A no todos los padres les gusta castigar y reprender a sus propios hijos. Sin embargo, los niños deben saber en todo momento que determinadas acciones deben tener consecuencias. Es verdad que el castigo no debe usarse de manera habitual y solo aplicarlo ante determinadas conductas desobedientes por parte de los pequeños.
La edad del niño es clave a la hora de elegir el tipo de castigo que puede hacer ayudar a reconducir una conducta desafiante o poco adecuada. Acto seguido te damos una serie de pautas que te ayudarán a saber cómo debe ser el castigo y en qué momento debes usarlo.
El castigo en los hijos
Una buena educación se basa entre otras cosas, en que los niños aprendan a respetar una serie de normas y reglas impuestas por los propios padres. Ante ello, los padres deben de dar en todo momento ejemplo y comportarse de la misma manera que desean que hagan sus hijos.En ocasiones tales conductas son demasiadas graves y hay que optar por el castigo como medida para evitar que tales conductas se vuelvan repetir. Si no queda otra que optar por el castigo debes tener en cuenta los siguientes aspectos:
- El castigo no debe ser en ningún momento un mal para los niños ni atacar a su autoestima. Los niños deben entender el castigo como una consecuencia a causa de una acción poco deseable.
- Antes de castigar a los niños, los mismos deben entender el por qué se les castiga.
- El castigo no debe entenderse como algo malo y sí como un trato.
Cómo castigar a los hijos según su edad
Los expertos aconsejan a la hora de conseguir una buena educación, el mantener una buena comunicación y la disciplina positiva. Sin embargo, hay veces que hay acudir al castigo como medio para que los niños sepan diferenciar lo que es una conducta positiva de una negativa. A la hora de imponer el castigo a los niños hay que tener en cuenta en todo momento la edad de los niños. No es lo mismo el castigo para un niño de unos 5 años que uno para un niño de 10 años.
- En la etapa que va de los dos a los 5 años, el castigo se debe imponer de una manera inmediata para que el pequeño sepa que el mismo está relacionado con la mala conducta que ha tenido. El privarle de ciertos privilegios es uno de los castigos aconsejados por los profesionales. Con ello el pequeño puede entender de manera clara que ciertos comportamientos indeseables pueden tener ciertas consecuencias como el no poder jugar con su juguete favorito.Si la conducta es demasiado grave e imperdonable, el padre puede optar por mandarle fuera del lugar en la que se ha portado mal. De esta manera tiene la oportunidad de pensar sobre lo que ha hecho y de calmarse.
- A partir de los 6 años, los niños ya son más conscientes de lo que hacen y de lo que está bien y mal. La retirada de privilegios sigue funcionando como castigo efectivo. De esta manera se puede optar por dejarlo sin ver la televisión o no salir a jugar a la calle con los amigos.
- Con la llegada de la adolescencia, la cosa se complica más porque se vuelven mucho más independientes y no les cuesta aceptar las normas. Si hay que optar por el castigo como medida extrema, la pérdida de privilegios vuelven a cambiar: no usar el móvil, no jugar a la consola o el no poder salir con los amigos a dar un paseo.
Recuerda que el castigo debe ser el último recurso y en el caso de optar por el mismo debe servir para que se den cuenta de que han obrado mal y que la próxima vez su conducta debe ser totalmente diferente. No hay que excederse en los castigos ya que ello puede ser contraproducente a la hora de conseguir una buena conducta.