Los padres tienen que confrontar la etapa de la adolescencia con sorpresas inesperadas y con una etapa que marca todos los aspectos en todos los sentidos. El problema sucede cuando se tiene una hija adolescente rebelde, dónde el tema puede llegar a ser mucho más sensible que en el tema de los varones.
La actitud de rebeldía destaca en la etapa de adolescencia cuando muestra ese cambio hormonal y que afecta también a muchos factores ambientales. Las chicas suelen mostrar un comportamiento mucho más enmarcado que los hombres, dado que su sexo y cambio físico provoca mucho más complejos y atrae mucho más a la rebeldía.
¿Qué conlleva a que tu hija sea rebelde?
Para poder esclarecer este término hay que puntualizar que la rebeldía en esta etapa es normal. Las opiniones de los padres ya no toman la misma relevancia que cuando tenían algunos años menos, tampoco toman las mismas responsabilidades al sentirse muy ocupados y algunas decisiones que toman las hacen sin pensar.
El tema de la conducta de las mujeres es distinto que el de los hombres. Así como en los chicos la conducta en mucho más masculina, destacando su fuerza, las de las chicas es mucho más sensible. Las mujeres tienden a interiorizar más su conducta y su estado de rebeldía puede hacer que mientan, no estudien, falten a clase e incluso pueden llegar a consumir sustancias.
¿Cómo frenar a tu hija adolescente rebelde?
La rebeldía se manifiesta en los adolescentes como un acto de dependencia y no de independencia. Necesitan llamar la atención de sus actos y la dependencia o apego hacia los demás. Es difícil encaminar este hecho, pero la mejor propuesta es hacer que la persona se responsabilice de sus actos. Debe de crear nuevos retos y construirse como persona de manera independiente.
La relación entre padres e hija debe ser equitativa, comprensiva y sin contrapesos. Hay que permitir que las discusiones sean suaves y no recargadas de enfados, ya que esto presionará mucho más a la joven y no tomará las medidas oportunas.
Las mujeres siempre están cargadas de emociones y su gestión forma parte del apoyo de los padres. Siempre es bueno preguntar qué es lo que sienten, ayudar en todas las dudas y aportar desde el apoyo la voz de alguien experimentado.
A la hora de imponer normas o límites han de ser consensuados. Si se interponen siempre tendrán que ser cumplidos y negociados entre ambas partes. Siempre en los diálogos tiene que aparecer la sinceridad y la comprensión, los jóvenes agradecen mucho más esta actitud.
Funciona mucho mejor que se le anime a alcanzar sus propias metas y sin presiones. Seguramente podemos recordar que cuando a nosotros nos presionaban de jóvenes cumplíamos mucho menos los objetivos o normas.
Y sobre todo admitir cómo es nuestra hija, cómo es su personalidad y su carácter. Hay que evitar las comparaciones, ni con sus amistades, ni compañeros de clase y hermanos, ya que puede dañar su autoestima. Hay que aceptar que no son perfectos y si toma la decisión de equivocarse ella misma tiene que acarrear con las consecuencias, aunque nos duela.
La comunicación es la mejor herramienta
La comunicación entre padres e hijos es la mejor herramienta. Es distinto a tener una buena amistad, porque está claro que una relación entre dos partes iguales no tiene buen fin. Los padres deben de mantener su rol, dónde rige su autoridad, pero con una gran complicidad. Funciona muy bien cuando les explicamos las cosas como ya personas adultas, sin presiones y ejemplarizando con hechos, dónde siempre reina la ayuda condicional.
Hay que entender que es una edad dónde las mujeres se pueden volver ingenuas y desconfiadas, con muchas ilusiones y con ganas de vivir la vida. Eso no hay que dañarlo y hay evitar que otros factores no dañen estos conceptos.
Invertir tiempo en su educación de un niño en complejo y ya desde que son pequeños gastamos mucho tiempo y energía. Es muy importante conocer cómo es la “educación especial” y “cómo conocer la educación positiva”.