La maternidad en momentos difíciles: madres valientes

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Todas nosotras somos madres valientes. De alguna manera, cada familia ha tenido y tiene que afrontar diversas dificultades. En ocasiones, nuestros niños nacen con alguna deficiencia, o puede que más tarde debamos dar lo mejor de nosotras mismas para dar respuesta a las múltiples necesidades en el momento más inesperado, pueden demandar nuestros hijos. Y qué decir sin duda de este complejo contexto socioeconómico donde tan difícil no es en ocasiones seguir adelante y llegar a final de mes dándoles todo lo mejor a nuestras pequeñas o grandes familias.

Falta muy poco para que podamos celebrar el día de la madre. Muchas de nosotras lo haremos en la tranquilidad de nuestros hogares recibiendo esos maravillosos regalos que los niños nos hacen con toda su ilusión. Es algo formidable, no hay duda, pero hoy en nuestro espacio queremos ir un poco más allá y dar nuestro homenaje a todas esas madres valientes que han dejado sus casas, sus países y todo lo que les era conocido por dar una nueva oportunidad a sus hijos. La guerra de Siria o la dura situación de la gran parte de países de Oriente Próximo han puesto en una durísima situación a miles de madres de las que deseamos hablar hoy en nuestro espacio.

Madres valientes que han cruzado kilómetros de tierra y océanos por sus hijos

Son muchas las personas que se han acostumbrado a abrir la televisión para ser testigos momentáneos de la situación de los refugiados en nuestras fronteras europeas. El dolor nos enfurece y nos llena de terror y tristeza durante unos minutos. Hasta que llegan los anuncios o se nos habla de una nueva última hora sobre la política. Nuestra concienciación, en ocasiones es fugaz, momentánea, pero la vida de estas personas no dura «un telediario». Su proeza, su travesía lleva meses de sufrimiento, lágrimas y desesperación.

Organismos como la «Internacional Medical Corps» realizaron una serie de pruebas psicológicas a más de 8.000 personas refugiadas en las fronteras de Grecia obteniendo los siguientes datos que nos invitan a una seria reflexión.

  • Más del 30% de los adultos estaban «paralizados», incapaces de saber cómo reaccionar o qué hacer.  Todo lo visto, todo lo vivido y la autoproyección de un futuro sin solución o con escasas expectativas los había sumido en un estado de parálisis emocional del que no sabían muy bien cómo salir.
  • El 25% de los adultos declaraba «no desear seguir viviendo».
  • El resto, afirmaba que todas las fuerzas que les quedaban las obtenían de sus propios hijos. Si habían dejado atrás un contexto de guerra era por salvar a sus hijos del terror y por luchar, por desear darles un futuro mejor.

Ahora bien, un dato que dejó en evidencia al Internacional Medical Corps a modo de denuncia, es que casi el 80% de esos niños estaban traumatizados. Sus madres, por su parte, no saben cómo afrontar esta situación. Uno puede darles de comer, aliviar su frío, decirles que todo va a ir bien, pero la mente de un niño que ha visto todas las oscuridades de las que es capaz el ser humano, difícilmente se repone de este drama.

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Ser madre en momentos difíciles

Una nunca llega a saber muy bien de lo que es capaz hasta que llega el momento. Gran parte de las familias que han dejado sus hogares de origen a causa de los ataques y la sombra del DAESH son mujeres. Muchas de ellas han perdido a sus maridos y familia en la guerra, y no han dudado un momento en llevar con ellas a todos sus hijos, cruzar un mar con chalecos de escasa calidad y supeditadas a las mafias que organizan estos trayectos, para encontrarse en ocasiones, las mismas «oscuridades» que en sus países de origen.

  • Según un informe de «Amnistía Internacional» gran parte de las mujeres refugiadas  son víctimas de agresiones y ataques sexuales en suelo europeo. 
  • Las familias monoparentales (una madre con sus hijos) son los que más riesgos tienen a la hora de sufrir discriminación, ataques y chantajes. Incluso las organizaciones humanitarias han denunciado cómo policías y guardias de las fronteras chantajean a las mujeres ofreciéndoles dinero y ropa a cambio de otros favores.
  • Las instalaciones para refugiados como la de Alepo son escenarios donde no hay intimidad y donde las mujeres, se sienten constantemente asediadas, vigiladas y chantajeadas…

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Nuestro homenaje a las madres valientes que buscan una nueva oportunidad

A todos nosotros nos produce escalofríos pensar cómo en una Europa aparentemente avanzada, estamos permitiendo situaciones que según organismos humanitarios, no se veía ni en la Segunda Guerra Mundial. La población refugiada, históricamente siempre ha sido bien recibida. Muchos países fueron sensibles a las necesidades del pasado para dar nuevas oportunidades a todo aquel que lo necesitara.


A día de hoy, las esferas políticas están reaccionando de forma inversa: cerrando fronteras y estigmatizando a personas que tras huir de la guerra se han encontrado con algo peor. El rechazo, la humillación, el olvido.

Solo esperamos que en los próximos meses todo este escenario geopolítico cambie y podamos dar una mejor respuesta a estas personas que están sufriendo una situación que cualquiera de nosotros podemos llegar a vivir.

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  • Es necesario que esas madres con sus hijos logren instalarse en un contexto social estable y seguro. Solo cuando logren tener tranquilidad, seguridad y apoyo, podrán empezar a ofrecer toda la atención que sus niños necesitan.
  • Tenemos claro también que los traumas que han vivido estos niños no van a desaparecer nunca. Todo ello deja huella, no obstante, el simple hecho de «volver a sentirse seguros de nuevo» puede permitirles ir cogiendo confianza para que esas pesadillas cesen, para despertar al mundo de nuevo y confiar.
  • El poder ir al colegio de nuevo y normalizar sus vidas con rutinas y hábitos en compañía de sus madres y familias, va a hacer que tarde o temprano vuelvan a sonreír.

Para concluir. Falta muy poco para que celebremos el día de la madre, un momento especial en el que reflexionar sobre esa fortaleza que nos ofrece la maternidad, demostrándonos todo lo que somos capaces de hacer. Ser madre no entiende de razas, culturas o momentos históricos, es una lucha constante que debemos apoyar.

Nuestro homenaje de hoy va para todas esas mujeres que llevan en sus brazos a sus hijos día y noche, que aguantan las lágrimas, humillaciones y ataques,  y que  aún así, intentan sonreír para sus niños hablándoles de un mundo mejor, mientras el mundo -al menos parte de él- parece haberse olvidado de ellos. Esperemos que en breve toda esta situación se resuelva de la mejor manera, porque todos cabemos, todos merecemos luchar por el futuro de unos niños que nada han hecho por sufrir de esta manera.


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  1.   Macarena dijo

    Es muy difícil imaginar por lo que deben pasar las familias que intentan sobrevivir en contextos bélicos (o escapar de ellos). ¡Qué situación tan dura desear proteger a los niños, el amor nos mueve sin duda, y a la vez necesitarlos para conseguir las fuerzas necesarias con las que continuar!

    Me sumo a ese homenaje Valeria, gracias por visibilizar tanto sufrimiento: esos niños son como los nuestros, y ellas como nosotras; no hay ninguna diferencia, en eso estoy de acuerdo.