Consecuencias del bullying para la salud mental: una reflexión necesaria

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“No es cosa de niños: es ACOSO”, esta es una frase que deberíamos ‘insertar’ en el imaginario colectivo, si es que fuera posible cambiar todo el conjunto de pensamientos que de forma real o imaginaria no hacen más que retroalimentar creencias erróneas. Y digo erróneas porque cuando un menor sufre agresiones o humillaciones de forma reiterada por parte de sus iguales, y en cualquiera de las formas posibles, necesita ayuda; mejor aún: la situación necesita de una revisión para erradicar el problema y plantear actuaciones preventivas.

Las consecuencias del acoso escolar se dejan ver en algún momento, como lo hace cualquier manera de ejercer violencia contra los niños. De hecho, un estudio reciente asegura que sus víctimas son ‘candidatos’ a sufrir problemas de salud mental a partir de la adolescencia y durare la edad adulta. Los niños son muy vulnerables, y con demasiada frecuencia se convierten en objeto de maltrato por parte de adultos o iguales, sin embargo cuando los agresores son compañeros de escuela, el riesgo se incrementa.

He introducido que el acoso escolar se puede manifestar de varias formas, y aunque sea brevemente, me gustaría apuntar que las agresiones verbales o física, la exclusión social, las amenazas, y – también – el acoso sexual, se consideran ACOSO

La investigación que he mencionado se llama “Adult mental health consequences of peer bullying and maltreatment in childhood: two cohorts in two countries”, y se puede encontrar en el número de abril de la revista The Lancet Psychiatry. Suzet Tanya Lereya y sus compañeros, pertenecen al Departamento de Psicología de la Universidad de Warwick en el Reino Unido; y al departamento de psiquiatría y ciencias del comportamiento, del Duke Medical Center en Sheffield.

En los últimos años, se están convirtiendo en evidencias, muchas de las ‘sospechas’ respecto al impacto de la violencia contra los niños: lo que para muchos es aún asumible como si de un dogma se tratara (justificando así dicha violencia), resultan ser prácticas abusivas que en nada benefician el desarrollo de un menor, ni las relaciones interpersonales. El maltrato infantil es inaceptable, sea quien sea el agresor, pero además es muy probable que el que lo sufre llegue a manifestar ansiedad, o tienda al abuso de drogas.

El maltrato entre iguales

Es necesario cambiar la forma de relacionarnos con los niños, porque ellos son la raíz de la sociedad. Y a la vez, es preciso centrarnos en la prevención y abordaje del acoso escolar, pues la incidencia es muy preocupante (según el informe Cisneros X de 2007 la tasa se sitúa en un 24 por ciento en España, otros estudios también se acercan ese porcentaje). No es precisamente para infravalorarlo, puesto que un 24 por ciento es como decir uno de cada cuatro niños, y eso es mucho. Además en la actualidad no hay una edad por debajo de la cual los niños ‘estén a salvo’ puesto que se observan conductas de acoso incluso en Educación infantil, y por supuesto hasta la Educación Secundaria. La investigación en The Lancet, va más allá y sitúa la incidencia en uno de cada 3 niños afectados, según una revisión en 38 países.

Creo que nos lo debemos tomar más en serio, puesto que la intimidación entre iguales puede ocasionar problemas de salud mental a largo plazo, y mantenidos en el tiempo. Estas consecuencias pueden llegar a ser peores que en el caso de los niños maltratados por adultos (por lo general familiares).

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Consecuencias del bullying en la edad adulta

Eva ya nos había introducido en este post, ahora me gustaría remarcar que los menores víctimas de estas agresiones pueden desarrollar ideas suicidas y tendencia a la depresión; también se han observado episodios de autolesiones, y ansiedad. El acoso escolar no es aceptable, y desde ese punto de vista, se debe generar un debate social, que permita visibilizar políticas y actuaciones encaminadas a su erradicación.

El estudio del que os hablo, se ha realizado longitudinalmente entre dos cohortes de escolares del Reino Unido y Estados Unidos, y en él también han participado padres respondiendo cuestionarios. Los participantes en el estudio, habían sido ‘seguidos’ desde los 8 y 9 años, hasta los 18.

No hay que perder de vista, que a partir de los siete u ocho años, se modifica el papel de la familia como referente, y el niño se va encaminando hacia ‘el exterior’ del hogar, por lo que amigos, compañeros, e incluso hermanos adquieren un peso mayor. La personalidad de la víctima, se adapta en función de la importancia que le concede a las personas que para él o ella son más importantes en ese momento, ello explica que el bullying sea tan dañino.

Parece claro que el acoso escolar se ha convertido en un problema de salud pública, y coincidiendo con profesionales que trabajan directamente en este tema, es necesario no sólo un cambio de mentalidad, sino formar a familiares y docentes, para alertar de las consecuencias que se pueden derivar. Sólo una sociedad decidida en su conjunto a erradicarlo, puede actuar para disminuir las tasas, y aliviar el sufrimiento de cientos (y miles) de niños en todo el mundo.


Imagenes – Rcnh2204, Gabbys0102


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