Muchos padres que tratan con un niño especialmente desafiante intentan rectificar la situación siendo cada vez más estrictos. Al hacerlo, se olvidan de lo importante que es la retroalimentación positiva para guiar y corregir el comportamiento: su hijo tiene que saber lo que está haciendo bien o no tendrá objetivos de comportamiento positivos a los que apuntar. Además, las críticas constantes harán que su hijo se sienta resentido con sus progenitores.
Cuando tu hijo haga un esfuerzo por obedecerte, recompénsalo con elogios. Del mismo modo, debes buscar proactivamente las cosas buenas que hace tu hijo. Si tu hijo no pierde los estribos cuando trata con un hermano malhumorado, por ejemplo, dile que notó su acto de autocontrol y estás orgulloso de él.
No intentes obligar a su hijo a respetarte
Tan tentador como es afirmarse diciendo: «Soy el padre, ¡así que tienes que respetarme!» exigir respeto de tu hijo es probable que resulte contraproducente. ¿Por qué? Es simplemente imposible hacer que alguien te respete, por lo que te estás preparando para el fracaso cuando haces estos ultimátums.
En lugar de tratar de controlar cómo se siente tu hijo acerca de ti, concéntrate en su comportamiento. Recuérdale que si bien puede que no le guste una regla, tiene que cumplirla, y llamarlo por un feo nombre no cambiará eso. Haz hincapié en el hecho de que la grosería es incorrecta, no importa cómo se sienta.
Qué hacer si el comportamiento irrespetuoso se intensifica
En algunos casos raros, el comportamiento desafiante de un niño puede seguir empeorando. Si esto le sucede, es importante reconocer que el comportamiento persistente y severo de tu hijo puede ser sintomático de un problema más profundo (como un trastorno de conducta ). Busca el apoyo de otros padres y la asistencia de un profesional de salud mental en caso de que el comportamiento de tu hijo se vuelva realmente inmanejable. Con el tratamiento correcto, tu hijo debería poder estabilizarse y superar sus problemas con autoridad.