“En nuestra vida diaria, la experiencia consciente, aquello de lo que nos damos cuenta y la naturaleza misma de nuestra conciencia, se manifiesta de muchas formas diferentes. Cuando permitimos que estos diferentes aspectos de la conciencia, de estar al tanto, se aprecien con sus cualidades únicas, y después los conectamos centrando la atención sistemáticamente en cada uno dentro de la conciencia, desarrollamos una percepción más coherente de nosotros mismos. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de conocimiento integrado”.
Esta es una frase copiada textualmente del libro “Tormenta Cerebral (el poder y el propósito del cerebro adolescente)”, escrito por el profesor de psiquiatría clínica Daniel J. Siegel. No la he elegido al azar, sino que me sirve de base para introducir una de las herramientas de ‘mindsight’, un término acuñado por el autor que describe nuestra capacidad para percibir la mente propia y la de los demás. Si conseguimos desarrollarla, comprendemos mejor la vida interior y favorecemos la integración del cerebro. Puede que todo esto parezca complejo, pero tiene un propósito claro: la herramienta de la que os hablo es la ‘Rueda de la Conciencia’.
El ejercicio de la RUEDA sirve para explorar la propia vida interior y ayuda a integrar la conciencia en adolescentes; es una técnica refrendada por colegas de Siegel y con aplicaciones terapéuticas. Pero también se puede intentar en casa, como cuando son pequeños y les enseñamos técnicas de relajación.

Tiene efectos positivos en la forma de regular las emociones, y ayuda a desarrollar una mente clara. Siguiendo los pasos que se proponen en el libro (aquí una versión online, aunque recomiendo comprarlo), facilitaremos la exploración del “mar interior”. Combina respiraciones controladas con la visualización de los elementos que forman parte metafóricamente de la rueda:
- Los cinco sentidos.
- Sexto sentido (el cuerpo).
- Séptimo sentido (actividad mental).
- Octavo sentido (relaciones).
Cuenta Daniel J. Siegel que al crear vínculo entre todas esas partes del ser consciente, integramos la mente, podemos calmar la ansiedad y percibirnos con más claridad. Considero que es muy útil para las familias con interés en el crecimiento personal, y para adolescentes que en ocasiones están confusos. No puedo aportar más detalle, porque lo que toca es que exploréis el libro para decidir si os apetece poner en práctica esta u otras herramientas… o simplemente para conocer un poco más a las chicas y los chicos en esas edades.

Si tenéis hijos adolescentes, os recomiendo leer el libro. Es un texto divulgativo no exento de cierta dificultad, pero vale la pena: Siegel sabe transmitir neurobiología, psicología y psiquiatría a personas no iniciadas. Además de la reseña breve en los primeros párrafos, el autor cuenta con muchísimos más méritos; por otra parte, la tarea de explicar el desarrollo cerebral es de agradecer, porque realmente es un órgano muy desconocido a pesar de su importancia.
No es un libro cualquiera sobre adolescencia, no está escrito en forma de listado de consejos. “Tormenta cerebral” rompe esquemas contándote que la adolescencia no es una etapa negativa, que los adolescentes no son problemáticos. Te explica qué les pasa por dentro, para que les comprendas, y apela a tus propias vivencias. Los cambios en el autoconcepto, en el comportamiento y en las relaciones… Los cambios asociados a la adolescencia son debidos a complejas combinaciones hormonales, pero en el cerebro lo que cuentan son los neurotransmisores. Todo cambia para provocar el tránsito de niño a adulto, nada ocurre al azar; por lo tanto, las familias debemos despojarnos de prejuicios que nos hacen estar a la defensiva con los hijos; ese es el primer paso. El segundo consiste en acompañarlos por esa emocionante aventura que es la adolescencia.
¿Qué es la Rueda de la Conciencia y por qué funciona en la adolescencia?

La Rueda de la Conciencia es una práctica de atención focalizada que organiza la experiencia en un eje central de claridad (el “centro” desde el que somos conscientes), un aro o borde (todo aquello de lo que podemos ser conscientes) y unos radios (la atención que conecta ambos). Al recorrer sistemáticamente sentidos, cuerpo, mente y relaciones, se promueve la integración horizontal (equilibrio entre emoción y razón) y la integración vertical (autorregulación desde el tronco encefálico hasta la corteza). En adolescentes, cuyo cerebro está en reorganización, esta práctica potencia funciones ejecutivas como la atención, la reflexión, la empatía y la regulación emocional.
Guía práctica paso a paso (adaptada para casa, aula o consulta)

- Preparación. Reserva entre 20 y 30 minutos en un lugar tranquilo. Puedes grabar tu propia guía o utilizar recursos de drdansiegel.com. Adopta una postura estable y cómoda, con la espalda erguida y una actitud de curiosidad amable.
- Familiarízate con la rueda. Visualiza el centro como el lugar desde el que sabes que sabes, el borde como todo lo que puede aparecer (imágenes, sonidos, pensamientos, emociones) y los radios como la atención que viaja del centro al borde y vuelve.
- Respiración ancla. Siente la inhalación y la exhalación durante varias olas. Deja que la respiración te lleve a ese centro de claridad. Luego mantén la imagen de la rueda para continuar el recorrido con calma.
- Primer segmento: los cinco sentidos. Desde el centro, dirige el radio al borde para abrirte a:
- Oído: deja que los sonidos presentes llenen la conciencia, sin juzgar.
- Vista: percibe la luz tras los párpados o con ojos entreabiertos.
- Olfato: nota sutilmente cualquier olor o ausencia de él.
- Gusto: repara en sabores residuales en la boca.
- Tacto: siente puntos de contacto con ropa, silla, piel.
Respira un poco más profundo y suelta este segmento.
- Segundo segmento: sexto sentido (el cuerpo). Realiza un escaneo corporal: rostro, cuero cabelludo, nuca y laterales de la cabeza; cuello y garganta; hombros; brazos hasta yemas de los dedos; parte superior de espalda y pecho; zona lumbar y abdomen; caderas; piernas hasta tobillos y puntas de los pies. Incluye la pelvis y genitales, las vísceras (intestinos, estómago), el interior de la garganta, los pulmones y la región del corazón. Finalmente, abarca la sensación del cuerpo entero.
- Tercer segmento: séptimo sentido (la vida mental). En una primera parte, mantente abierto a que aparezcan pensamientos, recuerdos, imágenes, emociones o impulsos, observándolos llegar y marcharse. En una segunda parte, investiga cómo surge cada contenido (¿gradual o repentino?, ¿desde algún lugar?), cómo permanece (¿estable o vibratorio?, ¿continuo o intermitente?) y cómo se va (¿bruscamente, desvaneciéndose, reemplazado por otro?). Nota la cualidad del espacio entre dos contenidos mentales.
- Cuarto segmento: octavo sentido (las relaciones). Expande el sentido de conexión: personas cercanas en la habitación; familia y amistades; compañeros de clase o trabajo; comunidad, ciudad, región, país y continente; todas las personas del planeta y, después, todos los seres vivos, animales y plantas.
- Intención compasiva (bondad amorosa). Imagina enviar deseos de salud, seguridad y bienestar a todos los seres y, por último, a tu propio yo interior. Cierra volviendo a la respiración con una inhalación y exhalación más intencional.
Entrevista por zonas: preguntas que abren conciencia y regulan la reactividad

Además de la meditación guiada, puede utilizarse una entrevista semiestructurada que recorre cuatro focos de atención, muy útil con adolescentes a partir de los 12 años (cuando emerge el pensamiento abstracto):
- Concretar la situación. Define un episodio reciente y específico (qué pasó, dónde, cuándo) para contar con un anclaje claro.
- Zona exterior (relato observable). Activa el hemisferio izquierdo: ¿Qué vio/oyó un observador neutral? ¿Qué ocurrió antes y después? ¿Qué palabras exactas se dijeron?
- Zona del cuerpo (interocepción). ¿Se activó el cuerpo? ¿Dónde y cómo? ¿Impulso a luchar, huir, bloquearse, llorar, expandirse o relajarse?
- Chequeo clave. ¿La reacción corporal fue proporcional a lo que pasaba (serpiente) o exagerada (fantasma)? ¿Responde al presente o a ecos del pasado no resueltos? Si aparecen señales, valorar apoyo terapéutico.
- Zona interior (emociones, imágenes y pensamientos). ¿Cómo te sentiste? ¿Qué imágenes surgieron? ¿Qué pensaste? ¿Qué motivación positiva había en tu intención?
- Zona de las relaciones (circularidad). ¿Cómo expresaste tu respuesta? ¿Qué pretendías lograr? ¿Cómo pudo sentirse la otra persona? ¿Os sentisteis más tensos o más conectados? ¿Cómo te habría gustado responder?
Beneficios comprobados y recomendaciones de uso
Cuando se practica con regularidad, la Rueda de la Conciencia:
- Profundiza el pensamiento y favorece que las personas encuentren soluciones más ajustadas a sus retos cotidianos.
- Genera coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, reduciendo impulsividad y reactividad.
- Fortalece la función ejecutiva: atención sostenida, reflexión, empatía y autorregulación emocional.
- Promueve modelos internos de apego más seguros, al mejorar la mentalización propia y de los demás.
Es una técnica simple y segura cuando se acompaña con empatía, útil tanto para profesionales como para madres y padres. Puede realizarse en casa, en el aula o en consulta, siempre respetando la autonomía del adolescente y su ritmo. Para potenciar los efectos: fija horarios regulares, comienza con prácticas breves, normaliza que la mente divague y vuelve con amabilidad al centro.
Herramienta complementaria: la “Rueda de la vida”
Como recurso de autoanálisis, la “Rueda de la vida” del ámbito del coaching ofrece una visión gráfica del equilibrio vital. Se dibuja un círculo dividido en áreas clave (por ejemplo, salud, economía, estudios/trabajo, ocio, pareja, desarrollo personal, familia y amigos), se puntúa cada área del 1 al 10 según satisfacción, se unen los puntos para ver el perfil y se elige por dónde empezar a mejorar. Sus beneficios incluyen: mayor claridad sobre prioridades, decisiones de cambio, motivación, seguimiento del progreso y aplicabilidad en contextos personales, escolares o laborales. Esta dinámica encaja muy bien con la Rueda de la Conciencia: la primera señala qué trabajar y la segunda entrena cómo autorregularse mientras lo trabajas.
La práctica sostenida de estas herramientas ayuda a muchos adolescentes y familias a transitar con más serenidad y propósito esta etapa vital, fortaleciendo la identidad, el vínculo y la sensación de sentido en la vida cotidiana.