Me da igual que mi hijo saque excelentes, notables o aprobados… un número nunca definirá quien es mi hijo. Lo que realmente importa en la educación de los niños es el esfuerzo que emplean para poder aprender, la ilusión y la motivación ante los nuevos aprendizajes y sobre todo, las ganas que ponen al hacer las cosas nuevas.
Quizá en un examen no estuvieron lo suficientemente concentrados, o tenían sueño o estaban enfermos… y no sacaron una buena nota. Pero un suspenso no significa que no estudiase lo suficiente o que no se haya esforzado. Un suspenso solo es un indicador de que tendrá que mejorar algunas estrategias la próxima vez.
No permitas que las notas de tus hijos le califiquen como “tonto” o “listo”. Tu hijo necesita sentir que es aceptado y que se le quiere y apoya por quien es. No permitas que sienta que sus notas son un problema en su persona. Si saca malas notas, solo tendrás que motivarle para que se esfuerce la próxima vez, que sienta que es capaz y en ningún caso que se sienta incapaz o menos que otros niños de su clase.
La presión por las buenas notas puede socavar la autoestima de los niños e incluso puede generarle demasiado estrés. Un estrés que no les permitirá disfrutar del proceso de aprendizaje y de su curiosidad innata de ser niños. Es necesario hacer hincapié en esto para no etiquetar a los niños, para que sepan y entiendan que son solo números y que esos números no les definen en absoluto… y tampoco les hace ser mejores o peores que otros.
Cada uno tiene su propio ritmo de aprendizaje y es necesario respetar esto, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. Las notas deben ser únicamente una orientación para saber cómo van los niños en la escuela y saber en qué se debe hacer más esfuerzo, pero en ningún caso debe ser un motivo para etiquetar o dilapidar la autoestima de un pequeño.