Cuando la cesárea se convierte en violencia obstétrica

cesárea

La gran mayoría de mujeres sometidas a una cesárea contarán que han entrado solas a quirófano.

Contarán también que apenas tuvieron unos segundos para ver a su bebé recién nacido antes de que se lo llevaran.

Que estuvieron solas durante el post- operatorio, sin saber en qué estado se encontraba su bebé, si estaba sano, si estaba vivo.

Y que no tuvieron contacto con su bebé ni lo pudieron amamantar hasta horas, incluso días después del parto.

Que esto sea frecuente, sin causa médica que lo justifique, que lo veamos con normalidad, que incluso sea el trato que esperamos antes de una cesárea, no significa que sea la opción más saludable. Todo lo contrario, estas prácticas pueden causar serias secuelas tanto en la madre como en el bebé. Dificultad para conectar emocionalmente con el bebé, dificultad para establecer un vínculo afectivo seguro, comprometiendo así el desarrollo del bebé, ansiedad materna, síndrome de estrés post- traumático… son algunos de los efectos negativos de no haber tenido un buen trato durante la cesárea y después de la misma.

¿Pero es violencia obstétrica?

Violencia obstétrica es cualquier acción que patologice los procesos reproductivos naturales y biológicos. Aunque en el estado español todavía no esté contemplada por la legislación, las prácticas constitutivas de violencia obstétrica están prohibidas. Vulneran derechos básicos contemplados en nuestra Constitución como son el derecho a la integridad física y moral, a la libertad persona, y a la intimidad. También vulneran derechos reconocidos en convenios internacionales.

Violencia obstétrica

En el año 2014 la Organización Mundial de la Salud publicó un documento advirtiendo del grave problema de salud pública que supone la violencia obstétrica por comprometer el bienestar biopsicosocial de las mujeres y sus hijos.

Y países como Venezuela, México o Argentina han definido jurídicamente este tipo de violencia contra la mujer, tipificando como delito en sus leyes la violencia obstétrica.

La abogada especializada en Derecho Sanitario, Lorena Mocholí recurre al Derecho Comparado para evidenciar que ciertas prácticas rutinarias en la atención a las cesáreas, aplicadas en casi todos los hospitales españoles son casos de violencia obstétrica.

¿Podemos combatir la violencia obstétrica?

Este tipo de violencia de género está tan normalizado que cuesta demostrar que existe. Tal vez este sea el primer paso, ser consciente de su existencia.


Debería dársele la misma importancia que a cualquier otro tipo de violencia contra las mujeres, elaborando políticas efectivas para combatirla.

Los profesionales sanitarios que atienden el embarazo, el parto y el post- parto son determinantes para eliminar la violencia obstétrica. Dar protagonismo a la mujer en un momento de tanta importancia y vulnerabilidad, permitirle estar acompañada por una persona que le dé seguridad, no separar a la madre del bebé facilitando así el contacto precoz con el bebé y el establecimiento de la lactancia materna… son prácticas incluidas en documentos y protocolos para la humanización de las cesáreas.

También es responsabilidad de los gestores de los centros sanitarios el revisar sus protocolos y adecuarlos a las nuevas evidencias y recomendaciones de organismos oficiales como la Asociación Española de Pediatría.

Las usuarias no tenemos porqué quedarnos de brazos cruzados. Además de exigir a los responsables que tomen las medidas adecuadas, tenemos derecho a presentar un plan de parto y nacimiento expresando nuestras preferencias y necesidades. Y si hemos sido víctimas de violencia obstétrica, podemos presentar reclamaciones oficiales en las oficinas de atención al paciente.

Hacerla visible nos ayudará a combatirla.


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