¿Los maestros de corazón reciben el apoyo y la colaboración necesaria?

Todavía me dura la rabia por los acontecimientos de hace unos días. Os cuento. Mientras buscaba las llaves del portal pude escuchar como una vecina le decía a otra: «yo es que llevo a mis hijos al colegio para que los maestros los eduque». ¡A tomar viento fresco! No era consciente que algunos padres se desprendieran de esa forma de sus hijos. Claro, todo es fácil si se lleva a los niños a un centro educativo y que los maestros se encarguen de todos.

Los maestros no son padres de los estudiantes

Está claro que los centros educativos tienen que tener en cuenta los valores, emociones y sentimientos de los niños. En los colegios se pueden aprender valores nuevos pero los básicos que los niños tienen que asimilar tienen que ser enseñados en casa. Hay familias que creen que los maestros y profesores son unos segundos padres de los niños. Pero eso no es verdad. Sí es cierto que ellos también se preocupan por el bienestar personal, emocional y físico de los estudiantes pero no son sus padres.

Hace unos días un amigo que es profesor de educación física, recibió una visita inesperada de los padres de un alumno. Ellos decían (de muy mala manera, claro) que él había hecho jugar a baloncesto a su hijo estando enfermo, que no le había cuidado y que iban a poner una queja en el centro. Mi amigo, por supuesto, no tenía ni idea de que el estudiante estuviera enfermo y les contestó con una frase muy acertada: «yo no sabía que se encontraba mal. Pero, ¿por qué no le llevaron al médico si así era?» Obviamente, los padres se tuvieron que callar.

Responsabilidad excesiva de maestros, profesores y educadores

En este apartado tengo que mencionar el verbo «cuidar». Los educadores infantiles cuidan de los más pequeños pero también hacen muchísimas cosas más que no son tomadas en cuenta. No es la primera que escucho decir a una amiga educadora que los padres de un niño le han echado una bronca monumental porque no se había aprendido bien los números del uno al cinco. Y no es la primera (ni será la última) que unos padres montan una escena increíble porque su hijo tiene un ligero raspón en la rodilla. Ni si quiera piensan en los demás niños que los educadores tienen que prestar atención.

Si hablamos de maestros y profesores, su función ya no es la de cuidar de los estudiantes. Ojo, eso no quiere decir que no se preocupen si se caen en el recreo, si se hacen daño o si han estado enfermos. Tampoco quiere decir que no tengan en cuenta las emociones y sentimientos de los alumnos. Aun así, sigue habiendo padres que responsabilizan de absolutamente todo lo malo de sus hijos a los maestros y profesores. ¿Si hay niños que suspenden? Culpa de los docentes. ¿Si hay niños que se portan mal? Culpa también  de los maestros.

Colaboración cercana entre maestros y familias

La maestra no le castigó. Fue hacia él y le habló de manera pausada, empática y asertiva. Buscaba la explicación de por qué había hecho eso. Cuando se lo comentó a los padres dijeron que por qué no le había castigado y por qué no había sido más dura con él. Mi amiga contestó lo siguiente: «yo no castigo a los estudiantes prefiero hablar con ellos y tampoco tengo que actuar cómo lo harían ustedes. No soy su madre». De nuevo, la familia del niño se tuvo que callar porque no podían decir nada. NO se puede pretender que maestros y profesores sean los únicos que eduquen a niños y adolescentes.

Colaborar no es dejar todo el peso de la educación de los niños y jóvenes en los docentes. Colaborar significa que maestros y padres trabajen unidos, cercanos y de la mano por el mismo fin. Si los estudiantes aprenden valores nuevos en el colegio no va a servir de nada si la familia no los refuerza. Y lo mismo pasa si los padres son los que enseñan algo nuevo a los hijos y los docentes no lo tienen en cuenta en el aula. Por eso, es fundamental que los maestros muestren su apoyo y empatía a los padres. Pero los padres también tienen que apoyar a los docentes en el camino.

Todos podemos cambiar la educación. Todos podemos educar

Abuelos, vecinos, amigos, autobuseros, peluqueros, estudiantes, tenderos… Todos y cada uno de nosotros podemos educar. Siempre podemos enseñar algo a los demás (y no me refiero solo a niños y jóvenes). Si tuviéramos más conciencia social quizás los maestros y profesores fuesen más valorados. Quizás hubiera menos acoso escolar en las aulas (o ninguno). Si todos pusiéramos de una vez por todas nuestro granito de arena para mejorar la educación… la sociedad sería muy diferente. Los estudiantes serían más sensibles, comprometidos y se mostrarían más empáticos.

Pero nos equivocamos al pensar que todo eso es labor de los maestros y de los profesores. Nada más lejos de la realidad. Sí es cierto que ellos son agentes del cambio en las aulas y en los centros educativos. Pero los que no estamos dentro de colegios e institutos también lo somos y podemos aportar grandes ideas para la mejora de la educación. No dejemos todo el trabajo a los docentes. Trabajemos juntos por una educación de calidad y para todos. No todos somos maestros. Pero todos tenemos algo que enseñar y aprender.



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