Esta semana han comenzado de nuevo las clases. Atrás quedan las vacaciones, los interminables días de juego en la calle, la playa, la piscina y la vida sin horarios. Pero, aunque a veces nos cuesta trabajo encajar nuestros horarios laborales con las vacaciones de nuestros hijos, es frecuente que en estas fechas sintamos cierta sensación de melancolía ante el inicio del curso escolar.
Mis hijos llevan ya varios días ilusionados con los preparativos y con ganas de ver a sus compañeros y profesores. Pero yo confieso, que llevo unos días con un una mezcla de sentimientos difícil de explicar. Y es que, ya sea su primer año en el cole o lleven ya varios cursos, separarnos de nuestros hijos después de disfrutar de más tiempo en familia no es nada fácil.
Vuelta al cole y ambivalencia de sentimientos en las madres
Para muchas familias, la vuelta al cole supone un alivio y hasta una liberación. Pero para otras muchas, el tener que separarnos de nuestros hijos durante horas, dejar atrás el tiempo compartido y la vida sin prisas, nos genera sentimientos ambivalentes.
Por un lado nos alegra ver a nuestros hijos crecer y vivir nuevas etapas, pero por otro, el no escuchar sus risas y ocurrencias, el no tener que estar constantemente pendientes de ellos y la sensación de que crecen demasiado deprisa, nos hacen sentir cierta melancolía y tristeza.
Si además, es el primer año de nuestros peques, la ansiedad y las dudas serán aún mayores. ¿Quién no ha sentido la incertidumbre de pensar si habrá llorado, cómo se habrá sentido o si por el contrario lo habrá pasado genial?
Cuando nuestros hijos van al cole, les dejamos en manos de un sistema educativo y de personas que «no controlamos». Si bien sabemos que nuestros hijos van a estar bien atendidos por profesionales en su mayoría bien preparados y amantes de su trabajo, siempre nos queda la duda de cómo será el maestro o la maestra de nuestros niños.
Y es que, por más preparado que está el personal docente, ellos no son nosotros, ni siquiera son personas de nuestra confianza elegidas por nosotros. Y no, no es que pensemos que nuestros hijos van a caer en manos algún desaprensivo, es simplemente que esa persona no conoce a nuestros hijos como nosotros, no sabemos cuales son sus valores, ni que les van a transmitir a parte del temario establecido. En la mayoría de los casos, no conocemos a la maestra o maestro, más que por una reunión de media hora al inicio de curso.
No es tarea fácil. Delegar la educación y el cuidado de nuestros tesoros más preciados, en manos de personas ajenas a nosotros, se hace muy duro y supone todo un ejercicio de aprender a confiar en nuestros hijos y en las bases que hayamos sentado en casa.
Pero también es cierto que, a menudo, los profesores también están interesados en conocernos y saber cómo son nuestros niños, cómo somos nosotros y cómo les educamos, para así poder ofrecernos una enseñanza y un trato lo más personalizado que el sistema les permite.
Por eso, es fundamental que mantengamos una estrecha relación con los profesores de nuestros hijos. Esto no solo repercute en una mejor atención a su aprendizaje y necesidades, sino que a nosotros nos va a permitir resolver todas nuestras dudas e inquietudes con respecto a su educación y bienestar emocional.
Los comienzos y los cambios nunca son fáciles y mucho menos cuando se trata de separarnos de nuestros hijos. Pero también compensa verlos crecer y superar metas.
Y tú. ¿cómo llevas el comienzo de curso?