntrate en vivir la vida con tus hijos, en reír, en hacer cosas juntos, en valorar cada situación vivida y si algo ha salido mal pensar en cómo mejorarlo para la próxima vez. Solo tenemos una vida y hay que enseñar a los hijos a valorarla, y a ¡vivirla!